Lleva más de dos meses la presentación en el Malba de la muestra “Mundo propio: Fotografía moderna argentina 1927-1962”. Curada por Facundo de Zuviría, la selección de 250 obras -en su mayoría copias de época- incluye a autores como Grete Stern, Horacio Coppola, Annemarie Heinrich, Anatole Saderman, Sameer Makarius, Juan Di Sandro, Pedro Otero, George Friedman, Gisele Freund y Alicia D’Amico.
Horacio Coppola, quizás el primer fotógrafo moderno argentino, viajó a Alemania en 1932 para sumarse a los cursos de la Bauhaus. Tres años después, cerrada la escuela de Dessau por el régimen nazi, volvió a Buenos Aires con la también fotógrafa y diseñadora Grete Stern, inaugurando juntos la vanguardia de la fotografía argentina, que se nutrió, además de los locales, de autores extranjeros mayormente europeos, gracias al éxodo causado por el ascenso de Hitler al poder.
La teoría de la Nueva Visión de la escuela alemana, consideraba a la cámara una herramienta confiable para percibir el mundo visible con una objetividad que no puede igualar el ojo humano. Pero a la vez los ejercicios que proponían sus cursos impulsaban la experimentación con la fotografía pura y la combinación con otras disciplinas visuales.
Con este equipaje desembarcan Coppola y Stern en el ámbito cultural de la Buenos Aires de mediados de la década del treinta, organizando al poco tiempo una exposición conjunta, que posiblemente fue la primera muestra de fotografía moderna en la Argentina.
Horacio Coppola y las Imagemas
“En el diálogo que es mirar, UNA imagema, ELEGIDA o ENCONTRADA, es la imagema-flor, la imagema-rostro -de una flor, de una cara-. Así es, el mundo que miramos, nuestro mundo propio”.
Así comienza uno de los textos que presenta y da título a la muestra: Mundo propio (impromptu) en el que Horacio Coppola menciona el concepto de Imagema, que intenta definir al acto fotográfico como una interrelación entre lo percibido por el fotógrafo y lo registrado por la cámara. “El ’impromptu-imagema’, fracción documental que contiene lo percibido y lo contemporáneo no percibido: partes del todo transcripto por la cámara...Vuelvo a ver lo visto y percibido y todo lo simultáneo acaso visto ópticamente por mis ojos pero no percibido, acaso captado inconscientemente...Transcripta la totalidad visible que el encuadre encierra, mi fotografía adquiere entidad propia, que me ofrece su original composición de realidad iluminada, criatura visual en renovado y enriquecido diálogo, en una nueva relación con mi ser y con el mundo de su orígen.”
Esta consciente nueva forma de mirar que tanto Coppola, Grete Stern y el resto desarrollaron localmente, influidos indudablemente por los modernos europeos como André Kertesz, Brassai o Cartier-Bresson, Rodchenko o Moholy-Nagy, está presente y contundentemente ilustrada por esta colección de fotografías.
Mundo propio: la realidad con otros ojos
La muestra que puede verse en el Malba hasta el próximo domingo, recopila parte de estas primeras expresiones modernas, desde las series de Coppola y Manuel Gómez previas a 1930, hasta trabajos de comienzos de los 60, ordenados temáticamente.
La Ciudad Moderna, muestra a la Buenos Aires de los 30 a los 50 a través de grandes acontecimientos como la inauguración de la Av. 9 de julio y del obelisco, el sobrevuelo del Graf Zeppelin o el renunciamiento de Eva Perón, con las espectaculares fotografías de Juan Di Sandro. La serie de Coppola muestra en cambio rincones o detalles de la ciudad a través de los particulares recortes del autor.
Los Nuevos retratos recopilan desde las expresivas fotos en pose de pobladores originarios por Hans Mann, hasta los curiosos retratos en color de Gisele Freund en 1942 a los jóvenes Borges y Bioy Casares, los más experimentales de Annemarie Heinrich (en especial sus autorretratos), y los intimistas y naturalistas de Anatole Saderman.
Además de la notable producción fotográfica dedicada a la ilustración de publicaciones literarias, son realmente destacables dos series destinadas a consumo masivo y popular: los Sueños de Grete Stern, integrada por 46 fotomontajes que ilustraron la sección El psicoanálisis le ayudará de la revista Idilio entre 1948 y 1951, son una surrealista muestra de inventiva visual para ilustrar con sarcasmo e ironía los miedos y las fantasías de la mujer moderna de mediados del siglo veinte. Y la excelente selección de las producciones realizadas por George Friedman para revistas de fotonovelas entre 1950 y 1955: puestas en escena dramáticamente estudiadas al servicio de contar historias en la era pre-televisiva.
Además integran esta selección las abstracciones no fotográficas y los experimentos en color de Sameer Makarius, las imágenes geométricas de José Costa, o las fotos subjetivas de Ricardo Sansó, integrantes del Grupo Forum, que junto a La carpeta de los diez agrupaban a lo más destacado de la fotografía argentina de la década de 1950, dentro de la vertiente experimental ligada a las artes visuales contemporáneas.
Mundo propio es una gran antología de la fotografía moderna argentina de 1930 a 1960, y muestra el interés por la experimentación visual pura y por la expresión del imaginario personal de los autores, ligado o derivado de las vanguardias europeas de entre guerras y de posguerra. Nuevas miradas que sin duda marcarían a las generaciones siguientes de fotógrafos. La libertad creativa que aquella nueva visión contagió a la actividad fotográfica local, sumada a esa sutil combinación entre lo que ve el ojo y lo que ve la cámara de la que hablaba Cóppola, sin dudas uno de sus más lúcidos representantes, elevó a la fotografía por encima de la meseta del simple registro de la realidad. Como medio de expresión contemporáneo cada vez más omnipresente, y aún dentro los acotados marcos del documentalismo, la fotografía es autoconsciente de su necesidad de impactar para comunicar más y mejor las ideas.
Esta reseña toma como excusa la muestra del Malba, que como ya hemos dicho en anteriores oportunidades, forma parte del circuito artístico privado que lucra con el acceso al disfrute del arte, reconociendo su valioso aporte a la fotografía argentina, pero proponiendo ir más allá a buscar en los resquicios del sistema accesos alternativos no onerosos a la cultura visual: días con entrada gratuita a los museos para estudiantes, docentes y jubilados, investigación en portales en la web dedicados a fotografía y artes visuales, y el googleo de las obras y biografías de estos innovadores maestros de la fotografía que nos motivan a seguir experimentando y buscando imágenes que denuncien las miserias de este mundo, que cuenten las luchas por cambiarlo o ilustren las maravillas de ese que imaginamos. Ese mundo dado vuelta en el que el arte, la ciencia y el ocio sean de todas y todos. El mundo propio.