Fundada en 1531 cuando Enrique VIII se erige jefe de la misma, la Iglesia Anglicana representa un cisma del catolicismo que establece por siempre la unidad de la religión y la monarquía, es decir el Estado.
Terminada de construir en 1967, el edificio es una moderna construcción circular de piedra de Portland, elevada por sobre el resto de los edificios de la zona. El edificio está sostenido por 16 pilares con una cúpula con pináculos en cruz vértice. En la puerta principal una estructura sustituye al clásico campanario con cuatro campanas de menor a mayor, en cuatro huecos con forma de rectángulo. Millonaria su construcción, hay que decir.
Para acceder a la Catedral es necesario ascender una enorme escalera para entrar a la nave central circular, donde el púlpito se encuentra en el centro y las butacas están ordenadamente colocadas alrededor del mismo. Cada tanto una capilla donde distintas obras representan ideas base del cristianismo. Llama la atención en particular una, que simboliza la unidad, donde una estatua reproduce a un soldado alemán y otro británico de la Primera Guerra Mundial dándose la mano frente a una pelota de fútbol. Quizás hayan olvidado los anglicanos el Tratado de Versalles que humilló a la derrotada Alemania y dio a Hitler el argumento para el rearme.
A pesar de ser domingo de Pascuas, poca gente, toda muy bien vestida, está en la misma al finalizar el sermón. El sacerdote es un tipo joven de cara colorada y nariz más colorada aún, como suele uno pensar a los borrachos. El hombre estrecha la mano de personas negras, inmigrantes hindúes y paquistaníes muy bien vestidos y algunos ancianos blancos.
Olvidé decir que la Catedral se encuentra junto a la majestuosa Universidad de Liverpool, muy por encima de ella en altura. Construida en 1881 en una impresionante construcción victoriana de ladrillo rojo, incorporándose distintos pabellones modernos, entre ellos el John Lennon de arte moderno.
Walter Benjamin sostenía que la verdadera religión del capitalismo es el dinero. Por eso a la nave semi-vacía de la catedral se le contraponían las multitudes arrojadas sobre Harrods y John Lewis, verdaderos templos del consumo, como fanáticos feligreses del capital. Ahí sí se puede observar la predominancia blanca de una ciudad mayoritariamente blanca. El Templo de Dios en las alturas reina sobre el Templo del pensamiento y por encima de ellos y dirigiéndolos a ambos, los Templos del dinero.
En sus representaciones místicas e ideológicas, lo simbólico es que la fuerza material del capital es la que rige en la sociedad y el Estado moderno. El capital reina tanto en la tierra como en los cielos. |