La plataforma Netflix estrenó este miércoles “Rolling Thunder Revue”, del director Martin Scorsese sobre la gira en la que el músico recorrió los Estados Unidos en 1975.
¿Puede un artista componer grandes canciones, manejar su propio micro de gira, filmar una película y sostener 57 conciertos por toda la costa este de Estados Unidos? Sí, puede. Bah, mejor dicho: Bob Dylan puede. Aquel que se atrevió a electrificar el folk y a convertirse en el judas de aquella manifestación musical, en 1975 puso a andar un micro, recorrió ciudades tocando e hizo de la partida a un montón de artistas amigos. ¿Hay imágenes de esto? Sí, más que imágenes hay una película.
La prueba del hecho artístico está disponible en Netflix. La aventura fue bautizada como “Rolling Thunder Revue: A Bob Dylan story” y en la dirección lo tiene nada más y nada menos que a Martín Scorsese. El autor de “Taxi Driver” vuelve sobre la vida artística de Dylan, pero esta vez el trabajo - a diferencia de su No Direction Home (2005) - no se comporta como biopic. Esta vez la mirada del cineasta se centra en aquella gira mítica, que comenzó un 30 de octubre en la ciudad de Plymouth, y construyó algo así como una road movie itinerante.
Dylan, además de otros participantes, ofrece su testimonio para este trabajo. Ya pasaron muchos años de la aventura. “Ni había nacido”, bromea el músico, cuando le llega el momento de recordar lo que pasó en aquella gira. El creador de himnos populares como Like a Rolling Stone, Blowin’ in the wind o Knockin’ on heaven’s door, entre tantos más, hoy es un hombre que está cercano a cumplir los ochenta años. Las marcas de su cara y algunos gestos cansinos delatan una vida a la que no le faltó nada. Pero la picardía en sus palabras no su humedecen. El premio Nobel de literatura revive distintos pasajes de aquellos conciertos y empieza a dar ciertas pistas de que no todo lo que se va a contar en la película de Scorsese es netamente producto de la realidad. La complicidad entre el músico y el cineasta ponen frente al espectador un producto que en algunos pasajes juega con la ficción. “Un hombre con máscara siempre dice la verdad”, aclara Dylan, justamente, a cara descubierta.
Ese primer juego de mentira/ verdad que pone al descubierto la película podría ser la actuación de Sharon Stone. La actriz cuenta dos momentos que la conectan con el cantautor estadounidense durante la gira. Uno tiene que ver con una supuesta remera de Kiss que usó para asistir a uno de los shows cuando la gira llegó a su ciudad y que dice que le sirvió para tener un primer intercambio con Dylan y el otro es una canción que le dedica en un piano tras bambalinas, admitiendo un supuesto romance. Nada de eso es cierto. Otro momento es la aparición de un tal Stefan Van Dorp, que dice ser el supuesto cineasta que rodó todas las filmaciones que utiliza Scorsese en la película. ¿Gran actor? Sin dudas.
Ahora bien, vamos a lo que es cierto: Scorsese nunca menciona el antecedente que hace posible este documental sobre la gira Rolling Thunder Revue. En aquel 1975 quien se encargó de filmar todo fue el propio Dylan. Ese material tiempo después terminó por convertirse en la película “Renaldo and Clara”. Un registro larga duración de aquella gira que contó con horas y horas de entrevista y escenas improvisadas por actores ocasionales. De todo ese material en bruto nace este trabajo del cineasta estadounidense.
Otra cosa cierta de este metraje es la gira en sí, por supuesto. Dylan, armó una orquesta ambulante de la que participaron Joan Baez, Joni Mitchell, Scarlett Rivera, Mick Ronson (ex músico de David Bowie), T Bone Burnett, Patti Smith, Allen Ginsberg como poeta oficial de la ceremonia y Sam Shepard como guionista. “Es como si comulgara con los muertos”, dice Dylan en consideración a su escritura. Con estos participantes como los mayores protagonistas y otros que se fueron acoplando durante el viaje, se armó esta especie de caravana gitana que transitó la parte noreste norteamericana y algunas ciudades de Canadá.
Llamando a las puertas del cielo
Si bien este trabajo de Scorsese tiene varios momentos vibrantes hay dos que quisiera rescatar. El primero de ellos se trata de la historia que tiene detrás la canción Hurricane. Dylan no puede quitarse de su ADN la potencia creadora para hacer canciones de protesta y cuenta la historia del boxeador Rubin Carter, acusado de un triple homicidio en 1966 de forma injusta. “Disparos de pistola resuenan en la noche del bar. / Entra Patty Valentine desde la sala superior/ Ella ve al cantinero en un charco de sangre./ Grita: ‘¡Dios mío, los mataron a todos!’/ Aquí viene la historia del huracán./ El hombre al que culparon las autoridades./ Por algo que nunca hizo”, dice en uno de los pasajes de la letra. Ese tema precisamente fue parte del disco que grabó en 1976: Desire. Pero previo a su lanzamiento, y esto se ve en la película, Dylan va a su sello a exigir que esta sea la canción del simple. Creía que sonando en todos lugares podría hacer un poco de justicia.
El segundo momento subrayado, que le da el rótulo de obra de arte a esta película y que le pone un broche de oro al relato de Scorsese, es el cierre de gira que hace frente a las cámaras el poeta de la generación Beat: Allen Ginsberg. Como espectros nos reunimos para terminar la gira Rolling Thunder. Comenzamos intentando recuperar Estados Unidos. Descubrimos un poco nuestra verdad(…) Ustedes que vieron todo o que vieron destellos y fragmentos, tómennos como ejemplo e intenten unirse, tomen responsabilidades, busquen su comunidad, consigan la redención de sus propias conciencias, sean más atentos con sus amigos, con su trabajo, con su meditación, con su belleza, con su arte. Salgan y busquen su eternidad.”