Durante la última etapa de la revolución mexicana, luego de que triunfara el Constitucionalismo y Venustiano Carranza, el ala derecha del movimiento revolucionario, tomara el poder como encargado del Poder Ejecutivo, los trabajadores de la Ciudad de México decidieron hacer una demostración de fuerza que paralizó el conjunto de la economía y la vida social en la capital.
Desde mediados de 1915 a mayo de 1916, decenas de huelgas estallaron a nivel nacional. Maestros, choferes, panaderos y trabajadores del comercio en la ciudad de México, petroleros de El Águila, trabajadores textileros, mineros de El Oro en el Estado de México, tranviarios y electricistas en Guadalajara, trabajadores portuarios de Veracruz y Tampico, mineros y tipógrafos de Pachuca, entre muchos otros, se levantaron a luchar por sus derechos.
Las demandas obreras consistían en exigir el pago de sus salarios con base al oro, debido a que los precios de los alimentos en el mercado, además de ser elevados (en el marco de la crisis que significó para la economía la revolución), eran establecidos por los comerciantes con esa base. Así, los trabajadores exigían un salario en oro y no en billetes constitucionalistas, ya que éstos se depreciaban por la escasez de productos y la inflación. Debido al deterioro de la economía, el papel moneda llamado infalsificable había sufrido una gran devaluación y cada uno de aquellos pesos valía el equivalente a dos centavos.
En el país, aún se respiraba la presencia de los ejércitos campesinos y populares de Francisco Villa y Emiliano Zapata en la Ciudad de México, a los cuales la clase obrera había visto con simpatía, pero que, debido a sus direcciones, no se habían sumado a la revuelta y nunca se alcanzó la alianza entre campesinos y trabajadores. Incluso, trabajadores de la Casa del Obrero Mundial, la cual originalmente había albergado en su seno a obreros anarcosindicalistas, habían sido utilizados por Álvaro Obregón para combatir a los villistas.
Estalla la huelga general
La Federación de Sindicatos Obreros del Distrito Federal (FSODF), que agrupaba a trabajadores electricistas, tranviarios y empleados de comercio, estalló una huelga general en la Ciudad de México a finales de julio de 1916.
La huelga fue seguida por más de 86 mil trabajadores y paralizó el conjunto de las actividades productivas y de los servicios en el Distrito Federal. La Casa del Obrero Mundial, había ya roto su alianza con el Constitucionalismo por lo que apoyó la acción.
Anteriormente, el 22 mayo, la FSODF había demandado el pago en oro o su equivalente en moneda de curso legal, pero el gobierno carrancista había hecho caso omiso. Así, el 31 de julio se acuerda realizar la huelga general.
Previendo un posible encarcelamiento de sus dirigentes por parte del gobierno de Carranza, se crearon tres comités de huelga. Ernesto Velasco, en ese momento Secretario General del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME), encabezaba el Comité de Huelga y debía permanecer oculto con la responsabilidad de girar instrucciones para reanudar el servicio eléctrico cuando las demandas fuesen satisfechas.
La huelga general estalló paralizando todo: los servicios de electricidad, agua potable, tranvías, servicios fúnebres, coches y carreteras, así como la venta de pan y tortillas y también del servicio de teléfonos y del resto de las fábricas y talleres. Se demostraba de esta forma el enorme poder de la clase obrera cuando actúa unida.
El gobierno de Carranza temblaba ante una huelga general de tiempo indefinido llevada adelante por obreros valientes dispuestos a enfrentar la represión y la cárcel si era necesario.
El Estado capitalista reprime como respuesta a los reclamos
La respuesta de Carranza al sentirse acorralado fue la represión, acusando a sus organizadores de traidores a la patria y ordenando su arresto inmediato.
Al día siguiente de la huelga, 1 de agosto, Carranza decreta la Ley Marcial. Esta ley había sido adoptada por Juárez en contra de los trastornadores del orden público y de manera sumaria contemplaba la pena de muerte. Carranza se la aplicó a los huelguistas.
Se detuvieron a varios dirigentes de la Casa del Obrero Mundial, pero no fueron ejecutados. Se les envió a la Penitenciaria Nacional. El 2 de agosto en la mañana, Ernesto Velasco, es localizado en su escondite y es obligado a dar la instrucción para la reanudación del servicio eléctrico.
El 2 de agosto de 1916 la Casa del Obrero Mundial fue clausurada por el gobierno y se restablecieron los servicios públicos, sin embargo, hasta después de doce días es que se reanudan las labores en su totalidad.
La huelga triunfó al final
Los líderes obreros son sentenciados ente tribunales, el gobierno contemplando que si llevaba adelante la pena de muerte podría desencadenarse una revuelta obrera generalizada aún mayor a nivel nacional, decide suspender las sentencias que implicaban pena capital.
EI 26 de agosto se realizó el Segundo Consejo de Guerra y en el transcurso del mismo se condenó a muerte a Ernesto Velasco; la sentencia, sin embargo, también fue suspendida.
El 28 de septiembre ante el temor de otros levantamientos obreros, Carranza expide un decreto según el cual todos los salarios deberían ser pagados en oro nacional. A Ernesto Velasco se le liberaría el18 de febrero de 1918.
Esta enorme gesta sin duda también fue tomada en cuenta para el reconocimiento de los derechos obreros en el artículo 123 de la Constitución de febrero de 1917, derechos que, sin embargo, los patrones y los gobiernos capitalistas intentan arrebatarnos todo el tiempo hasta la fecha. |