Imagen: La Izquierda Diario
En un país donde cada 30 horas asesinan una mujer por el sólo hecho de ser mujer, cuando está fresco el asesinato de Melina y la desaparición temporal de Nicole Romero, estos dichos filo-femicidas se oyen a diario en los medios de comunicación. Culpan a las mujeres por vivir libremente su deseo y su amor, por vestirse como quieren y las hacen responsables de la crueldad machista.
Una semana después de estos hechos, el repudio de organizaciones de mujeres feministas y lesbianas se hizo sentir en la Estación de Once. La izquierda diario estuvo ahí para contarte la voz de las mujeres.
El escrache fue organizado por el Comando Antipajero de Zona Oeste, un colectivo de intervenciones callejeras que denuncia el acoso machista. Con pancartas y stencils que decían “Ningún beso nace hetero”, “no a la homolesbotransfobia”. Y con cantos y gritos como el tradicional “a la iglesia católica apostólica romana, que se quiere meter en nuestras camas…”. Unas 100 mujeres y algunos varones se sumaron a este repudio, que también logró congregar como público a varias personas que pasaban por la estación. Se hizo también un “besazo” como viene siendo la marca particular del repudio a la homolesbotransfobia.
Algunos testimonios de las y los participantes: Maru, integrante de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto y parte de la Consejería pre y post aborto de La Matanza, nos contaba de las chicas agredidas: “Lo primero que hicimos fue comunicarnos con ellas darles el apoyo, repudiar completamente la acción que tuvo el personal que sepan, que ellas sepan que no es su culpa, no revictimizar(…) Lo que básicamente nos convoca es exigirle a una empresa de transporte masivo que tiene recursos para desplegar políticas integrales de diversidad, talleres de sensibilización, para que ninguna mujer ni hombre tenga que volver a pasar por esta situación (…) Nosotros caracterizamos estos dichos como filofemicidas. (…)Una de las chicas está recluida dentro de su casa, no quiere salir, no quiere ver a su pareja (…) La otra chica sí nos escribió, se estuvo contactando de hecho en el escrache, mandó mensaje llamando a los testigos que estuvieron en ese momento para que puedan acompañar la denuncia”.
Mabel Bellucci, ensayista y activista queer, autora de Historia de una desobediencia: “Es parte del mito fantasmagórico de la masculinidad heterosexual ver dos mujeres besándose. Eso los atrae y les provoca rechazo. Los atrae por una cuestión de calentura, pero también ahí no interviene el falo, entonces quedan afuera. Y se va a seguir haciendo esto, el hecho que esté la ley no significa nada, es una lucha cultural muy intensa que la tenemos que hacer en diversos frentes y siempre tenemos que articular. (…) En las provincias donde aún cuesta decir ‘aborto’, no se puede decir en voz alta ‘yo aborté’, el aborto es un gran paraguas para que se debatan muchos otros temas relacionados con las sexualidades divergentes”.
Una joven chilena que se enteró por facebook del escrache: “Me parece que es una mierda que a dos chicas que aparte eran menores de edad, se les persiga por darse un beso, es indignante y tiene que visibilizarse esa situación porque si no se va a seguir repitiendo. Yo veo que aquí se aprobó la ley de matrimonio igualitario, a nivel legislativo está bien, pero se ve que no se lleva a cabo, porque siguen habiendo actos de discriminación y de violencia”.
Un profesor de lengua y literatura y perfomer: “Yo me posiciono dentro de lo que son las sexualidades disidentes (…) No puede ser que haya gente que sí se pueda besar y gente que no. A pesar de que siempre se habla del avance que tiene este país con respecto a leyes por cuestiones de género, que pasen estas cosas me parece una contradicción. (…) No es lo mismo ser puto en capital que ser puto en Florencio Varela. Yo ahora tengo los labios pintados pero sinceramente cuando vuelva al conurbano me lo voy a sacar porque sé lo que va a pasar. (…) Pibes que son futboleros, que les pasa lo mismo que los reprimen que los cagan a palos, que después son los que te señalan porque sos varón y te pusiste tacos, decirles ‘bueno ¿qué sos de la yuta?’ es un punto de conexión, todas esas variables se conectan, la clase, el género, como que no importa, hay un enemigo en común”.
A dos mujeres de corrientes, que vinieron a buscar trabajo a Capital les llamó la atención el escrache: “Hoy en día la homosexualidad es algo normal. (…) Me llamo Mariel soy de Corrientes, yo trabajo en mi casa y hay un tipo que me molesta sólo por la vestimenta que tengo y porque no le doy bola. El tipo me molesta porque me visto como hombre, porque tengo un trabajo de hombre, porque trabajo en mi casa, trabajo en la calle, ando tarde. Yo me vine de Corrientes buscando trabajo acá. En la calle, me molestan sólo por vestirme así, me dicen que soy lesbiana, me acosan. Hay gente que tenemos cierta edad y no terminamos el secundario (…) trabajamos en feria y no podemos vender lo mismo que los hombres porque somos mujeres, tenemos que vender comida, no es así. Yo pienso que todos tenemos que ser iguales. Los tiempos no son más los mismos de antes, así que yo pienso que tienen que cambiar estas cosas”.
Desde LID les comentamos el rol destacado de la comisión de mujeres en el conflicto de LEAR tanto en la lucha contra los despidos como por los derechos de la mujer trabajadora: “A mí me encantaría -que se hagan comisiones de mujeres- porque es lindo reunirse entre grupos y ver qué es lo que pasa, qué se puede hacer. Para ayudar a la gente, a las personas, a las mujeres y a los que sufren todos estos acosos en el trabajo, en la calle. Espero que se haga eso, porque cuando se unen y comprometen en algo entre más personas juntas es mucho más, las cosas pueden salir mejor. (…) Estamos acá para decir lo que sentimos”. |