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29 de noviembre de 2024 Twitter Faceboock

Elecciones 2019
Daniel Martínez: Entre “matar a los padres” y ser el “mariscal de la derrota”
Damián Recoba

En la política partidaria en épocas de recambio y surgimiento de nuevos líderes se habla de “matar a los padres”. En este sentido, la elección de Martínez de su vicepresidenta por fuera de los consejos y requerimientos de Astori-Mujica-Vázquez cumple el rol de intentar imponer el nuevo liderazgo, pero al costo de resultar a nivel de la opinión pública un circo lleno de desprolijidades que hunde aún más al Frente Amplio y que termina con la elección de una desconocida.

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La elección de Daniel Martínez por Graciela Villar como candidata a la vice presidencia de la república dejó un tendal de heridos a la interna del Frente Amplio.

La primera y quizás la más expuesta fue la expre-candidata Carolina Cosse, que después de ser segunda en la interna en los días posteriores a la elección del 30 de junio mostró su predisposición a acompañar a Martínez en la fórmula. El MPP de Mujica fue uno de los más perjudicados, ya que no pudo imponer el complemento de la fórmula, mientras que Astori se quejó por las formas en el proceso de selección y que no se hayan tomado en cuenta los nombres sugeridos por el espacio del Ministro de Economía.

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Es que, Martínez como figura de recambio generacional intentó demostrar “autonomía” de decisión respecto al tridente que se ha repartido el poder los últimos 15 años Astori-Mujica-Vázquez En la política partidaria en épocas de recambio y surgimiento de nuevos líderes se habla de “matar a los padres”. En este sentido, la elección de Martínez de su vicepresidenta por fuera de los consejos y requerimientos de Astori-Mujica-Vázquez cumple el rol de intentar imponer el nuevo liderazgo, pero al costo de resultar a nivel de la opinión pública un circo lleno de desprolijidades que hunde aún más al Frente Amplio y que termina con la elección de una desconocida. Por si fuera poco, Carolina Cosse realizó una conferencia de prensa para anunciar su candidatura al Senado por Lista Amplia y después de mostrar su desazón con Martínez declaró que tuvo que “googlear” el nombre de Graciela Villar porque no la conocía. Esta situación interna y lo cuesta arriba de la elección de octubre-noviembre deja a Martínez también a las puertas de convertirse en el “mariscal” de una posible derrota, lo que dejaría a la coalición gobernante en una crisis de liderazgo aún más profunda.

La fórmula con la que el FA concurrirá a octubre es débil. En primer lugar porque Villar, si bien tiene trayectoria sindical y en el área social, es una completa desconocida más allá de los reducidos círculos de militancia frenteamplista. Es una candidata que no conoce no solamente la mayoría del electorado en general, sino la gran mayoría del electorado que se identifica con el partido de gobierno. En política de masas un partido que quiere hacerse del poder o conservarlo por la vía electoral debe poder instalar a sus principales figuras con antelación. Más cuando en el caso del FA es creciente el malestar social y el declive de la hegemonía social y política que le pronostica un universo más reducido de votos en un eventual balotaje. Con menos de cuatro meses para la primera vuelta, el tiempo parece correrle en contra a un Frente Amplio del cual sobre su candidata a la vicepresidencia lo único que conoce la amplia opinión pública es que no es psicóloga social.

Esos no son los únicos problemas que debe afrontar el oficialismo. Esta semana se conoció la noticia del alejamiento de Álvaro García del Partido Socialista para conformar un nuevo grupo. Así, otra figura de peso identificada con el ala “renovadora” abandona el PS y enfila hacia otras tiendas políticas a la interna de la coalición de gobierno. Por otra parte, el Frente Líber Seregni ya no cuenta con el liderazgo exclusivo de Danilo Astori. Si bien Asamblea Uruguay fue la lista más votada del espacio “seregnista”, la candidatura de Mario Bergara duplicó a los votos del “astorismo” duro. Rumbo a octubre el FLS que había presentado una sola lista al Senado en 2014, seguramente concurra con al menos tres, encabezadas por Danilo Astori, Rafael Michelini y Mario Bergara, el gran ganador de las internas en ese espacio ideológico y político. Como dijimos aquí a principio de año, Bergara buscaba ser la canalización de un voto “centrista-seregnista” al interior del Frente Amplio y a la luz de su desarrollo electoral, se perfila para ser el nuevo líder o disputar el liderazgo del sector.

Lo que se constata a diferencia de otras elecciones es no solamente la fragmentación del sistema de partidos con el surgimiento de nuevas expresiones como Cabildo Abierto, la irrupción de Juan Sartori con una minoría para nada despreciable, y la posibilidad de llegar al parlamento de por lo menos ocho lemas-partidos, sino también la tendencia a la atomización política a la interna del Frente Amplio.

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Danilo Astori sufrió por derecha el mismo problema que Constanza Moreira por izquierda. Ir con Daniel Martínez los desdibujó ideológicamente. Ambos se diluyeron en pos de apoyar a un pre-candidato con posibilidades de ser electo como candidato de todo el FA y con eso, negociar cuotas o espacios de poder hacia un futuro gobierno. Renunciaron a construir sus perfiles políticos en favor del pragmatismo y la realpolitik. Como decíamos arriba, en el caso del Ministro de Economía la renuncia a una candidatura del “seregnismo” y la irrupción de Bergara lo dejó en un tercer plano en los festejos de Martínez y en los días posteriores. El agradecimiento del ex intendente de Montevideo por su apoyo fue la elección de Villar, una ex militante de Asamblea Uruguay que se fue a apoyar a Mario Bergara para no votar a Martínez… y que ahora acepta ir en la fórmula en contra de la voluntad de Astori.

Constanza Moreira volvió al ostracismo político habiendo obtenido su grupo Casa Grande menos de 5 mil votos en el apoyo a la candidatura de Daniel Martínez. El espacio que en 2014 había votado a Moreira esta vez se dispersó centralmente entre Andrade, Cosse y Martínez. Es que para un sector importante de esa base militante, el apoyo al ingeniero constituía una contradicción política por parte de una figura que hace 5 años hablaba de “giro a la izquierda” y parecía querer construir su propio espacio político e ideológico. Parte de ese sentimiento de “giro a la izquierda” se lo quedó Óscar Andrade, ahora para pedir el voto por Martínez y reivindicar la elección de Villar.

El “rally” de campaña hacia octubre tendrá a un gobierno y un FA que en su corrimiento al centro del espectro político festeja con bombos y platillos el Tratado de Libre Comercio con la Unión Europea, que, a vivas luces es la confirmación de un proyecto de país con una economía primarizada y sin ningún intento de industrialización de ningún tipo. La “complementariedad” de la que tanto hablan los sabios del libre comercio radica en que Uruguay coloque carne, soja y otros productos centralmente primarios, con la contrapartida del ingreso irrestricto de todo tipo de productos industrializados procedentes de la UE. En Argentina este tratado ha despertado las críticas de la tibia oposición peronista encabezada por la candidatura del moderado Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner por considerar que puede ser un golpe final a su industria, mientras los periodistas de los medios ligados al macrismo se preguntan por qué Uruguay y Bolivia siendo gobiernos de izquierda festejan el acuerdo. La respuesta es simple: son países con una industrialización mínima y con muy poca industria para proteger. En el caso de nuestro país ese proyecto comenzó en la década de la dictadura y a la salida con el país “plaza financiera y de servicios” que consistió en desmontar los restos de industrias aún vivientes desde el “neobatllismo”. El tratado con la UE y la inversión de UPM son a la vez para el gobierno demostración de la “firmeza” de su rumbo y la constatación de que “Uruguay hace los deberes” y los inversores extranjeros confían en el país. Una inversión privada que se presenta como la más importante de la historia, pero a costa de la inversión pública más importante de todos los tiempos para el país, en beneficio de una multinacional.

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Hacia octubre vendrá una campaña polarizada entre dos variantes que utilizarán el mecanismo de la polarización para ganar el centro. De un lado el Frente Amplio agitando el fantasma de la vuelta de la derecha como último intento de reavivar cierta mística y base social que le permita revertir la situación de franco retroceso en la que se encuentra. Del otro lado una coalición de centro-derecha que de triunfar buscará a Cabildo Abierto para gobernar en una coalición aún más amplia en lo que en otros países se llama “partido del balotaje”. El camino de la segunda vuelta será finito y habrá que ver que es lo que prima a nivel de masas, si el hartazgo con 15 años de gobiernos del FA que dejan en el debe la resolución de importantes problemas económicos y sociales para las amplias capas trabajadoras, populares y medias de la ciudad y del campo, o si se impone el rechazo por los partidos tradicionales que, desde la crisis del 2002 tienen un techo rígido en la opinión pública que los ha hecho no sumar más del 44% de las voluntades en primeras y segundas vueltas de los últimos 10 años.

 
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