La Conferencia Episcopal Argentina invitó este martes a rezar por el expresidente Fernando de la Rúa, fallecido en la madrugada, a quien recordó como “un servidor de la Patria y de los valores de la democracia”.
“La Conferencia Episcopal Argentina expresa su sentido pésame por el fallecimiento del expresidente Fernando de la Rúa”, señala un comunicado del organismo que preside el obispo de San Isidro, monseñor Oscar Ojea.
“Pedimos a Dios le conceda el descanso eterno y la luz que no tiene fin. Imploramos para sus familiares el consuelo en estos momentos de dolor y que la protección de la Santísima Virgen los colme de paz”, agrega.
E invitaron a “la oración ferviente por el alma de quien fuera servidor de la Patria y de los valores de la democracia”.
Vale recordar que en medio de las jornadas revolucionarias de diciembre de 2001, cuando por orden de De la Rúa se declaraba el Estado de Sitio en todo el país, las fuerzas represivas estatales asesinaron a decenas de personas que protestaban en las calles contra las políticas de hambre, miseria y entrega que la Alianza llevaba adelante desde hacía más de un año.
En ese contexto, la máxima autoridad eclesiástica le hizo un verdadero “aguante” a esas políticas (llevadas adelante entre otros por Domingo Cavallo), fiel a su tradición de sostener con sus prédicas a los gobiernos más reaccionarios, ajustadores y represores, fueran constitucionales o encabezados por juntas militares genocidas.
En diciembre de 2001 al frente del Arzobispado de Buenos Aires estaba Jorge Mario Bergoglio, el actual papa Francisco. Su actividad entonces se desarrollaba cotidianamente a metros de la Casa Rosada, en la Catedral Metropolitana.
En esas horas trágicas, donde la sangre, el hambre y la miseria se diseminaban por las calles, Bergoglio brilló por su ausencia. O mejor dicho, “sirvió a la Patria” tanto como De la Rúa, negociando con los factores del poder económico y político cómo salvar a las clases dominantes descargando la crisis sobre las espaldas de los trabajadores y el pueblo pobre.
Tras la huida del presidente en helicóptero, Bergoglio y sus laderos impulsaron junto a Eduardo Duhalde y el resto de los políticos patronales el llamado “Diálogo Argentino”. Y nunca exigieron juicio y castigo para De la Rúa por sus responsabilidades políticas en los crímenes de Estado perpetrados en aquellos días.
Con discursos oportunistas y gestos de “humildad”, se pararon sobre las ruinas que dejaron De la Rúa y Cavallo y buscaron contener el océano de pobreza e indigencia creado por la desocupación, la brusca devaluación de la moneda y demás instrumentos favorables al gran empresariado local y multinacional. |