El día lunes se publicó la imagen de los cuerpos sin vida de los migrantes salvadoreños Óscar Alberto Martínez Ramírez, y su hija Valeria de apenas un año, flotando a orillas del Río Bravo, que funge como frontera de México y Estados Unidos, según familiares el padre de la bebé se arriesgó debido a la larga espera de una cita para solicitar asilo en Estados Unidos.
La madre de la pequeña narro que ante la desesperación del maltrato en los albergues y bajo la amenaza latente de las operaciones de la Guardia Nacional - que lleva miles de deportaciones hasta ahora- su esposo decidió cruzar de manera ilegal seguido por la menor quienes fueron arrastrados por la corriente y encontrados horas más tarde por bomberos de la zona de Matamoros.
La imagen publicada por el diario La Jornada, se ha hecho viral en redes sociales, y no se tardó en comparar con la fotografía tomada en el año 2015, por Nilufer Demir donde aparecía el pequeño cuerpo de Aylan Kurdi, el bebé migrante que se ahogó junto con su madre y hermanos que huían de la guerra en Siria y que buscaban alcanzar costas europeas.
Entre aquella fotografía y la de Valeria y su padre, hay cuatro años de diferencia, donde se demuestra que a pesar del gran impacto de sus historias en la opinión pública, poco ha cambiado en la grave crisis de refugiados a nivel mundial.
Según las estimaciones del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, al menos 2,277 personas fallecieron en el Mediterráneo solo el año pasado, y 581 en lo que va de 2019, tratando de escapar de conflictos bélicos. Mientras, en el continente de destino ha resurgido una extrema derecha que pretende poner freno a su llegada.
Por otro lado, Estados Unidos ha restringido la llegada de migrantes procedentes de América Latina desde la llegada de Donald Trump al poder y la implantación de su política de "tolerancia cero" contra la inmigración.
Mientras tanto, el Gobierno mexicano ha implementado el llamado "despliegue total", definido desde este martes por el presidente Andrés Manuel López Obrador. Este operativo planea el envío de 15.000 efectivos de la Guardia Nacional a la frontera con Estados Unidos.
Este último despliegue, unido a los militares que ya patrullaban la frontera sur con Guatemala, eleva las cifras totales de militares desplazados a 26.000. Todos ellos persiguen dos objetivos principales: reducir el flujo de migrantes centroamericanos hacia EEUU.
Esta decisión ha sido recibida con gran entusiasmo por el Gobierno estadounidense, incluso su vicepresidente Mike Pence ha aprovechado la ocasión para felicitar a los mexicanos: "México continúa haciendo más que los congresistas demócratas para asegurar nuestra frontera. Es el momento de que den un paso al frente".
Incluso, el secretario de Seguridad Pública, Alfonso Durazo, ha insistido en que: "La migración no va a perder el carácter humanitario", pero que el despliegue es muy necesario ya que: "No podemos ser ingenuos al combatir a tratantes de personas. Ellos son los principales responsables del incremento del flujo migratorio, hay mucho dinero de por medio".
La afirmación de Durazo, y el nuevo despliegue militar, llega justo horas después de la trágica muerte de un bebé salvadoreño y su padre en su intento por llegar a Estados Unidos.
Ahora, el caso de Valeria muestra que poco ha cambiado años a pocos años después de la muerte de Aylan: su historia removió conciencias, pero la tragedia migratoria persiste. |