"¡Poder asesino!" grita una marea de personas que ha vuelto a salir a la calle este viernes en toda Argelia, el decimoquinto desde que comenzaron las protestas, para manifestar su rechazo al régimen.
Pero este viernes han incorporado una nueva demanda a sus reivindicaciones: la liberación de todos los presos políticos. Es producto de la a muerte en prisión del activista Kamel Edin Fekhar, el martes pasado, que ha marcado las marchas del 15º viernes consecutivo de protestas.
Los manifestantes acusan a las autoridades de la muerte de Fekhar, que se encontraba en huelga de hambre en protesta por su detención, el 31 de marzo. Fekhar ya había sido encarcelado dos años entre 2015 y 2017 bajo la acusación de supuestamente "atentar contra la autoridad del Estado". Fotografías suyas han poblado todas las manifestaciones y en muchas de las concentraciones se guardó un minuto de silencio en su memoria.
Kamal Eddine Fekhar se había convertido en una de las figuras de la lucha por los derechos humanos que surgieron durante los trágicos eventos de Ghardaia, cuando estallaron enfrentamientos mortales entre las comunidades mozabita y árabe. El gobierno había alimentado las tensiones entre ambas comunidades para silenciar las demandas democráticas y sociales del movimiento bereber, contra el despilfarro de tierras en beneficio de las multinacionales y los oligarcas argelinos.
Las movilizaciones en las principales ciudades del país se dan en el último viernes de ramadán (mes del ayuno musulmán). "Argelia libre y democrática", "No al Estado militar", "Fuera el sistema; la soberanía para el pueblo", "Libertad para todos los detenidos políticos y los presos de opinión", son los lemas más coreados junto al rechazo a las elecciones programadas para el 4 de julio. "No a las elecciones del fraude" reclaman.
El Jefe de Estado Mayor Ahmed Gaïd Salah, repudiado por los manifestantes, declaró en varias ocasiones que la demanda de los manifestantes de que "caiga todo el régimen" era "irresponsable y peligrosa". Salah es uno de los principales señalados por los manifestantes como parte del viejo régimen y por eso exigen su renuncia.
Eso explica el giro represivo del Gobierno de transición. Las detenciones y el despliegue policial en el centro de la capital argelina, más importante que el de los viernes anteriores, no impidió que miles de personas protestaran en la zona de la Plaza de Correos y por las calles del centro de la ciudad tras el final de la oración musulmana del viernes a primera hora de la tarde.
Rechazado por las protestas los posibles comicios penden de un hilo en tanto que ninguna figura política de envergadura y ninguno de los grandes partidos políticos (incluido el oficialista) han presentado oficialmente su candidatura. El Consejo Constitucional debe pronunciarse antes del 5 de junio sobre la validez de los candidatos, pero todo apunta a que no cumplirían con las condiciones que se exigen, que son dos: 600 avales de diputados o bien 60.000 firmas de electores.
El general Salah, verdadero hombre fuerte del país tras la dimisión de Abdelaziz Buteflika como presidente, el 2 de abril, reapareció esta semana dejando entrever que los comicios del 4 de julio tienen todas las posibilidades de suspenderse. Gaid Salah reclamó un diálogo con "concesiones mutuas" para resolver la crisis política y poder celebrar así "con breves retrasos" unas elecciones presidenciales. "La prioridad es un diálogo productivo que permita salir de la crisis a nuestro país", afirmó evitando pronunciarse a favor de una transición, como pide la oposición y el movimiento contestatario popular.
Es cada vez más evidente que Gaid Salah busca ser el árbitro de la transición, de forma similar al rol del general Al Sisi en Egipto que alargó su mandato hasta el 2030. Mientras ofrece un supuesto diálogo, que permita dejar en pie los pilares fundamentales del viejo régimen, ha intensificado la represión a las protestas y las detenciones arbitrarias contra activistas.
Sin embargo la continuidad de los principales actores del régimen, que cuentan con el apoyo interesado de Francia para lograr una restauración del orden, tienen por delante una tarea que nada indica que no vaya a ser con grandes contradicciones, ya que las masas argelinas apuntan a que haya un gobierno civil y la salida de los antiguos socios del expresidente Abdelaziz Buteflika.
La oposición liberal no ha planteado una salida de fondo y busca una resolución pacífica y negociada de la situación. Su objetivo real se reduce a conseguir mayores cuotas de poder en un futuro régimen “maquillado”. El rechazo a las elecciones y las movilizaciones semanales que sostienen las masas argelinas, afirman que están lejos de abandonar la pelea por un cambio profundo de todo el régimen. |