“¿Era posible que me hubiera hecho amiga de una asesina?”; “¿cómo se condena a una persona a prisión perpetua sin pruebas?”; “¿qué pasaría si te arrastra la maquinaria de un sistema incapaz de ver más allá de sus prejuicios?”, “¿y si tenés que esperar años para que, por lo menos, alguien te escuche, alguien te crea?”
Esas y otras tantas preguntas recorren la hora de duración del documental Fragmentos de una amiga desconocida, que este jueves 11 se estrenará en el cine Gaumont de la Ciudad de Buenos Aires.
Esas y otras preguntas se hace la directora y periodista Magda Hernández, quien decidió realizar el film a partir de haberse hecho amiga, mucho antes de ser condenada, de la involuntaria protagonista de esta historia. Una historia tan real que supera a cualquier ficción.
Un caso sin testigos
El documental, producido por Mita´i Films con el apoyo del cineasta Enrique Piñeyro, relata el caso de Cristina Vázquez, una joven formoseña condenada a prisión perpetua por haber sido acusada de participar del homicidio de una vecina. Una condena que tiene todos los condimentos clasistas, estigmatizantes y justificadores de la criminalización de la pobreza que puedan imaginarse.
El 28 de julio de 2001 Ercélides Dávalos (79 años) fue encontrada muerta en su casa del barrio El Palomar de Posadas, Misiones. Tenía golpes en todo el cuerpo. Su muerte se habría producido entre las 21 y las 0. La alarma de la casa no se activó ni se forzaron las puertas.
Pese a ello, el Poder Judicial nunca investigó pistas lógicas. Como por ejemplo quién fue la última persona que vio a la mujer (un testigo dijo haber visto a un hombre, que habría estado haciendo reparaciones en la casa hasta las 21:30, irse raudamente del lugar). Tampoco se investigó a familiares ni conocidos de Dávalos.
Sin embargo, a los dos días del hecho la Policía fue a la casa de Cristina, quien vivía enfrente. Directamente se la acusó, junto a una pareja de conocidos, de robar y matar a su vecina. Pero en la escena del crimen no se hallaron huellas ni rastros que los pudieran incriminar. La testigo que los involucró en la causa solo declaró una vez durante la instrucción, pero nunca amplió su versión ni tampoco se presentó en el juicio oral.
Sin pruebas ni testigos fehacientes, el Poder Judicial avanzó contra Cristina. Y hasta menospreció tres testimonios clave en su favor. Celeste García y su padre Pedro Oyhanarte declararon que, la noche del hecho y todo el día siguiente, Cristina estuvo con ellos en una granja a ocho kilómetros del lugar. Y otro vecino afirmó que vio pasar a Cristina junto a Celeste cuando se iban a la casa de esta. Pero no hubo pericias allí ni búsqueda de más testigos.
Por un “dice que”
Pese a no tener con qué, durante años a Cristina varias empresas periodísticas la llamaron “La Reina del Martillo” (posiblemente tomando el apodo de otra mujer detenida) y construyeron un personaje con su rostro y su nombre, totalmente funcional al relato que la fiscal Liliana Picazo buscó instalar públicamente.
“¿Por un ‘dice que’ me van a llevar a juicio?”, se pregunta en el documental Cristina Vázquez. “Con el ‘dice que’ les alcanza y les sobra”, se responde.
Los escenarios en los que transcurre el film son, mayoritariamente, la celda en la que está detenida Cristina y otros ámbitos del penal de Posadas, y su casa natal (donde su padre, su madre, su hermana y su sobrina la esperan). Todo entremezclado con imágenes de archivo y los espacios propios de las personas entrevistadas.
No hay pruebas
Otra de las protagonistas del film es Indiana Guereño, presidenta de la Asociación Pensamiento Penal, quien analiza a fondo la causa y la sentencia que llevaron a Cristina a estos once años de prisión.
“Hay más de diez pruebas científicas que demuestran que Cristina no tuvo nada que ver con el hecho”, sintetiza Guereño. Y agrega que “cuando uno ve la sentencia se da cuenta que no hay ninguna prueba”.
En un artículo publicado en el sitio web de la asociación, la abogada afirma que “en la escena del crimen no hay rastros ni huellas de Cristina Vázquez. El examen de ADN dio negativo y no hay personas que acrediten su culpabilidad. La propia sentencia condenatoria lo admite cuando afirma que no hay pruebas suficientes sobre su participación en el hecho. A pesar de ello, el tribunal construye la culpabilidad de Cristina Vázquez en base rumores, cargados de prejuicios de género y de clase”.
“Su condena viola todos los principios que protegen la libertad ya que juzga un estilo de vida que el tribunal imagina conocer”, afirma Guereño. Y agrega que “para condenar a las personas que cometen esos actos, ellos tienen que ser probados en un proceso donde se respeten las garantías constitucionales. Hasta que eso ocurra toda persona es inocente y tiene derecho a ser juzgada en un plazo razonable”. Nada de eso ocurrió con Vázquez.
La Asociación Pensamiento Penal denuncia que hubo tantas irregularidades en el proceso penal que la Corte Suprema de Justicia de la Nación ordenó que la condena fuera revisada en Misiones. “Sin embargo, el máximo tribunal provincial volvió a confirmar copiando y pegando párrafos enteros de la sentencia que debía revisar”, agregan.
“Hoy Cristina Vázquez tiene una nueva oportunidad de ser escuchada. Actualmente la causa se encuentra en la Corte Suprema de Justicia de la Nación. Es la última chance de que la justicia la absuelva”, dice la abogada Indiana Guereño.
Causas armadas
La historia de Cristina Vázquez es particular. Pero al mismo tiempo no suena original en Argentina. Las causas armadas contra personas del pueblo trabajador, casi siempre para encubrir a otros culpables o para “resolver” casos de forma rápida y sin mayores riesgos para el poder, son moneda corriente.
Otro documental, muy reconocido, El rati horror show (dirigido por Enrique Piñeyro) cuenta lo que le pasó a Fernando Carrera en la Ciudad de Buenos Aires. Otra historia particular pero con guión y actores más o menos parecidos. El Estado descargando, ilegalmente, todo el peso de la ley contra hombres y mujeres inocentes para demostrar que el sistema policial, judicial y penitenciario “funciona”.
En Fragmentos de una amiga desconocida Celeste, la amiga de Cristina, dice que quienes la juzgaron “consideraban que tenía una vida marginal o de vicios. Cuando está la condena social y la condena mediática es muy difícil revertirlo después”. La propia Cristina afirma que ella “no sabía cómo era la Justicia... hasta que me tocó”.
Este jueves el film de Magda Hernández se estrenará en el cine Gaumont de la Ciudad de Buenos Aires (Rivadavia 1365) y en forma simultánea será liberada en Youtube. Ver el documental y difundirlo es, sin dudas, un valorable aporte para lograr la absolución, el desprocesamiento y la libertad de Cristina Vázquez.
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