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29 de junio de 2019 Twitter Faceboock

PANORAMA ECONÓMICO
Viaje al centro del imperio: esperando el milagro
Pablo Anino | @PabloAnino

Dujovne viajó a Wall Street para hablarle con el corazón a los “mercados”. La razón del dólar calmo y las causas de posibles turbulencias. La crisis de deuda que viene. Las consecuencias sociales.

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Nicolás Dujovne afirmó esta semana en Nueva York que Mauricio Macri ganará las elecciones en primera vuelta. Los lobos de Wall Street respondieron con miradas incrédulas. No es para menos. Dujovne es el mismo hombre que hace un año y medio estableció metas de inflación de 15 % para 2018 y de 10 % para el corriente año. La inflación real triplicó el pronóstico del año pasado y en cinco meses de 2019 ya es el doble de aquél 10 %. ¿Por qué el oráculo va a tener más suerte en el terreno político que en materia económica?

No me digas adiós

La visita de Dujovne a los amos de Manhattan busca conjurar nuevas corridas cambiarias en la larga marcha electoral hasta octubre (o noviembre si hay balotaje).

Según las estadísticas del Banco Central, la salida de inversiones de portafolio se aceleró en mayo hasta alcanzar U$S 858 millones (en marzo y abril promedió U$S 191 millones), con un crecimiento de 521 % en relación a abril. Estos números indican que los capitales golondrina están en proceso de retirada: se trata de fondos que ingresaron al país para hacer ganancias con la “bicicleta financiera” que ofrece la entidad monetaria con las generosas tasas de interés.

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Desde que asumió Macri se fugaron U$S 71 mil millones. Es una suma mayor al préstamo otorgado por el FMI. Esa fuga la realizan principalmente los grandes empresarios nacionales a paraísos fiscales. Ese drenaje también se aceleró en mayo. Lo mismo se observa con el envío de utilidades y dividendos de las empresas imperialistas a sus casas centrales: sumaron U$S 291 millones en el quinto mes del año, un alza de 153% en relación a abril.

A pesar que los últimos meses fueron intensos en cuanto a salida de dólares de la economía, la cotización de la divisa estadounidense se mantiene anestesiada gracias a la respiración artificial otorgada por el FMI, que está financiando la salida de capitales, algo que violenta los propios estatutos del organismo internacional, que impiden hacerlo. La consecuencia es que las reservas del Banco Central languidecen.

El ingreso en el período electoral depara posibles turbulencias cambiarias: el dólar no se demanda solamente por la falta de confianza de la “gente”, que eventualmente compra unos pocos dólares para defender los pocos ahorros que puede tener en medio de la recesión, sino fundamentalmente por el vaciamiento sistemático del país por parte del gran capital. Y por la profundización de esa conducta frente a la incertidumbre sobre quién gobernará desde diciembre.

Camino a una crisis de deuda

La economía está en una profunda crisis. No hay dudas. Pero la coyuntura muestra una imagen distorsionada de la realidad por el impasse cambiario gracias a la asistencia del FMI. No obstante, la calma cambiaria puede romperse en cualquier momento, tanto por los factores reseñados como por la dinámica política, con graves consecuencias sobre las mayorías trabajadoras. Pero incluso si la estabilidad se sostiene en el período electoral, la tormenta amenaza desatarse con mayor furia luego de octubre.

El londinense Financial Times (FT), en un extenso análisis de la situación argentina, se preguntó si Alberto Fernández puede capitalizar los errores de Macri. Y advierte, como es obvio para el oficialismo, que la suerte del presidente está atada en gran medida al devenir del dólar. FT consultó al economista Edward Glossop de Capital Economics, quien considera que una moderada depreciación del peso (es decir, una moderada suba del dólar) elevará la relación entre la deuda y el Producto Interno Bruto (PIB) al 120 %, por lo cual "el FMI se verá obligado a solicitar una reestructuración" de la deuda.

Esa es la consecuencia de un movimiento leve del dólar ¿A dónde termina todo con una corrida más brusca? Una devaluación, no sólo está supuesta en la situación por el vaciamiento de dólares del país, sino también por una necesidad estatal de balancear las cuentas externas. Es la receta del régimen capitalista argentino a todas las grandes crisis: así fue con Eduardo Duhalde en 2002 o, más recientemente, con Macri en 2016 y el año pasado.

La preocupación del diario económico británico es, naturalmente, el futuro de los tenedores de bonos argentinos, la mitad de los cuales, señala el FT está en manos de grandes fondos de inversión: Fin Allianz/Pimco, Franklin Templeton, BlackRock, GMO y Fidelity. El viaje de Dujovne intenta enyoguizar a esos dueños del dinero: una venta significativa de bonos dispararía nuevamente el riesgo país y el dólar. Parafraseando a León Trotsky (que analizaba la relación entre Estados Unidos y Gran Bretaña entre las dos Guerras Mundiales), los bonos argentinos y la cotización del dólar son juguetes en manos del capital financiero internacional.

Cuando se observan los actuales indicadores externos y fiscales se deduce que el pago de la deuda no es sostenible. Es un secreto a voces que el país requerirá una reestructuración de los bonos públicos. Esto si a quien gobierne le alcanza el tiempo y cuenta con el capital político suficiente. De lo contrario, la declaración de default (no pago) se impondrá por la fuerza de los hechos: porque el Estado tendrá los bolsillos vacíos.

No tan distintos

El acuerdo del Mercosur con la Unión Europea no cambia en lo inmediato las tendencias en curso en la economía nacional. Puede llevar años hasta que se vote en las legislaturas de cada país la aceptación de los términos acordados. El anuncio sigue el mismo tono del triunfo simbólico que obtuvo Macri con la organización de la cumbre del G20 a fines del año pasado: no implicó más que unos días de glamour y “buenas noticias”. La Unión Industrial Argentina (UIA) no se encuentra cómoda con un acuerdo que agravará las condiciones de baja competitividad manufacturera. En términos generales, en el largo plazo se consolida la inserción subordinada del país en la división internacional del trabajo como apéndice agrario de China, la UE y los Estados Unidos.

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“Los esfuerzos están dando resultado”, manifestó Christine Lagarde en ocasión del encuentro que mantuvo con Macri en la cumbre del G20 que se desarrolla en Japón. El resultado está a la vista: la tasa de desocupación encima del 10 % por primera vez en trece años, la pobreza en 32 % hasta el segundo semestre del año pasado (ahora seguro es más alta), la mitad de la fuerza de trabajo precarizada y el aumento en la desigualdad de la distribución de la riqueza. No obstante, el régimen del FMI está a mitad de camino de los resultados que logró con la catástrofe de diciembre de 2001: unos meses después, devaluación duhaldista mediante, la desocupación llegó a 21,5 % y la pobreza el 55 %. Todavía tiene capacidad para hacer más daño a la mayoría para que unos pocos se enriquezcan más.

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Aunque la historia no se repite, el régimen político capitalista está empeñado en continuar un rumbo similar que en aquella gran crisis: nadie habla de romper con el FMI, sino en una renegociación. A principios de siglo hubo varias: blindaje, megacanje, hasta el derrumbe final de la Alianza de Fernando de la Rúa. La renegociación está inscripta en la situación. Estos días Alberto Fernández y Roberto Lavagna, cada uno por su lado, juraron ante la misión del Fondo que pagarán la deuda y no romperán con el organismo. La renegociación con el FMI está planteada incluso con la continuidad del macrismo en el poder. Es lo que dejan traslucir los trascendidos mediáticos. En ese sentido, está orientada la promesa que hizo Dujovne en Wall Street: se trata de una ofrenda anticipada y temeraria de impulsar una reforma laboral y previsional apenas pasen los comicios de octubre. De este modo, un nuevo ataque contra los trabajadores activos y los pasivos se aventura con la actual composición del Congreso y no con la que surja del resultado electoral. Todo un síntoma de los tiempos violentos por venir.

El FMI logró una hazaña: cerró la grieta. En el Latam Economic Forum coincidieron en muchos aspectos el oficialista crítico Carlos Melconian y Emmanuel Álvarez Agis, exviceministro de Axel Kicillof y ahora cercano a Alberto Fernández, quien afirmó que “Se habla de dos programas, dependiendo de quién gane las elecciones. En función de las posibilidades que tiene la economía, no son tan distintos”.

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