Ubicado en uno de los lugares más céntricos de la capital, se trata de un edificio propiedad del Ayuntamiento de Madrid, que en 2015 llevaba alrededor de dos años sin ningún uso público. Al frente del consistorio madrileño estaba Ana Botella, garante de todo tipo de especulaciones inmobiliarias que se llevaban practicando durante décadas en el Ayuntamiento de Madrid en manos del PP.
Poco antes de las elecciones municipales de 2015, el equipo de Botella tomó una polémica decisión: ceder este edificio de forma totalmente gratuita durante 75 años al empresario de la construcción Emilio Ambasz, un personaje íntimamente ligado al clan Aznar y a la fundación liderada por este, FAES.
El propio proceso de cesión de esta propiedad pública estuvo plagado de irregularidades. En la operación estuvieron implicados muchos de los políticos del PP que también tuvieron protagonismo en las innumerables tramas de corrupción que han saqueado las arcas públicas de la Comunidad de Madrid. De esta manera, para poner en marcha este proyecto el Ayuntamiento tuvo que descartar oficialmente la posibilidad de utilizar este edificio para servicios municipales. A pesar de que en ese momento el consistorio gastaba 55 millones de euros en el alquiler de oficinas y en ese mismo inmueble había funcionando con total normalidad una sede de la UNED pocos años antes.
Para facilitar los planes del empresario, el Ayuntamiento presidido por Botella realizó los trámites necesarios para rebajar la protección del edificio, con lo cual Ambasz tenía las manos libres para demoler y construir el museo que tenía en mente.
Como era de esperarse, la cesión causó gran indignación. De forma descarada uno de los clanes más poderos y odiosos del PP regalaba una propiedad pública de gran valor a uno de sus amigos personales. Una nueva demostración de como los partidos del régimen siempre han manejado los gobiernos municipales y autonómicos como si se tratara de sus propios cortijos. En este caso, además, la alevosía de Botella se volvía aun más exasperante ya que al saber que ella personalmente no iba a repetir como alcaldesa y que su partido perdió las elecciones de 2015, aceleró los trámites necesarios para poder hacer efectiva esta operación.
Es en este contexto en el que un grupo de activistas provenientes del Patio Maravillas decidieron ocupar y convertir este edificio en un nuevo Centro Social Ocupado. Desde el primer momento La Ingobernable se convirtió en un hervidero de actividades sociales, políticas y culturales para cualquier colectivo dispuesto a construir un espacio libre, feminista y antirracista.
El “ayuntamiento del cambio” contra “La Ingo”
Los nuevos “vientos de cambio” en la política madrileña tras los resultados de las elecciones municipales parecían ser favorables a esta iniciativa. Pero sólo lo parecían.
El nuevo Ayuntamiento liderado por Manuela Carmena mostró desde el principio un fuerte rechazo al proyecto de La Ingobernable. A pesar de que ya era de dominio público que la cesión de Gobernadores 39 formaba parte de un evidente pelotazo inmobiliario puesto en marcha bajo un proceso de dudosa legalidad, Carmena y su equipo emprendieron las correspondientes acciones judiciales para poder desalojar el centro social.
En este aspecto, como en muchos otros, el gobierno de Ahora Madrid no implicó ningún cambio significativo con respecto a los anteriores. En estos años no solo con La Ingobernable, sino con prácticamente todos los CSO de Madrid, Carmena ha tenido una política de mano dura con el propósito de barrer del mapa de la ciudad estos espacios. Al mismo tiempo continuaba e incluso acentuaba aun más la política neoliberal por la cual Madrid se ha convertido en la campeona de la especulación inmobiliaria. En ese sentido, la llamada Operación Chamartín fue su máximo exponente. Suponiendo en los hechos la privatización de 2,6 millones de metros cuadrados en beneficio de grandes constructoras y bancos.
Desde “La Ingo” siempre se intentó que Carmena reconociese a este espacio como un interlocutor válido con el propósito de poder dar una salida negociada a esta situación. Sin embargo, desde su respuesta fue el ninguneo, el desprecio y la firme decisión de terminar desalojándoles.
Por fuera de medidas mínimamente cosméticas, el gobierno de Ahora Madrid se mostro totalmente arrodillado a los intereses del gran capital. Es debido a esto que un proyecto como La Ingobernable, que apuntaba directamente contra la acción depredadora de los especuladores inmobiliarios y garantizaba un espacio de autoorganización para la libre actividad de cualquier persona o colectivo, suponía una amenaza.
Para los capitalistas y sus partidos, no solo se trata de que La Ingobernable sea un espacio opuesto a sus intereses, sino que también se organizan actividades de carácter lúdico, cultural y social. Esto es inadmisible para quienes se creen los dueños de la ciudad y quieren encerrar nuestras vidas en los estrechos límites del mercado. La existencia misma de un lugar de estas características es un acto de rebeldía al cual es necesario liquidar.
Resistencia frente al “trifachito”
En los últimos meses la derecha madrileña ha desplegado una campaña permanente en contra de La Ingobernable. Especialmente en estas últimas elecciones municipales, espoleados por el nuevo engendro de la extrema derecha de Vox, el desalojo de este CSO tuvo un fuerte protagonismo en la campaña de “el trifachito”. El candidato del PP, Almeida, llego a declarar que una de las primeras cosas que haría si llegaba a ser alcalde es proceder acabar con los okupas de La Ingobernable.
Ahora que efectivamente hay un nuevo gobierno de las tres derechas en el Ayuntamiento de Madrid, todo indica que tarde o temprano intentaran cumplir su amenaza. Se trata de una “declaración de guerra”, con la que seguramente intenten dar comienzo a su mandato. Con esto se pretende dejar claro que al frente del Ayuntamiento estará un gobierno desacomplejadamente reaccionario, que atacará con puño de hierro a las clases populares y sus iniciativas.
Desde La Ingobernable ya se empieza a organizar la resistencia “por una Ingobernable indesalojable” en un verano que se prevé agitado. Es imprescindible que la defensa de este espacio se convierta en un símbolo de la lucha contra la extrema derecha y sus gobiernos. Apelando al Madrid obrero, popular y rebelde del “No Pasaran”, con la perspectiva de ir articulando una alternativa desde abajo verdaderamente al servicio de las mayorías.
La Ingobernable se ha mantenido en pie en estos años desde su autoorganización y desobediencia a las instituciones. Tanto Carmena como el PP han sido profundamente hostiles a que el CSO siga funcionando. La Ingobernable, que se construyo sin deberle nada al autodenominado “ayuntamiento del cambio”, merece ser defendida por todas y todos aquellos que pensamos que solo se puede transformar la sociedad si tomamos en nuestras propias manos la lucha contra el sistema capitalista y su régimen político.
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