La palabra cipayo es un término poco usado en México aunque en diversos países latinoamericanos su uso es más común; quizás sea porque tenemos una palabra a la que le damos más o menos el mismo contenido: "malinchista", refiriéndonos a quien actúa en favor de intereses extranjeros e imperialistas.
Aunque el origen de su denominación es diferente y está ligado a la terminología militar, pues proviene del Imperio Otomano, en el cual las tropas de Sipahi (de donde viene el término español cipayo y otras denominaciones en las lenguas europeas como el inglés sepahi o el francés cipaye) eran soldados de caballería de élite, muchos de ellos reclutados entre los bereberes del norte de África.
El gran respeto que se tenía al interior del imperio otomano por sus cipayos hacía que fueran habilitados como cobradores de impuestos en tiempos de paz. Posteriormente las tropas que más famoso hicieron el término, aunque en otra acepción etimológica, han sido los soldados indios reclutados al servicio del Imperio Británico.
Posteriormente el vocablo cipayo se extendió entre las potencias imperialistas de los siglos XVIII al XIX, entre portugueses, franceses y holandeses quienes, siguiendo la experiencia británica, aprovecharon el reclutamiento de indígenas de los territorios de los que se iban apropiando en el mundo para usarlos como fuerza de choque contra sus propios pueblos y de los de sus otras colonias. Los incorporaban a sus fuerzas militares aunque los mantenían siempre bajo la disciplina de sus propios oficiales.
Podemos decir sin temor a equivocarnos que la India británica (la “joya de la corona” del Imperio) no hubiera sido posible mantenerla bajo control sin el concurso de estas tropas, pues los británicos nunca llegaron al subcontinente asiático en un número suficientemente significativo como para hacerse con su control luchando contra todas las distintas naciones que existían en los siglos XVIII y XIX en lo que hoy es la India.
El imperio británico complementaba esta política agresiva colonial era la compra de los líderes de las diversas nacionalidades indígenas como los sijs y los mogoles, incluyendo también a las religiosas hinduístas o musulmanas. Sólo así lograron institucionalizar la colonización de la India, en el primer siglo de su presencia en el subcontinente indio.
Pero resulta que no era la corona propiamente quien administraba la colonización, sino que el saqueo lo hacía directamente la Compañía de las Indias Orientales.En 1670, el rey Carlos II concedió a la Compañía el derecho a capitanear ejércitos y formar alianzas, declarar la guerra o establecer la paz y ejercer la jurisdicción tanto civil como criminal en las zonas en las que operaba.
Al sufrir constantes ataques por parte de los nativos y de otros competidores comerciales, desarrolló un importante despliegue militar. En 1689, la Compañía era casi un «estado» dentro de la India continental, que administraba de forma independiente las zonas de Bombay, Madrás y Bengala..
En su exacerbada ambición para adueñarse de territorios la Compañía expidió un ley que le permitía apoderase de aquellos pueblos cuyo monarca muriera sin dejar descendencia. Este proceso fue acompañado de prácticas racistas y vejatorias por parte de los oficiales europeos de la Compañía. Aplicando la máxima “divide y vencerás”, los británicos fueron favoreciendo a unas determinadas nacionalidades y clanes de la India frente a otras y, una vez habían acabado con la amenaza, entonces se encargaban de subyugar a quienes les habían ayudado.
El descontento se iba acumulando entre los pueblos originarios despojados y saqueados. justo cuando se cumplía un siglo de dominio absoluto de la compañía, los soldados cipayos que habían servido fielmente a los extranjeros a cambio de un modesto salario, iniciaron una revuelta en 1857/58.
Pero el detonante fue algo fortuito: el ejército británico introducía entre sus filas un nuevo tipo de fusil. Cada cartucho, cuya envoltura de papel se tenía que rasgar con los dientes venía envuelto en una capa de grasa que los cipayos identificaron como proveniente de vacas y cerdos, con las que no pueden tener contacto según sus creencias religiosas.
La lucha se expandió espontáneamente y asestaron fuertes golpes a las fuerzas destacamentadas para la Compañia, hasta que año y medio después el ejército británico concentró suficientes refuerzos de sus demás posesiones para derrotarlos, eliminado las concesiones hechas a la Compañía y estableciendo el "Raj Británico" un gobierno de tipo virreynal que persistió hasta que la India logró independizarse.
El cipayismo latinoamericano
Decir cipayo la palabra era de uso frecuente en los años 60 y 70. De cipayo salió cipayismo. Es posible que no se encuentre discurso político ni estudio sociopolítico de aquellas décadas que no use ambas palabras. Pertenecían al habla cotidiana.
La palabra tiene muchas acepciones, pero la de uso corriente se refiere a los latinoamericanos que se arrodillaban ante el Imperio. Como en la época no había más que uno, se hablaba de quien se arrodillaba ante el imperio norteamericano. Cipayo y cipayismo se referían a la servidumbre de América Latina ante los norteamericanos.
Así, recientemente publicamos una nota donde criticamos el cipayismo a la latinoamericana cuando doce presidentes latinomericanos organizados en el Grupo de Lima firmaron un documento de desconocimiento del nuevo período de gobierno de Nicolás Maduro en Venezuela.
El Grupo de Lima asumía así la política que la OEA ya no pudo sacar adelante, usar la diplomacia del patio trasero yanqui en función de sus intereses imperialistas. Y es que la historia de los gobierno de los países latinoamericanos desde su independización de España ha predominado la subordinación ante los interese del gran capital estadounidense.
Hace unos meses Marcos Peña, jefe del gabinete argentino, fue tildado de cipayo con justa razón por acudir a Londres a rendir homenaje ¡a los soldados británicos que murieron en la Guerra de Malvinas!
El cipayismo de diplomáticos y gobiernos va acompañado del alineamiento de las fuerzas armadas de estos países. Las diversas instalaciones de la Escuela de las Américas, han sido los centros de enseñanza de militares enviados a especializarse en tortura y represión sobre sus pueblos. Ellos han sido parte de las dictaduras del cono sur y centroamericanas.
Esta denominación, por ejemplo, se le han dado elementos radicales de los independentismos vasco y catalán a aquellas personas de tales naciones que han servido a España en puestos de responsabilidad, como administradores de la dominación de la burguesía madrileña sobre el resto de las nacionalidades oprimidas del Estado Español.
Esto nos lleva a pensar acerca del rol de la Guardia Nacional en su denodada lucha persiguiendo a los migrantes centroamericanos de frontera a frontera, ¿no estarán jugando el rol de aquellos cipayos de antaño?.
Aquellos, los cipayos de las posesiones coloniales asiáticas, debido a su naturaleza de ser un soldado nativo al servicio de un poder colonial terminaron siendo identificados como traidores, vendidos, mercenarios o secuaces a sueldo.
Los soldados de la Guardia Nacional, cumplirían un rol análogo, pues por cumplir con los deseos del gobierno de Trump están destacamentados en todo el país no sólo para perseguir migrantes sino también a aquellos que se resisten a los abusos del gobierno y los patrones, no por nada los habitantes de Ciudad de México tendremos que padecer sus patrullajes con el pretexto de la "inseguridad".
Pero quienes si han jugado ese rol de cipayos, (malinchistas se les dice por acá) con mayor frecuencia de una manera prepotente y descarada han sido históricamente los gobernantes priístas y panistas. Capaces de traicionar los intereses de la población mexicana firmando tratados como el TLCAN, ahora el T-MEC o la iniciativa Mérida, dejando que actúen libremente las agencias estadounidenses, como la CIA, la DEA, y deportando a las cientos de miles de migrantes quieren llegar a la frontera con EE UU.
Una labor a la que se han sumado solícitamente López Obrador y sus funcionarios, luego de las amenazas arancelarias de Trump, con las que éste ha logrado imponer no un muro de concreto en la frontera norte sino un muro de militares mexicanos en la frontera sur para reprimir a los migrantes centroamericanos en nombre del imperialismo yanqui.
Por ello es fundamental que los trabajadores del campo y la ciudad nos organicemos, para enfrentar los planes imperialistas que son aplicados por los cipayos de hoy que se proponen aplicar los planes de las transnacionales yanquis y su gobierno para paliar su profunda crisis económica a costa de la miseria de las masa del patio trasero latinoamericano. para ello hay que romper con los cipayos de todo color y sus partidos. |