Mucho se empezó a recordar el Pacto Roca – Runcimann a partir de los lineamientos entre Mercosur y la Unión Europea (UE) firmados el pasado viernes. En aquella ocasión, el acuerdo de 1933 había priorizado preservar los intereses de un grupo de ganaderos locales a cambio de entregar importantes concesiones a los ingleses, sin otorgar ningún beneficio para los trabajadores que estaban sufriendo el desempleo y lo peor de la crisis del `30.
En esta oportunidad, Macri y Bolsonaro festejaron la firma estampada en el acuerdo con UE, pero poco dijeron respecto a qué hay que festejar y quiénes festejarán. Más concretamente, no especificaron detalles sobre el impacto en términos del balance comercial, el impacto en cada sector de la producción, y en particular, sobre el empleo y hacia los trabajadores.
"Además de que no conocemos los detalles, lo otro que no sabemos es por qué el gobierno piensa que esos cambios son buenos", señaló el economista Martín Kalos en radio FM La Patriada. "Si el gobierno pensó esto en serio tiene que tener estudios de impacto, cuántos dolares de exportación se van a ganar en cada sector y cuánto se va a perder en otros sectores, cuánto va a afectar los puestos de trabajo".
¿Por qué no se transparentan esos estudios de impacto? En primer lugar, porque dejarían en evidencia que, nuevamente, los ganadores dentro del país son los mismos de siempre: el agropower y las grandes multinacionales.
De hecho, la única precisión fue la del ex presidente de la Sociedad Rural Argentina (SRA), hoy secretario de Agroindustria de Nación, indicando que dicho acuerdo generará “un comercio anual de U$S 100.000 millones y permitirá que Argentina ingrese a un mercado de 500 millones de consumidores”. Aclaraciones que oscurecen, ya que el monto total del comercio no especifica si el resultado será superavitario o deficitario para Argentina, ni menos aún, en qué sectores lo será y cuál será la composición de ese intercambio.
Pero además, de concretarse el acuerdo solo implicará un nuevo salto en la subordinación del país a los intereses del gran capital imperialista. Como afirma Esteban Mercatante, "esto apunta a configurar en la región una “triple dependencia”, equilibrando de manera inestable (e insostenible en el tiempo) los intereses de EE. UU., China y la UE en la región y con los grupos burgueses de los países del Mercosur sacando alguna ventaja en garronear las migajas de la rapiña imperial".
Kalos agregó que "adentro de cada país vas a tener sectores que ganen y pierdan, eso genera problemas de empleo, de distribución del ingreso”. "¿Por qué vamos a creer que no nos van a inundar el mercado con productos que vienen de allá? Ponernos al día con la tecnología requiere de un programa productivo y de desarrollo que el gobierno no tiene".
Por el contrario, los problemas de "competitividad" son un argumento más que está empezando a reutilizarse desde el gobierno y los empresarios para justificar una reducción de costos internos por la vía de atacar al salario, con una nueva reforma laboral y previsional. Lejos de una transformación tecnológica y una salida del atraso y la dependencia, este acuerdo refuerza la sumisión al imperialismo que perjudica en primer lugar a los trabajadores.
Sacando los trapitos al sol
Sin embargo, a pesar de las pocas precisiones otorgadas por el gobierno argentino, la Comisión Europea sí difundió un documento de 17 páginas que desagrega varios de los puntos del tratado de libre comercio, en el que queda en evidencia que el mismo excede a un mero "acuerdo comercial" para integrar una serie de puntos polémicos como la denominación de origen, medidas sanitarias, licitaciones públicas, entre otras.
Algunos puntos del documento:
- Comercio de bienes: en cuanto a la industria, la UE eliminará los aranceles sobre el 100 % de los bienes industriales durante un período transitorio de 10 años. Mercosur eliminará completamente como automóviles, autopartes, maquinaria, productos químicos y farmacéuticos. En cuanto a bienes agroindustriales, se destaca que en carne vacuna se acordó una exportación de 99.000 toneladas de peso, de las cuales 55 % será fresca y 45 % congelada, con una tasa de 7,5 % y eliminación del ingreso. Dicha tasa entra en vigencia también para la Cuota Hilton de la OMC. También hay cuotas pautadas para aves de corral, carne de porcino, etanol, arroz, miel, maíz dulce, quesos, leche en polvo.
- Liberalización del Mercosur de productos clave para UE: como vino, licores, aceite de oliva, fruta fresca (manzanas, peras, nectarinas, ciruelas y kiwis), duraznos en conserva, tomates en conserva, malta, papas congeladas, carne de porcino, chocolate, galletitas y refrescos.
- Licencias de exportación/importación: no están prohibidos per se, ya que cumplen con objetivos legítimos en algunos casos. Las licencias no automáticas sí están prohibidas.
- Se prohíben los subsidios a la exportación.
- Denominación de origen: en el documento se detallan definiciones generales, pero no se incluyen la lista de productos o bienes.
- Medidas sanitarias: los estándares de la UE no se relajarán de ninguna manera por el acuerdo con el Mercosur. Las normas SPS no son ni serán negociables, aclara.
- Licitaciones públicas: se facilitará a las empresas la posibilidad de presentar ofertas y ganar contratos del gobierno de manera recíproca. Evitará la discriminación contra proveedores de la UE. Esto contradice en algunos puntos lo que había adelantado cancillería en lo que hace a las compras públicas, donde afirma que "sólo regirá a nivel federal".
De acuerdo a un estudio de Magdalena Rua, Martín Burgos y Verónica Grondona ("Merco-Scam, Hoy the EU-Mercosur free trade agreement helps illicit financial flows"), elaborado a principios de año para el parlamento europeo, el acuerdo de libre comercio entre el Mercosur y la UE contienen un riesgo extremadamente alto para ambos bloques de facilitar flujos financieros ilícitos, evasión de impuestos y lavado de dinero.
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