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Fernando Rosso: Pregunta de rigor, fue una idea audaz, Petróleo es un grupo de trabajadores justamente del petróleo, representado por actrices. Conviven en un tráiler se dedican a extraer de petróleo de un pozo casi vacío en la Patagonia argentina. ¿Cómo se les ocurrió el tema y la forma de abordarlo?
Laura Paredes: Nosotras veníamos de una invitación del teatro Sarmiento, que la curadores Vivi Tellas, y veníamos de hacer una retrospectiva de todo el grupo [Piel de Lava] el año pasado. Entonces, parte de este programa, que se llama “Artista en residencia”, es producir una retrospectiva del grupo y después se produce el complejo una obra nueva. Cuento esto porque creo que de alguna manera tuvo que ver que íbamos a revisitar todas las obras, y de golpe la obra nueva sentíamos que tenía que tener un salto compositivo o algo que la corriera de lo que el público había visto.
Entonces también apareció la idea de hombres, por extremar también la prueba para nosotras, por supuesto que eso también se marcó después dentro de él de un momento en el que estábamos también pensando cuestiones de género, como nos sucede a la mayoría en este momento, y bueno estuvo por supuesto como un contexto en el que trabajar pero que casi que la obra lo fue descubriendo. El motivo fue un poco más lúdico, realmente fue así como, “bueno, ¿y si hacemos de hombres?”. Y nos divertimos, en principio con empezar a probar eso, ver hasta dónde iba a resistir eso sí va a resistir una cosa más grotesca como las pelucas los bigotes sino, dónde aparecía el hombre y la masculinidad. Y eso nos empezó a llevar a mil preguntas que eran interesantes, y no nos empezó a hacer trabajar como mucho más con la perspectiva de género, pero no fue el primer motor, o no conscientemente.
Valeria Correa: Cuando empezamos a cranear, como hacemos siempre con nuestras obras, de qué hacemos o por qué lado vamos. Tenemos distintos puntos de partida, en este caso el punto de partida fue hagamos de hombres. ¡Sí! Nos iluminamos todas a la vez y cuando pasa eso es agarramos esa alegría. La siguiente pregunta fue bueno que hombres, y enseguida aparece la idea de que sean trabajadores. La imagen de hombres trabajando, como la imagen del hombre por excelencia, el hombre trabajando, y poniendo su fuerza física, la imagen de un hombre haciéndole cosas a la tierra con un instrumento gigante. ¿Entonces qué? El petróleo lo trabajan solo los hombres, hay mujeres que pero muy poquitas. Y enseguida nos cerró todo como para empezar a investigar ese mundo, no sabíamos para nada hacia dónde iba a ir. Y de hecho nos daba mucho miedo meternos con estereotipos, y enseguida lo empezamos a abordar desde un lugar sensible. El prejuicio obviamente siempre se cuela, pero todo el tiempo luchando contra eso, para entrar en otra dimensión, no la del estereotipo que todos conocemos como parodia.
Laura Paredes: También apareció el lugar de los trabajadores como un espacio en el que la hostilidad también colabora con la construcción de la masculinidad. Había algo de hombres que sobreactúan la masculinidad, entonces también había un juego compositivo de mujeres haciendo de hombres, que sobreactúan la masculinidad para sobrevivir, para bancarse esas condiciones de trabajo. Entonces se empezó a abrir sentidos sobre cómo construimos los géneros.
Celeste Murillo: Ustedes hablaban de “hombres trabajando”, en general a los varones se los coloca en el espacio público y a las mujeres nos ponen en el ámbito privado. Hay algo muy interesante en la obra, que es que ustedes eligieron instalar este debate o hacer este juego en un ámbito muy íntimo de los varones, ¿fue parte del proceso o cómo llegaron a esa idea?
Valeria Correa: Sí se nos reveló. Siempre pensamos con la idea de un adentro y un afuera.
Laura Paredes: Lo doméstico, como decís, como propiedad de lo femenino. Fue también un poco una propuesta escenográfica, por los tiempos del Complejo, tuvimos que montar la obra en tres meses. Y también con la sensibilidad el escenógrafo, que venía mirando lo que estábamos probando y se le ocurrió algo del tráiler y ahí apareció claramente esto que decís. Estos hombres teniendo que estar en la fricción de la intimidad, que es donde nunca se relata a los hombres.
Valeria Correa: Claro, es como un secreto bien guardado la intimidad de todos en realidad. Pero hay un imaginario en relación a lo doméstico o femenino, que todos tenemos. Y lo doméstico masculino es un secreto bien guardado. Entre hombres cómo es, nos pusimos a investigar y nos sorprendimos muchísimo de todo lo que aparecía. Lo que aparecía la improvisación nos daba muchas respuestas a cosas, que después buscando en la teoría, decís, claro, lo doméstico masculino está oculto. Pero esto nos apareció mucho primero en improvisaciones.
Laura Paredes: También conversando con hombres del equipo, que muchas veces nos comentaban que la complicidad masculina en lo íntimo tiene la fricción de que todo el tiempo están tratando de mostrar. Eso entre mujeres no es tan claro, esa referencia de que uno está todo el tiempo en la intimidad con otras mujeres actuando. Entre hombres, todo relataban situaciones de intimidad que habían tenido con otros hombres y que sobreactuaban para tratar de marcar, “no nos vamos a terminar gustando, te lo aseguro”. Nos parecía interesante eso, esa prueba, esa tensión constante.
Fernando Rosso: Hace poco entrevistamos a Gioconda Belli, y hablando del feminismo, ella nos decía que un mundo un poco más igualitario, también va a permitir que se liberen de cierta carga los hombres. Y en la obra queda esta idea de “qué laburo tener que estar actuando todo el tiempo”.
Valeria Correa: A todos, el género es como una construcción para el otro, para lo que el otro percibe de uno. Cada género con su carga, sostener constantemente como si la vida fuera solo sostener el género. Como si estuviésemos obligados a eso, lo tenemos naturalizado y es realmente pesado. Eso en la obra también se nos reveló, porque te das cuenta de que es pesado cuando te lo sacás. Nosotras como actrices pudiendo poner el cuerpo a hacer hombres nos dimos cuenta lo pesado que cargábamos siendo mujeres 24 horas, sosteniendo el género femenino 24 horas. Ensayábamos ocho horas por día y era alucinante, queríamos volver a tomarnos el subte de chabón. Lo mismo después le pasa a los chabones de petróleo cuando pueden hacer este recorrido y se lideran de su masculinidad tan extrema. En ese camino de liberarse algo se les relaja y se les abre.
Fernando Rosso: También se cruza ahí el sindicato, la explotación, los dirigentes sindicales los derechos laborales. Hay un cruce con eso, aparte del tema de la masculinidad que es como el núcleo de la obra.
Laura Paredes: Cuando empezamos a improvisar, nos aparecían los cuerpos de los trabajadores, cuando improvisás empiezan a aparecer cosas que por ahí no pensaste de antemano. Y hay algo de esto que mencionas, el patriarcado como algo que oprime particularmente a los trabajadores. El capitalismo y patriarcado ahí muy de la mano. Nos topamos con un libro muy interesante de un sociólogo que se llama Hernán Palermo, que trabaja sobre masculinidades. Ese libro fue muy revelador porque por ahí también cosas que intuitivamente aparecían, cuando empezamos a leer el libro vimos cómo las empresas fomentan esta masculinidad, porque sirven para que no se quejen de accidentes laborales, que no se quejen de determinadas condiciones. Que están medio mal visto, que no te la bancás, que sos medio “marica” si te quejás. Como empieza a ser capital para las empresas esa masculinidad exacerbada.
Valeria Correa: Y empezó a aparecer la idea de la fábula de una pequeña revolución. Ante quién se rebelan. Porque son más conscientes, ahí el enemigo es el pendejo de camisa, el patrón. En eso empiezan a tener claridad. Bueno, el género se deconstruye junto a esa noción.
Laura Paredes: También hay una cosa que es mínima, que no sé si tiene tanto valor para el espectador, pero para nosotras sí. Esa especie de miedo al anarquismo, vieron que está este ruso que se pasea y Montoya le tiene miedo. Nos divertía la idea de un fantasma entre los trabajadores de hoy.
Fernando Rosso: ¿Conocen o alguna de ustedes es de la Patagonia?
Valeria Correa: No, pero justo este verano estuve en la Patagonia y era alucinante ver en esas rutas los martillos y no lo podía creer.
Laura Paredes: Trabajamos con una persona del sector del petróleo. Nosotras improvisábamos, bajábamos los textos y después nos reuníamos con él y nos apuntaba, “Ojo, esto se diría así”, cosas del lenguaje técnico. Nos explicó cómo eran las jornadas. Era muy difícil improvisar para ese lado sin tener conocimiento y él toqueteaba bastante las cosas que estaban desfasadas. Palabras como tote, que era imposible saber.
Pablo Anino: ¿Alguna vez imaginaron que la obra iba a tener tanta repercusión? ¿A qué piensan que se debe?
Laura Paredes: No, previamente no lo imaginábamos. Con la retrospectiva ya nos sorprendía que empezaba a aparecer un público para Piel de lava, eso ya era un colchón o un poco como que la retrospectiva fue bastante en número de público. Para nosotras ya fue un salto. Que el teatro Sarmiento siempre estuviera prácticamente lleno era como con una sorpresa. Lo de Petróleo fue más como que desbordó algo. A veces, mucha gente me dice, “a mí me gusta porque es genuina”, y creo que hay algo de un espectáculo que fue concebido para esa sala, pero podríamos haberlo hecho en una sala independiente también, y tiene una especie de desenfado en el teatro público, que generó cierta empatía, o por lo menos algo de eso intuyo que pudo haber pasado. Y después un público que trascendió eso y que creo que tiene que ver con que con cierta conmoción con el tema porque estamos pensando sin parar en esto. Y hacer humor con los hombres es algo que siempre estuvo más invisibilizado para las mujeres, siempre lo vivimos al revés: los hombres haciendo humor con lo femenino. Entonces algo de esa irreverencia, no sé cómo llamarlo, creo que generó mucha empatía y diversión en hombres y en mujeres.
Valeria Correa: Sí, también algo de esta fábula revolucionaria, creo que para el momento es algo que atrae y alegra.
Celeste Murillo: También es cierto que se discute más sobre opresión, la violencia machista, la discriminación pero hay menos reflexión por ejemplo sobre cómo se construyen los géneros mucho menos sobre cómo se construye la masculinidad o qué les pasa a los varones en este momento. ¿Creen que hay un diálogo entre ustedes y el público que va más allá?
Valeria Correa: Sí, es un momento de una lucha muy intensa, y gracias a esa lucha que es tan intensa por temas urgentes, nosotras haciendo teatro podemos hacer humor con eso. Gracias a que paralelamente se está luchando. Y el teatro no tiene que venir a decir grandes verdades.
Fernando Rosso: Si tuviéramos que titular, “Luego del éxito de Petróleo”, qué están pensando.
Laura Paredes: En hacer Petróleo. Para los procesos que nosotras tenemos y para los tiempos del teatro independiente, es una obra muy joven paradójicamente. Hicimos muchas funciones, nosotras nunca habíamos hecho obras más de dos veces por semana y sin embargo, es como queremos seguir haciéndola,
Valeria Correa: Es como tener un bebé de seis meses y que te pregunten, “¿Y para cuándo el segundo?”. Además de escribir la obra y dirigir junto a Laura Fernández, como la actuamos, siempre estamos en tiempo presente. Nunca en todas nuestras obras pensamos cuál es la obra siguiente. Nos abocamos de lleno.
Fernando Rosso: ¿Cómo ven el panorama general del teatro, en medio de la crisis?
Laura Paredes: Hay millones de problemas para las salas sobre todo. Es muy difícil no sostenerse, pero bueno también da la sensación de que el teatro siempre en los momentos de las peores crisis, en el 2001 que se caía todo a cachos, abrían salas, la gente iba a estudiar teatro. Yo tengo la sensación de que nunca se puede con eso, como que hay algo que no hay remedio y que la gente lo sigue queriendo hacer. Pese a la crisis terrible, siempre es un lugar medio imparable en Buenos Aires.
Valeria Correa: En las salas están desesperados. Va mucha menos gente que antes. A lo mejor ensayás una obra durante dos años, la montás y después van cinco, diez personas. Es muy difícil. Pero el teatro resiste, te juntás en un living y hacés una obra. Estuvimos en Olavarría dando clases y me quedó esa imagen: es la ciudad del cemento, donde el horno cerró, es la decadencia del país entero. Y sin embargo, la gente va a un galpón y se junta a hacer teatro. La sensación es que eso sigue siendo un lugar de resistencia. |