Son los inicios del siglo XIX y corren los años de las grandes transformaciones sociales, los años de la Revolución francesa. En 1805, Napoleón Bonaparte era proclamado Emperador y se lanzaba a su desafiante batalla para imponerse en el resto de Europa.
En los bajos fondos de las calles de París, cundían el hambre y la suciedad, los crímenes, los asesinatos, los robos y estafas. En medio de ese descontrol inconcebible, aparece François Vidocq (Vincent Cassel), el único hombre que había conseguido escapar con vida de las cárceles más aterradoras del país. Ficción y realidad se funden en este personaje que de su vida hizo una leyenda. Gran escapista, mujeriego, duelista, ladrón, estafador, y también soldado.
La película de Jean-Francois Richet muestra cómo después de su increíble y última fuga, logró sobrevivir e intentó reinsertarse en la sociedad como un simple comerciante de telas, y conoce a la joven Annette (Freya Mayor), con quien convivirá por un tiempo. Pero como un karma imposible de engañar, su pasado regresa y es acusado esta vez injustamente de un asesinato. Es en ese momento cuando Vidocq decide proponerle al jefe de la policía un trato: ayudaría a combatir la delincuencia a cambio de su libertad. Una especie de precursor de la “ley del arrepentido” visto desde nuestros tiempos y latitudes.
Pero claro, quién mejor que aquel que estuvo revolcado en el mismo fango de la delincuencia para atrapar a los ladrones. Él conocía al detalle pelos y señas de cada uno de los malhechores y sus pandillas. De esta idea y sus ventajas convenció al inspector Henry (Patrick Chesnais).
Fue a partir de este pacto que podríamos decir comienza la vida real de Eugène François Vidocq, el creador de la llamada Brigade de la Sûrete (Brigada de Seguridad). Una sociedad de agentes que hoy podríamos denominar “encubiertos”, quienes tienen como misión infiltrarse en las organizaciones de criminales, o bueno, lo que la policía considera criminales, o quizás mejor sería decir lo que el Estado considera criminales. El objetivo es recabar información para, llegado el momento, actuar en consecuencia. Y como aparece en la película, esta formación especial de la policía que aún existe en Francia, tuvo su comienzo allí mismo donde se originaban los crímenes.
El aventurero Vidocq inspiró con su vida a Balzac para crear a su personaje Vautrin en La Comedia Humana, lo mismo hizo Víctor Hugo con Jean Valjean y el inspector Javert, los dos personajes principales de Los miserables. También Allan Poe se fijó en él para su detective Auguste Dupin (Los crímenes de la calle Morgue), aunque Vidocq era más un hombre de acción que de conjeturas, como bien se puede ver en la película. En fin, nuestro personaje escribió, o en realidad hizo escribir, sus Memorias, donde dejó unas mil páginas contando muchas de sus aventuras que aún hoy son la inspiración de películas y novelas. Gérard Depardieu lo interpretó en la película de Pitof titulada Vidocq: El mito (2001), George Sanders fue Eugéne François Vidocq en el film de Douglas Sirk Escándalo en París (1946), y André Brulé dio vida a este personaje en Vidocq (1939) de Jacques Daroy.
Dentro de los personajes secundarios está la baronesa Roxanne de Giverny (Olga Kurylenko) que vende sus influencias en el poder y Nathaniel de Wanger (el actor alemán August Diehl quien hace de Engels en El joven Marx), un ladrón sanguinario que entra en disputa con Vidocq.
Pero el más atrayente es Fabrice Luchini quien encarna a Joseph Fouché, un muy importante personaje histórico, temerario a tal punto que hasta el mismísimo Emperador tenía por él un especial respeto. “Su genio peculiar, que causaba a Napoleón una especie de miedo, no se manifestaba de golpe”, escribió Honoré de Balzac.
Fouché fue el único ministro que tuvo el emperador francés. Participó de la revolución de 1789 y mandó a la guillotina tanto a Luis XVI como años después a Robespierre. Muy hábil para “darse vuelta” y a la vez quedar bien con el poder de turno, y salir airoso de cualquier intento de bajarlo o “perder la cabeza”. Vivió hasta más de los 80 años, fue docente de física y matemática dentro del clero antes de la revolución, y dentro de la revolución fue un jacobino en separar la Iglesia del Estado, para ser luego defensor del imperio napoleónico y después apoyar a otro rey, Luis XVIII. Pese a todo, no le corresponde el mote de “panquequismo” (siguiendo la burda traducción al lenguaje político actual), su frialdad y habilidad para mantenerse en pie desde las sombras, le valió una interesante biografía, Fouché, el genio tenebroso, escrita por Stefan Zweig.
La película se destaca por la ambientación, el vestuario y los decorados que incluyeron a un Arco del Triunfo en plena construcción. Lo mismo son muy buenas las escenas de lucha que impactan en la pantalla, las armas de la época, los filos sangrientos de cuchillos y espadas, los fogonazos de arcabuces. Si bien tiene grandes actuaciones, no logra contener la fuerza de los personajes históricos que intenta representar.
TRÁILER
FICHA TÉCNICA
Título original: L’empereur de Paris
Dirección: Jean-François Richet
Guion: Eric Besnard, Jean-François Richet
Música: Marco Beltrami, Marcus Trumpp
Fotografía: Manuel Dacosse
Empresas Productoras: Mandarin Production / Gaumont / France 2 Cinema
Duración: 110 min.
Año: 2018
País: Francia