Es sabido que el resultado de la votación por partidos no debe proyectarse a octubre. Pero la ventaja de veinte puntos obtenida por el Partido Nacional y la escasa votación del Frente Amplio deberían encender una luz de alarma en la coalición gobernante. Las declaraciones y los festejos bastante apagados del domingo por parte del Frente Amplio, intentaron disimular un principio de crisis que era evidente. Es que el Frente Amplio no logró movilizar a su base electoral en sus dos principales bastiones de Montevideo y Canelones y esto se tradujo en una pérdida de 45 mil votos en el marco de una elección que superó levemente la participación del 37% del 2014. En los días previos, distintos rumores de prensa indicaban que la dirigencia del FA estaba preocupada por lo que, estimaban, sería una baja votación hacia su partido.
Quizás algunos de los problemas del Frente Amplio que posibilitaron esta magra elección tengan que ver con su propia campaña electoral. Donde en el afán de mostrar una campaña “tranquila” y en unidad (en contraposición a la interna blanca), hubo una ausencia total de debate entre los pre-candidatos frenteamplistas, que abonó en la opinión pública la idea de que eran esencialmente lo mismo. No existió un motivo o idea-fuerza que llamara al votante identificado con el FA a votarlo. Acaso la candidatura de Óscar Andrade intentó ser ese “revulsivo” que faltaba, apelando a retomar cierta mística y retórica de un FA “de los orígenes”, aún sin moverse un ápice del programa de todo el FA. Sin embargo, tantos años de ejercicio del poder y manejo del Estado, han borrado el programa original por completo de la coalición, quedando solo para algunos discursos.
Ya con los resultados servidos, en los días posteriores quizás haya habido dirigentes del partido de gobierno que agradecieron a Andrade por los servicios prestados por su candidatura. De no haber existido esta importante “colaboración” de Andrade, el FA aún tenía espacio para seguir cayendo y votar aún peor.
Deberá analizarse más detalladamente la geografía y la sociología del voto, pero en Montevideo y Canelones con niveles de abstención de alrededor del 65%, hace pensar que los sectores populares y trabajadores de las zonas urbanas tendieron a no votar. Los slogans de los candidatos del Frente Amplio no llegaron a conmover a sectores importantes de la población que están siendo afectados por una desaceleración de la economía, cierres de fábrica y pérdidas de puestos de trabajo.
Es que en el relato que ha construido el FA de sus gobiernos como garantía de inclusión y de creación de una nueva “clase media”, los más de 500 mil trabajadores (más del 30% de la fuerza de trabajo) con salarios inferiores a 25 mil pesos quedan afuera.
Recién después de 24 horas de conocidos los resultados, algunos dirigentes del FA, entre ellos Javier Miranda y el propio Daniel Martínez comenzaron a hacer acuse de recibo del importante golpe recibido el domingo. Los días posteriores a la elección han mostrado el desnorte de la dirección frenteamplista, con un Martínez que desde un primer momento dejó a un lado la posibilidad de que Carolina Cosse sea su vicepresidenta. Si analizamos los resultados fríos y la relación de fuerzas posterior a la elección, vemos que Mujica resultó un claro perdedor, no pudiendo imponer la compañera de fórmula y quedando desdibujado en la interna. Tan desdibujado y nervioso parece estar el ex-Presidente que después de meses de demagogia sobre la posibilidad de que una mujer acceda a la presidencia, se despachó de la forma despectiva como en general lo hace contra el activismo feminista. Una nueva versión del “como te digo una cosa, te digo la otra”.
El voto útil en la interna blanca y Talvi se queda con el Partido Colorado
En el Partido Nacional triunfó el espanto del aparato contra la posibilidad de una victoria de Sartori o un segundo lugar mucho más cercano en votos. En este sentido, los porcentajes de Larrañaga y Antía sugieren que hubo una tendencia a utilizar la candidatura de Lacalle Pou como un instrumento para derrotar al multimillonario de forma contundente. Primó el voto útil de un votante blanco no tradicionalmente “herrerista” ni “lacallista” y como consecuencia reafirmó un liderazgo que parecía venir en caída.
Lo que en los días previos parecía inminente, es decir, una crisis en la interna blanca que postergara la resolución de la fórmula presidencial, sorprendentemente se transformó en su contrario. Lacalle en su acto, se mostró como la autoridad partidaria con una mayoría clara y definió la candidatura de Beatriz Argimón a la vicepresidencia, logrando una fórmula que será competitiva para octubre.
En las filas del Partido Colorado, Talvi logró un triunfo histórico con el 53,7 % de los votos, derrotando por mucho al histórico de Julio María Sanguinetti, que logró un 32,8 % en la interna. Aquí también se confirma el desplazamiento de los dirigentes históricos partidarios para dar paso a un cambio generacional, apostando a un discurso que intenta cuidar las formas y dialogar con algunos temas temas de importancia como la educación y la seguridad social.
Talvi en su discurso logró empatizar con sectores de la clase media y sus aspiraciones. En Montevideo movilizó un caudal importante de votantes y sorpresivamente en el interior también, logrando que en el total de sus votos haya un 60% de personas que no habían votado al Partido Colorado en 2014. En muchos casos es un voto liberal-progresista que retorna al Partido Colorado, basado en el discurso de los 136 liceos en todo el país como parte del combate contra la inseguridad. Sigue la idea-ilusión de recrear un nuevo "Uruguay Batllista" o "Un país modelo". Es en definitiva un voto por un país "de clase media" y con expectativas en que sus propuestas económicas hagan marchar mejor al país. Talvi también plantea un discurso a favor de los derechos humanos y de la búsqueda de los desaparecidos.
Estas características lo hacen un candidato con buenas posibilidades de pelear el voto astorista y del propio Partido Independiente, que en estas internas fue definitivamente el más golpeado, entrando como octava fuerza con apenas dos mil votos.
El dilema de la oposición: ¿Coalición con Manini Ríos?
Uno de los fenómenos sociales y políticos de los últimos meses ha sido el crecimiento de la figura de Guido Manini Ríos. Contrario a los consejos de Sanguinetti, que veía con malos ojos la fragmentación del sistema de partidos, Manini Ríos se lanzó con su propio partido y obtuvo más de 46 mil votos, siendo cuarta fuerza nacional y llegando al tercer lugar en Cerro Largo y Artigas. Es un voto que muchos han caracterizado como de “la familia militar”, lo cual es cierto pero no explica el fenómeno completo. En la composición de voto a Manini Ríos también hay sectores populares de la ciudad y del campo que han visto en Manini la figura de un caudillo militar que no tendría nada que ver con los políticos o con el sistema político tradicional. Es un voto por la “antipolítica” que cautivó a los sectores bajos urbanos o de la clase trabajadora pauperizada y no organizada sindicalmente, que históricamente estuvieron referenciados en la corriente de derecha populista por excelencia que ha tenido nuestro país, el “pachequismo”.
Rumbo a octubre ya aparecen los primeros desencuentros en los intentos de lograr una coalición de la oposición patronal con miras a un posible gobierno. Lacalle, en su discurso en la sede del Partido Nacional, reconoció haber llamado a los candidatos de los principales partidos de la oposición con miras a la conformación de un gobierno “multicolor”. Mientras tanto, Ernesto Talvi puso en duda un posible acuerdo opositor con Manini Ríos adentro. El candidato colorado buscará mostrar una coalición de centro con Lacalle Pou y Mieres, con acuerdos programáticos previos a la elección de octubre. Talvi es consciente de que mostrarse en acuerdo con Manini Ríos previo a octubre contribuye a espantar a una base electoral que en los últimos 15 años se ha mantenido cautiva por el Frente Amplio en general y por el astorismo en particular y que en muchos aspectos rechaza las visiones militaristas o fascistizantes que puedan tener sectores ligados al ex comandante en jefe.
Las acciones de Manini Ríos en defensa de Radaelli (asesino del científico chileno Berríos) y de la actuación del Tribunal de Honor, así como también de Gavazzo, “endurecen” el voto de Cabildo Abierto, pero a su vez, lo acota a un espacio reducido de votos en la perspectiva de lucha por el poder y hacen de “mancha venenosa” de todo político que se muestre cercano. La contradicción surge de que, si Manini logró casi 50 mil votos en una interna sin competición, la proyección hacia octubre le da grandes posibilidades de ingresar al parlamento con un cantidad considerable de diputados y quizás algunos senadores.
Esta posibilidad se ve incrementada si Talvi en su intento de correrse más hacia el centro, no lleva a un compañero de fórmula que retenga el voto del ala derecha del Partido Colorado. En las últimas horas se conoció la designación de Robert Silva, todavía sujeta a discusión jurídica acerca de si puede o no ser candidato, pero que contaría con los consensos internos en el partido. Silva es una persona vinculada a la educación y los planes mercantilizadores y comenzó su intervención en política con Germán Rama.
La estrategia posible para la oposición será mostrar un acuerdo programático entre Partido Nacional, Partido Colorado y Partido Independiente rumbo a octubre, buscando aislar a Manini Ríos. Esta estrategia de todos modos, sería funcional a aumentar el caudal de votos para la oposición en un futuro balotaje, ya que seguramente Cabildo Abierto vote al candidato opositor en segunda vuelta y, de acuerdo a su fuerza parlamentaria, podría ser clave para dar gobernabilidad a un eventual gobierno opositor.
La idea de coalición de Talvi, al igual que su plan económico y modelo de sociedad surge del modelo chileno. El nuevo líder colorado se inspira en La Concertación, la coalición entre social liberales, liberales y demócratas cristianos que gobernó Chile por más de dos décadas después de la salida a la dictadura de Pinochet, y mantuvo los pilares económicos y sociales del régimen neoliberal que fueron instaurados sobre la base de miles de asesinados políticos y desaparecidos.
Comienza la lucha por el centro
Una de las reflexiones que planteó el resultado de las elecciones internas es que en los grandes partidos ganaron los candidatos que expresaban el centro político. En ese sentido, se pueden ver muchos puntos de contacto entre Martínez, Talvi y Lacalle. Más de lo que a muchos frenteamplistas les gustaría para poder polarizar.
Como ejemplo, esta semana comenzó a circular la entrevista de Lacalle Pou con Blanca Rodríguez en Subrayado horario central, donde el candidato nacionalista afirma que impulsará una reforma jubilatoria. Este video es compartido como una especie de “evidencia del mal” por parte de muchos militantes frenteamplistas. Sin embargo, Mujica y Astori ya han anticipado que también van por la reforma jubilatoria, y Talvi junto a Pablo Mieres también lo han confirmado.
En muchos temas importantes veremos esta intersección entre los candidatos.
La confirmación de Graciela Villar como candidata a la vicepresidencia es un intento que queda a mitad de camino. Una candidata desconocida no solo por la población, sino por la propia base electoral y militante del FA. De todos modos, es un intento de mostrar “radicalización” en la moderación, incorporando a una candidata que supo estar en el Frente Líber Seregni y rompió para apoyar la pre-candidatura de Mario Bergara. Si el concepto para elegir a la vice por parte de Martínez se basaba en la “complementariedad” y el respeto a los equilibrios internos, Villar se puede decir que “complementa” en su perfil menos de gestión y más político, pero representa un desequilibrio con respecto a casi la mitad de los electores del 30 de junio que entre Andrade y Cosse sumaron el 47% de los votos frenteamplistas.
Esta pelea por el centro político parece ser la tónica del próximo período. Una pelea que implicará para el Frente Amplio, tener que desdibujarse aún más, dejando por el camino su definición de “izquierda” para jugar en el centro político. Esto no beneficia en nada a los trabajadores y trabajadoras, al movimiento estudiantil y a los sectores oprimidos de nuestra sociedad, ya que postergará nuevamente sus demandas y seguirá priorizando los intereses de las multinacionales, del capital extranjero, de los patrones de la ciudad y del campo, etc. Se abre entonces un momento histórico donde la clase trabajadora deba ajustar cuentas con esta vieja dirección. |