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14 de marzo de 2025 Twitter Faceboock

Acuerdo entre México y EE.UU. no exime de futuros conflictos comerciales
Jesús Pegueros | Estudiante de la Facultad de Economía de la UNAM | @DemoPegueros

Aunque se acordó un documento que cerró momentáneamente la crisis de México y EE.UU. los motores que originaron el conflicto se mantienen, las medidas arancelarias se mostraron como un arma eficaz para imponer la subordinación en materia de seguridad y militarización.

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La semana pasada estuvo marcada por una nueva crisis entre los gobiernos de México y EE.UU. debido a la amenaza por parte del último de imponer una medida arancelaria a todos los productos mexicanos. Pese a la resolución por parte de los equipos negociadores que el mandatario vecino la presentó como una victoria por parte de los mandatarios vecinos. Poco se ha hablado de los motores de este episodio dentro de una dinámica tendencial en varias partes del globo; el enfrentamiento en forma de guerra comercial. En tanto saber en qué medida actuó como maniobra política y a quién benefició.

Las nuevas amenazas por parte de Trump se dieron en el inicio de la campaña por la reelección del magnate y xenófobo a la presidencia de los Estados Unidos, ya que este aspecto de agresividad con México fue uno de los centrales en su ascenso a la política, la medida de 5% de aranceles hacia los productos de origen mexicano se posicionó como la nueva maniobra que pusiera en tensión a ambas economías luego del pánico provocado por dichas declaraciones.

Esta situación se enmarca en un contexto de tendencia al enfrentamiento entre las principales economías a nivel internacional, así como una mayor rispidez comercial mediante medidas como la imposición de tasas arancelarias, rupturas de acuerdos comerciales o modificaciones.

Por mencionar algunos ejemplos destaca el enfrentamiento comercial entre EE.UU y China, el proceso de Brexit en Inglaterra así como la renegociación del TLC derivando en un T-MEC aún sin entrar en vigor. Dichas medidas y procesos han sido la respuesta por parte de los gobiernos, como el estadounidense, a la crisis económica que se perpetua con los pronósticos de tendencia al estancamiento y reducción del crecimiento por parte de organismos internacionales incluyendo el FMI y el BM.

Por una parte, que el presidente Donald Trump haya vuelto a utilizar los mismo argumentos, así como las mismas medidas para este caso como lo viene utilizando con respecto a otros países refleja la incapacidad para dar solución a la delicada e inestable situación económica predominante en Estados Unidos en los ya cuatro años de gobierno. Cabe resaltar que partiendo de lo explicado anteriormente esta tendencia es de dimensiones internacionales.

Adicional a esto las medidas arancelarias lejos de atenuarse con el resultado de las negociaciones como se esfuerza en presentar el gobierno mexicano se acentúan como una de las armas más eficaces para presionar económica y políticamente al mismo por lo cual no es de sorprender que continúan siendo las amenazas y propuestas frecuentes de la Casa Blanca al país vecino del sur así como de otros contrincantes. Esto ha sido confirmado a tan solo unos días del acuerdo alcanzado en Washington por la delegación mexicana a través de la cuenta oficial del mandatario de los EE.UU. donde no descartó la aplicación futura de sus medidas proteccionistas de no cumplirse con las peticiones hacia el gobierno de AMLO, sobre todo en materia migratoria.

A unos días de las resoluciones se han manifestado distintas opiniones sobre lo que implicó este episodio que fue presentado por los mandatarios de ambos países como una victoria. Del lado de Trump en el sentido de imponer a su vecino del norte las medidas necesarias para contener el flujo migratorio y la actuación efectiva de las fuerzas armadas mexicanas entre las cuales destaca la recién creada Guardia Nacional en la frontera con Guatemala, mientras que AMLO aprovechó el acuerdo alcanzado como una muestra de diplomacia con Estados Unidos.

Es decir, existe una implicación de maniobra meramente política que complementa lo expuesto anteriormente con respecto a los motores estructurales económico del enfrentamiento. Algunos senadores y políticos demócratas manifestaron que lo ocurrido la semana pasada fue una maniobra de campaña por parte del magnate estadounidense, además criticable al acentuar que todo lo resuelto en la reunión por parte de los negociadores mexicanos y estadounidenses ya había sido acordado con anterioridad y no implica ningún avance en la ruta propuesta por Trump aprovechando la oportunidad para atacarlo y de esta manera restarle importancia a sus supuestos “aciertos de campaña”.

Si bien existen elementos para tomar los resultados del conflicto la semana pasada como una oportunidad de retomarla de manera propagandista por la candidatura de Donald Trump a la reelección, lo cierto es que la envergadura de la crisis vista obedece a factores estructurales que no se resuelven ni con 6 mil elementos de la Guardia Nacional desplegados con objetivo de hacer el trabajo sucio a los compañeros hondureños, salvadoreños, guatemaltecos y demás inmigrantes ni con una medida de agresividad económica que fungen en ambos casos como divisores de la clase obrera norcontinental y del centro.

 
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