Texto de la imágen: No hay policías amigables con los queer
Lo que el Departamento de Policía de Nueva York (NYPD por sus siglas en inglés) hizo en el barrio Greenwich Village el 28 de junio de 1969 no fue un evento excepcional. No había nada nuevo en que los policías hicieran una redada en un bar queer, golpearan a los asistentes y los llevaran arrestados en las patrullas. Hacia 1969, eso era moneda común; cada persona homosexual sabía lo que las luces rojas significaban: arrestos, golpes o quizá hasta ser violados. Lo que destacó ese 28 de junio de 1969 fue que la comunidad sexodiversa se defendió y luchó, no sólo ese día, sino por cuatro días consecutivos en lo que se conoció como las Revueltas de Stonewall. Este alzamiento y el crisol de organizaciones que surgieron posteriormente fueron el nacimiento del movimiento por los derechos de la comunidad sexodiversa como lo conocemos.
Cincuenta años después, las marchas del orgullo gay se han convertido en una extravaganza de arcoiris corporativos, incluyendo contingentes del Bank of America, Verizon y Target. En una burla y negación completa de la historia de Stonewall, la policía marcha hipócritamente en el desfile. Esta historia radical la han limpiado tanto que la policía por fin se siente cómoda al pedir disculpas por el papel que jugaron en la opresión que llevó a la revuelta.
En una declaración pública el pasado 6 de junio, el comisionado de la policía de la Ciudad de Nueva York, James O’Neill, pidió disculpas por la brutalidad policial en las revueltas de Stonewall. “Las acciones del NYPD estuvieron mal — así de simple. Las acciones y leyes fueron discriminatorias y opresivas, y por eso pido disculpas”, dijo. Medio siglo después, el NYPD por fin admite (vagamente) que hizo algo mal al arrestar y golpear gente que sólo estaba bailando en un bar.
Tengo algo que responder ante eso: NYPD, no aceptamos su disculpa
La escala y alcance de la brutalidad que el NYPD ha desatado hacia la comunidad sexodiversa no es una cosa de la que uno se pueda disculpar. En 1969, la policía era el brazo armado y represivo de una sociedad homofóbica y transfóbica; era la guardia armada evitando que la gente saliera del clóset. Para el NYPD no era suficiente que la comunidad sexodiversa tuviera que confrontar el odio interiorizado de nuestra sexualidad o género, así como el rechazo de nuestras familias y amigos. La policía se aseguraba de que ningún lugar estuviera seguro; que los rituales alrededor del sexo y el amor celebrados en las películas y canciones fuesen casi imposibles de ser vividos por la comunidad sexodiversa sin miedo. Era casi imposible comprarle a alguien una bebida en un bar sin que tuviésemos miedo a ser atrapados, o que la policía irrumpiera y nos arrestara y golpeara; era imposible caminar por la calle ir tomados de la mano (ni se diga besarse) sin tener miedo. La gente de clase obrera y de color, desde luego, sufría el grueso de esta violencia, y es por eso que en Stonewall fueron la gente queer de color quienes comenzaron a lanzar piedras.
Por eso le decimos no, el escueto discurso de James O’Neill de ninguna manera reconcilia el profundo dolor y violencia que el NYPD ha causado por décadas, y esta disculpa hiede de hipocresía, ya que apenas hace dos años, cuando le preguntaron si se disculparía por las revueltas de Stonewall, O’Neill dijo: “Creo que eso ya se ha respondido… Estamos avanzando”.
Pero ese no es el único problema. Las disculpas significan que hay una intención de cambiar, y el NYPD no tiene ninguna intención de hacerlo; sigue siendo el brazo represivo del estado capitalista, reforzando toda la opresión y explotación de este sistema podrido.
La policía aún golpea y mata
Hace apenas unos meses, la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU por sus siglas en inglés) interpuso una demanda contra el NYPD a nombre de Linda Domínguez, una mujer trans que fue humillada, referida en masculino, arrestada con esposas rosas toda la noche y presentada bajo cargos de “falsa personación.” ¿Su crimen? Caminar a casa.
De hecho, 61% de quienes contestaron una encuesta en 2015 en el estado de Nueva York reportaron haber sido acosados por la policía, y un reporte de 2012 de mujeres latinas trans en Los Ángeles resaltó que el 24% quienes respondieron habían sido sexualmente abusadas por la policía. Es difícil creer que el NYPD esté mejor.
En la ciudad de Nueva York, la policía ha robado espacios a la comunidad sexodiversa con la ofensiva contra los muelles, los cuales solían ser un vibrante punto de reunión para jóvenes de la comunidad sexodiversa, la mayoría de color. Gracias a los toques de queda y la excesiva presencia policíaca, ahora se ha convertido en un espacio gentrificado y altamente rentable, libre de gays, lesbianas y queers negros(as) y latinos(as) que solían reunirse allí.
Y no es sólo a la comunidad sexodiversa a quienes la policía acosa, ni hoy ni en 1969. A pesar de haber sofocado a un hombre que en repetidas ocasiones dijo que no podía respirar, el asesino de Eric Garner no está enfrentando cargos criminales. Actualmente se está llevando a cabo un juicio, pero solamente está en riesgo su puesto en la fuerza, y es probable que ni siquiera lo pierda, porque en Estados Unidos, la policía puede matar a los negros con impunidad.
Toda la violencia policiaca está conectada; el hecho de que el matrimonio igualitario se haya legalizado y que la policía pida disculpas no garantiza la seguridad de la enorme mayoría de la comunidad sexodiversa, que es de clase obrera, de color y/o de género no binario. La coalición de la ciudad de Nueva York para reclamar el orgullo lo expresó bien:
“La brigada anti-vicio del NYPD apun opera arrestando a trabajadoras sexuales y otras, mientras que sus miembros manejan sus propios burdeles. El NYPD sigue arrestando a chicos trans de color por caminar por la calle, ¡y arrestó a una mujer trans en el Bronx que iba camino a su casa luego de trabajar manteniéndola en custodia 24 horas esposada! El NYPD ha llevado décadas encerrando a hombres gays y sigue causando miedo en las comunidades de color y otras comunidades marginadas”.
¡Liberación queer y no capitalismo de arcoíris!
El sistema capitalista –y en particular el Partido Demócrata– es una máquina de cooptación. Si es posible generar ganancias, el capitalismo buscará la forma de integrarlo y esa integración ha sido rápida con la comunidad sexodiversa. Hace 16 años, la “sodomía” seguía siendo ilegal en 14 estados y apenas hace 50 años la comunidad sexodiversa podía encontrar sus nombres publicados en periódicos por el crimen de no usar ropa acorde a su género. Hoy, todas las grandes compañías tienen artículos de arcoíris a la venta: playeras, botellas de agua, calzados, bandanas, tazas… todo. Todos los grandes políticos han tuiteado sobre los derechos de la diversidad sexo-genérica, incluso Donald Trump.
“Mientras celebramos el mes del orgullo LGBT y reconocemos las valiosas contribuciones que la comunidad sexodiversa ha dado a nuestra gran nación, también mostremos nuestra solidaridad con aquellos miembros que viven en varios países donde los castigan, encarcelan o incluso ejecutan”.
La actual senadora Kamala Harris, quien se destacaba por oponerse a que los presos trans recibieran cirugía de reasignación de género cuando era fiscal del estado de California, ahora tiene camisetas suyas con arcoíris a la venta y habla de los derechos de la diversidad sexo-genérica.
Y ahora el comisionado de policía de Nueva York se disculpa por Stonewall.
Sin lugar a dudas este cambio en las leyes y la cultura es un desarrollo positivo para la comunidad no heteronormativa, y sin dudas estos cambios son producto del valiente activismo y la movilización de gente que nos antecedió. No tiene nada de bueno ser brutalizado en los márgenes.
¿Pero acaso, el derecho de algunos de nosotros de ser consumidores deseables, de ser comercializados, es un parámetro de nuestra liberación? El hecho de que aquellos miembros de la diversidad sexo-genérica que son blancos, hombres cis y de clase media alta se hayan casi ganado el derecho a no ser brutalizados, mientras hay mujeres trans que mueren en centros de detención del ICE, ¿es realmente una forma de medir nuestra liberación? Y para ser claros, estoy contenta de que el nivel de discriminación abierta hacia la diversidad sexo-genérica haya menguado y nos hayamos ganado el derecho de casarnos, tener sexo y frecuentar bares. Pero mientras un puñado de gays o lesbianas ascienden a puestos altos en corporaciones, a la mayoría de nosotros nos hiper-explotan para proveer el modo de vida lujoso de unos pocos.
El poder del capitalismo de cooptar es el poder de dividirnos e integrar a una parte de nosotros al sistema como ciudadanos responsables y ávidos consumidores, para que algunos de nosotros sigamos siendo marginados y brutalizados por la policía, mientras otros llaman a esto “protección”. Pero la policía no está aquí para protegernos; su función es proteger a un sistema basado en la desigualdad y surgido de la opresión.
Incluso ganando derechos formales a través de las leyes, esto no cambiará y no nos protegerá a los más marginados. Como lo mencionaba en el artículo publicado en Left Voice “Rainbows on Their Cars But Blood On Their Hands: No Cops at Pride” (arcoíris en sus patrullas pero sangre en sus manos; ¡no a la policía en la marcha del orgullo!): “El sólo hecho de que los oprimidos tengan más derechos no significa que el sistema respete nuestras vidas. De hecho, con frecuencia el sistema dota de igualdad formal (ante la ley) para justificar la inequidad; la igualdad formal se convierte en un mecanismo para justiciar el hecho de que vivimos en una sociedad en la que la mayoría de la gente lucha por llegar al día a día, mientras que una pequeña minoría gana miles de millones de dólares a costa de nuestra miseria. La policía de arcoíris protege justamente este tipo de sociedad: una sociedad de ‘derechos” que solamente pueden ser disfrutados por un pequeño número de personas, mientras que el resto de nosotros, los pobres, los no-heteronormativos, los de color, continuamos sufriendo la violencia a diario.”
¡Recuperemos la marcha del orgullo, fuera la policía de nuestras manifestaciones!
Stonewall fue una revuelta: un día en que aquellos que nos habían humillado y marginado levantamos la cabeza y nuestros puños. Un día en que enfrentamos a la policía y al Estado por días y nos rehusamos a ser sacados de las calles de vuelta al clóset.
Los desfiles del orgullo gay no tienen nada que ver hoy con ese legado combativo; los contingentes policiales y de las compañías que nos hiper-explotan o nos desahucian de nuestras casas ahora marchan con banderas arcoíris. Cada vez más gente se opone a esta cooptación, con disturbios del orgullo a lo largo del país, y en la ciudad de Nueva York, una contra-marcha alterna del orgullo. De hecho, ¡los organizadores de la marcha del orgullo en Nueva York autorizaron que se arrestara a manifestantes!
Stonewall chocó de frente con un sentido común de la época, si te portabas como una persona respetable nada te iba a pasar. Stonewall fue lo más bajo de lo más bajo: gente de color alzando la cabeza y golpeando con fuerza. No anduvimos haciendo lobbying con congresistas o votando por el mal menor. No estuvimos llamando a la estación de policía o escribiéndole cartas al jefe. No, tomamos las calles.
Y necesitamos organizarnos con ese espíritu hoy, contra la policía y contra el sistema capitalista que se enriquece con nuestra miseria. Debemos empezar a echar a la policía de nuestras marchas del orgullo y dejarles un mensaje claro al NYPD: no aceptamos sus disculpas. Nuestros destinos están enlazados con los chicos negros que ustedes detienen y cachean, con los muchachos latinos cuyos documentos piden y con la mujer trans que ustedes acosaron y de la cual se burlaron.
No aceptamos sus disculpas, policía de Nueva York, porque siguen golpeando, humillando y encarcelando a muchos de nosotros.
No aceptamos sus disculpas, policía de Nueva York, porque apoyan a un sistema podrido, el cual cada vez más de nosotros quiere destruir.
Traducción: Óscar Fernández y Gloria Grinberg |