Se cumplen 32 años de la masacre de la Plaza de Tiananmen. Un parte aguas en la historia del gigante asiático ya que, sobre la derrota de la lucha de los estudiantes y obreros en Beiying, la burocracia del Partido Comunista chino emprendió la restauración capitalista en el país. En Hong Kong, el gobierno de Pekín volvió a prohibir los actos y conmemoración de estos hechos.
Las protestas que tuvieron lugar en la primavera de 1989 en la Plaza de Tiananmen, situada en el corazón de Pekín, flanqueada por la Ciudad Prohibida, el Parlamento y el Museo Nacional sigue siendo un tema vetado en China.
La muerte de Hu Yaobang, ex secretario general del PCCH, (impulsor de las reformas económicas junto a Deng pero que era visto como un ala más democrática de la burocracia dirigente), ocurrida el 15 de abril de 1989, reavivó las movilizaciones de los estudiantes, los trabajadores y, en menor medida, de los intelectuales chinos, que se movilizaban por libertades democráticas y contra la corrupción; contra las reformas procapitalistas (o restauracionistas) económicas implementadas por Deng Xiaoping y su primer ministro Li Peng, que comenzaban a crear desigualdades sociales, desocupación e inflación.
Esta unidad de reclamos cristalizó en la inmensa Plaza de Tiananmen, que, durante el mes y medio de movilización, sirvió de escenario de catalizador de la protesta social contra las reformas procapitalistas que impulsaba el PCCH.
El 4 de mayo, aproximadamente 100.000 estudiantes y obreros marcharon en Beijing pidiendo reformas para la libertad de expresión y un diálogo formal entre las autoridades y los representantes de los estudiantes. El 13 de mayo grandes grupos de estudiantes ocuparon la plaza de Tiananmen y emprendieron una huelga de hambre, pidiendo al Gobierno la retirada de la acusación realizada en el editorial del Diario del Pueblo y que comenzaran las conversaciones con los representantes elegidos por los estudiantes. Cientos de estudiantes siguieron la huelga de hambre y recibieron el apoyo de otros miles de estudiantes y residentes de Pekín, que continuaron las protestas durante toda la semana. Los estudiantes cantaban La Internacional en las manifestaciones y mostraban su apoyo al socialismo chino, aunque reclamaban reformas.
“Había muy escasa aceptación entre los trabajadores de la idea de Deng Xiaoping de que todo iría bien si ‘unos cuantos se hacen ricos primero’; esto lo consideraban sencillamente como una injusticia distributiva”. Por añadidura, “muchos trabajadores se sentían hondamente agraviados hasta por diferencias salariales que no se considerarían muy grandes de acuerdo con criterios occidentales ahí donde se advertían, sin embargo, como injustas […]. Un resentimiento especialmente agudo fue el que provocó la brecha cada vez mayor entre las bonificaciones pagadas a los trabajadores y las que recibían los gestores superiores de las empresas, que en algunos casos podían ser de veinte a treinta veces mayores que el pago equivalente a los trabajadores”, señala Pieranni en China 1989: Los manifestantes, el Partido y la matanza de Beijing
Así, el 20 de mayo el Gobierno declaró la ley marcial y en la madrugada del 3 al 4 de junio el uso de las FFAA, del Ejército Popular de Liberación (EPL), contra los obreros y estudiantes. Los soldados avanzaron desde la parte oeste de la ciudad y le disparaban a la gente. Los tanques mientras avanzaban hacia el corazón de Pekín, a través de bloqueos improvisados formados con autobuses y disparando salvajemente a las multitudes de residentes furiosos de que el gobierno estuviera usando la fuerza armada.
La entrada de las tropas en la ciudad recibió la oposición activa de los ciudadanos que construyeron grandes barricadas en las carreteras que ralentizaron el progreso de los tanques, pero la plaza quedó vacía en la noche del 4 de junio, tras la masacre.
El combate continuó en las calles que rodeaban la plaza, con los manifestantes avanzando repetidamente hacia las tropas armadas del Ejército Popular de Liberación, que respondió con fuego automático. El ejército tenía órdenes de, “a como diera lugar, desalojar la plaza las primeras horas del 4 de junio”, relata 30 años después Jiang Lin, teniente del EPL.
Se estima en varios miles de muertos, los que murieron producto de la represión llevada a cabo esa noche.
Además de la masacre, el PC de China castigó a miles de personas tras la dura represión de las manifestaciones. Además del millar que envió a la cárcel, muchas más fueron destinadas a campos de trabajos forzados para que fueran reeducados al ser tachados de "contrarrevolucionarios".
En declaraciones en Singapur ante ministros de Defensa, militares de alto rango y expertos, el general Wei Fanghe, actual ministro de defensa de China se preguntó por qué el mundo siempre dice que China "no gestionó el incidente de forma correcta". "Estos 30 años demostraron que China vivió grandes cambios", afirmó, añadiendo que, gracias a la acción del gobierno, "China goza de estabilidad y desarrollo, la actuación del gobierno durante las protestas de Tiananmen en 1989 fue correcta".
La derrota de Tiananmen abrió paso a la restauración capitalista bajo la dirección del Partido Comunista
El año 1989 constituye un parteaguas en la reciente historia de China, pues fue este el año en que sobre la derrota de la lucha de los estudiantes y obreros en Beiying, el Partido Comunista emprendió la restauración capitalista en el país, y fue precisamente esta derrota de las masas lo que empujó finalmente a China por el camino neoliberal hacia la globalización.
La restauración capitalista de China se dio bajo la forma de la liquidación de la planificación económica, del monopolio del comercio exterior, la privatización de numerosas empresas, la privatización del campo, el desarrollo de fuertes desigualdades sociales entre la ciudad y el campo, entre el Norte y el Sur, una gran superexplotación, las burbujas inmobiliaria y financiera, el ahogamiento de cualquier expresión democrática; y todo bajo la férrea dirección del Partido Comunista. Hoy esto se ve en Hong Kong dónde por segundo año fueron prohibidas las conmemoraciones a la masacre de Tiananmen.
Esa es la burocracia que terminó dirigiendo el proceso de restauración capitalista, avanzando como país capitalista pero retrocediendo en las inauditas diferencias sociales y pérdidas de las conquistas de la revolución (que hoy agrupa a los principales millonarios chinos), hoy presidida por Xi Jinping.
Después de tres décadas de los sangrientos sucesos, parece resurgir el estudiantado chino, estudiantes marxistas, y al igual que los estudiantes de Tiananmen son considerados los nuevos enemigos del Gobierno chino. Pekín vio con inquietud la alianza entre trabajadores y universitarios que ideológicamente se reclamaban marxistas. Hace unos años, Eric Fish, autor del libro China´s Millenials: The Want Generation, señalaba: “el marxismo que [el Partido Comunista de China] enseña en las escuelas no es el verdadero; está seleccionado y reinterpretado para adaptarlo a sus propios fines”, y que la contradicción entre los ideales de la doctrina original y la realidad resultaba obvia. “El aumento de la desigualdad y otras cuestiones sociales en China han llevado a una decepción en ciertos sectores hacia el programa de ‘reforma y apertura’, y hay una percepción de que el Partido Comunista ha abandonado sus orígenes socialistas.”, explicaba por su parte la investigadora Simone van Nieuwenhuizen, del Instituto de Relaciones Australia-China en la Universidad de Tecnología de Sydney. En el caso de los jóvenes, al desencanto sobre la desigualdad y la corrupción se sumaba a que carecen “del mismo miedo instintivo a las autoridades que tienen las generaciones anteriores”: no han vivido la Revolución Cultural ni recuerdan la matanza de Tiananmen, apuntaba Fish.
En el verano chino de 2018, decenas de estudiantes procedentes de todo el país viajaron a Huizhou, en el sureste del país, para solidarizarse con los trabajadores de Jasic Technology, que protestaban contra lo que consideraban un “trato de esclavos” por parte de esta fabricante de maquinaria para soldar. En China, las protestas laborales no son ni mucho menos infrecuentes. En 2018 se han contabilizado más de 900 huelgas por todo el país y en todo tipo de sectores, desde el taxi a la minería. Pero que estudiantes de las universidades de élite viajaran miles de kilómetros para solidarizarse con trabajadores de una fábrica de manufacturas sí ha sido mucho más raro desde que las manifestaciones de estudiantes y trabajadores de 1989 en Tiananmen terminaran disueltas en sangre.
“El ‘mantenimiento de la estabilidad’ en los centros educativos se está convirtiendo en una prioridad cada vez mayor, y (las redadas contra los estudiantes marxistas) probablemente solo la incrementen. Pero en algún momento puede resultar demasiado para que los estudiantes lo toleren. La represión siempre en aumento a veces puede crear el efecto opuesto al que busca”, termina Fish.
Como se señala en Consideraciones sobre el marxismo oriental:“En la actualidad, en que la restauración capitalista en China y Vietnam, junto con la plena integración de la gigantesca y anteriormente cerrada economía india al mercado mundial, han “occidentalizado” la región −con sus límites y en forma tortuosa, es cierto mediante la adopción acelerada de la productividad de la técnica capitalista y del choque con sus antiguas formas sociales− producen un paisaje mayoritariamente urbano y asalariado donde predomina abrumadoramente el peso social de clase obrera. Esto, objetivamente, facilita la capacidad de esta última de jugar un rol hegemónico articulador, mostrando como una perspectiva mucho más realista una estrategia basada en la teoría de la revolución permanente”.
Hoy la tarea planteada para la clase obrera y los campesinos es llevar adelante la revolución socialista, pero a diferencia de la revolución de 1949, dirigida por Mao, que sea obrera y campesina basada en consejos o soviets de obreros, campesinos y soldados que decidan las medidas necesarias de la planificación de la economía, empezando por la nacionalización del comercio exterior, la nacionalización bajo administración obrera de las principales ramas de la economía, la nacionalización de la banca, la nacionalización de la tierra, entre otras.