Complicaciones económicas o sobre reformas tributarias que no dan en el clavo
Se sabe ya que la reforma tributaria se llevó a cabo el año pasado como una manera de poder dar sustento a las reformas venideras. Sin embargo, esta reforma que no afectó en mayor medida las ganancias de los grandes empresarios, hoy no parece estar dando abasto. Se calcula que con la reforma tributaria se recaudará alrededor del 3% del PIB. Un 2% de este será utilizado en la reforma de educación, y sin embargo, ¡no alcanza!
Por supuesto el Gobierno no quiere salir a dar la cara con este asunto, mientras se mantiene en concienzudos “lo estamos analizando”, hay una realidad que hasta el día de hoy sigue siendo cierta: El Estado de Chile gasta una cantidad de dinero en educación comparablemente más baja a la cantidad de dinero que gastan otros países. Mencionando además que, con lo que ya hemos visto con las leyes de inclusión, el Estado no quiere hacerse cargo, sino que prefiere delegar la tarea a los privados en un marco regulatorio, entregándoles $6 mil millones.
Formas para no tocar a los empresarios y fomentar el modelo neoliberal. Dos pájaros de un tiro
Ya sabemos por qué el Gobierno ha decidido aplazar la discusión de la gratuidad en la educación superior al segundo semestre ¡Es un dolor de cabeza! Para no sacar dinero de los grandes empresarios ha presentado algunas magníficas ideas: Cobrar un impuesto especial a los titulados con mayores ingresos de las universidades, para que de esta manera puedan retribuir el hecho de que hayan estudiado gratis. Entonces surge de inmediato la pregunta, ¿quién debiese pagar? ¿El profesional o el explotador? ¿El médico o el ladrón de la PENTA casta? Sin embargo, sabemos que incluso esto como medida es totalmente insuficiente y no es más que un parche a este gran hoyo que va quedando.
Pero, lo que viene a continuación es la gota que rebalsa el vaso. Se plantea dividir a las universidades en cuatro tipos (A, B, C y D), dependiendo de su calidad en investigación y sus resultados. La idea es que exista un arancel basal que cubra una cierta cantidad a las universidades que se encuentran en A, B y C, mientras que las universidades que se encuentren en D estarán sujetas a evaluación para ver si son financiadas o no.
Vamos viendo por partes: En primer lugar, la orientación general de la división está enmarcada hacia la competencia entre las universidades, privilegiando así el criterio neoliberal de que la educación será mejor mientras más competencia haya sobre el criterio de desarrollo en conjunto de las universidades. En segundo lugar, bajo este modelo de competencia se potencia cada vez más la precarización de los planteles que tienen peores resultados puesto que existe la obviedad de que serán cada vez menos solicitados. La cuestión es que de cualquier manera esto implica que la educación de miles de estudiantes quede a la deriva, exponiéndolos incluso a quiebras como los de la universidad ARCIS o la Universidad del Mar. La reforma sigue siendo neoliberal.
Cuando las direcciones del movimiento estudiantil están a los tiempos del Gobierno y cuando los tiempos del Gobierno los comanda la dirección estudiantil
Cuando las direcciones de la CONFECH decidieron sentarse con el ministro Eyzaguirre, sin preguntarle a ningún estudiante de base, dijeron que se sentarían sólo a informarse. A los dos días salió una noticia en los medios que contenía más información que la que se entregó al CONFECH en su reunión.
Más que una hábil jugada política esto parece una burla provocadora desde el Gobierno, pero también sirve como una lección ya sacada el 2014: de nada sirve sentarse en instancias pre-legislativas con el Gobierno para tratar de incidir en la reforma. La fórmula de la calle y la movilización ha resultado ser mucho más prometedora para doblarle la mano a este, y sin embargo, hasta ahora en el horizonte sólo se ve una solitaria marcha para el 16 de abril. |