El acuerdo necesita refrendarse en los poderes legislativos de cada país en un proceso que se estima que tome de dos a tres años según las visiones más optimistas.
Desde el gobierno se plantea que “permitirá abrir muchas puertas a los sectores productivos en Uruguay y también se vuelve nuestro país más atractivo a la hora de que se radiquen inversiones de calidad que generen puestos de trabajo bien remunerados” pero esto no pasa de ser un intento del gobierno de presentar al acuerdo como algo positivo para el país.
Sin embargo para el Uruguay, como para el resto de los países de la región, implica más dependencia con respecto a los centros de capital imperialista, favoreciendo solamente la reproducción del modelo agro exportador y la mayor dependencia con respecto al capital imperialista.
Entre otras cuestiones se liberaliza la exportación industrial por lo que se prevé un mayor beneficio para los países más industrializados como Alemania o Francia que tendrán nuevos mercados en nuestros países, pero pondrá en riesgo a los sectores industriales en la región, muchos de ellos ya muy afectados por décadas de políticas desindustrializadoras .
Desde una perspectiva general para los trabajadores del MERCOSUR son malas noticias por la desocupación que generará y por la presión que impondrán los gobiernos locales para flexibilizar las condiciones de trabajo para favorecer la “competitividad” a costa de la clase trabajadora.
Para la población de todos los países del MERCOSUR se trata de la reafirmación de un modelo que busca constantemente mejores oportunidades para los empresarios y el capital nacional e internacional, a costa de la exclusión de las grandes mayorías nacionales que solo reciben trabajo precario y mal pago o están condenadas al desempleo.
Con el acuerdo la Unión Europea tendrá trato preferencial en las licitaciones públicas y las empresas estatales deberán funcionar plenamente bajo reglas comerciales lo cual es un nuevo retroceso que favorece la penetración imperialista y generará peores condiciones laborales en el sector público.
Los ganadores
Para los exportadores de carne se establecerá el beneficio de la eliminación del arancel por la cuota Hilton lo que representaría para ese sector en Uruguay un “ahorro” de US$ 15 millones. Se ofrece además un plus de 99 mil toneladas de carne con hueso refrigerada y congelada (considerada de menor valor y calidad) a repartir entre los socios del MERCOSUR con una cuota del 7,5%.
También en función de los intereses uruguayos habrá una cuota de exportación de 6 mil toneladas de arroz con arancel al 0 %, como también acceso del sector cítrico al mercado europeo.
El aumento del comercio y las oportunidades de negocios que podrían tener estos sectores, solo generarán beneficios para los capitalistas, no significan mejores condiciones de vida para los trabajadores y sectores populares. Políticos como Nin Novoa pretenden instalar la idea de que estos acuerdos favorecen al país, pero en realidad los únicos beneficiados serán los empresarios.
Los perdedores
Por el contrario en Uruguay es posible se vean afectados el sector lácteo (en particular por la exportación de quesos hacia Brasil), el vitivinícola y el automotriz generando pérdidas de puestos de trabajo y mayor recesión en el sector. Desde la propia Cámara de Industriales Automotrices del Uruguay se ha aclarado que “el sector automotriz nacional difícilmente tenga algún beneficio, más bien se dedicará a mitigar los impactos”, porque se podrá dar el caso de que las autopartes europeas entren directo al mercado brasileño sin necesidad de que se produzcan en Uruguay.
Firmadores seriales
El canciller uruguayo Nin Novoa que se sumó al coro de alabanzas al tratado impulsado por Macri y Bolsonaro, destacó que el gobierno uruguayo logró el TLC con Chile, México, el acuerdo comercial con China y el trabajo iniciado para un acuerdo de libre comercio con Canadá y con la Asociación Europea de Libre Comercio.
Con sus propias palabras dijo: “Tenemos una asociación estratégica con China, que es la segunda economía del mundo, y hemos logrado acceso de carne con hueso a Estados Unidos. Todas estas cosas son parte de una agenda de inserción internacional que Uruguay nunca había tenido, y lo digo con satisfacción y orgullo, porque el mérito no es sólo mío”.
El canciller se muestra orgulloso del trabajo realizado que reafirma a Uruguay como un país cada vez más dependiente de las exportaciones de materias primas y del culto a la llegada (a cualquier precio) de inversiones extranjeras como las de UPM.
Muestra con orgullo la reafirmación del modelo de país agroexportador y excluyente de las grandes mayorías trabajadoras, en el que en pos de mantener la atracción de las inversiones a través de la precarización del régimen laboral las exoneraciones impositivas en favor de los grandes capitales.
En definitiva el acuerdo Unión Europea – MERCOSUR y el acuerdo del gobierno uruguayo con UPM son dos grandes reafirmaciones del modelo primarizador de la economía uruguaya. El discurso del país productivo y de desarrollo nacional enarbolados por el Frente Amplio quedan solo en eso, en un discurso sin conexión con sus acciones reales desde el gobierno nacional.
¿La economía al servicio de quiénes?
El gobierno intenta pasar al tratado como un éxito de su política internacional, pero en definitiva solo beneficiará a grandes intereses locales vinculados a las materias primas (la rancia oligarquía como gustan en llamarles en épocas de elecciones) y al capital imperialista extranjero (tanto por la importación de sus mercancías con arancel 0 o por la importación de sus inversiones de capital con grandes beneficios impositivos y de todo tipo).
Se presenta este modelo como “productivo” y generador de empleo, pero la realidad es que solo es funcional para sostener los números macros de la renta nacional (como las exportaciones y el ingreso de divisas), el beneficio para un puñado de terratenientes y exportadores locales y sobre todo para las grandes empresas imperialistas europeas que ahora dispondrán del acceso a un mercado “libre” de 260 millones de consumidores (la población del MERCOSUR).
Libertad para el movimiento de mercancías y capitales, pero no libertad para los migrantes que huyendo de la realidad de sus países buscan un futuro mejor y que en los países europeos son tratados como ciudadanos de segunda.
El rechazo a este modelo tampoco debe llevar a salidas capitalistas igual de perjudiciales para las grandes mayor como el proteccionismo promovido por Trump y algunas corrientes populistas latinoamericanas.
Los trabajadores sudamericanos deben pelear por una alternativa independiente de la clase trabajadora que cuestione la dominación imperialista y de los grandes empresarios locales sobre los medios de producción estratégicos. Medidas que solo un gobierno de los trabajadores puede satisfacer a favor de las necesidades de las grandes mayorías nacionales. |