El uso de esta palabra, es muy frecuente en México, su uso está naturalizado para demostrar ‘respeto’; sin embargo es más bien impuesto en el núcleo familiar. También es común que se utilice entre pares, justamente porque no se reflexiona sobre el significado de esta palabra.
El origen de esta palabra no es claro pero se cree que su uso en México comenzó a partir de la colonia; era la forma en que tenían que referirse los esclavos y las castas de la Nueva España a los criollos y peninsulares. Desde entonces la palabra se instaló en el lenguaje y la subjetividad en México.
Mande viene de mandar, y uno de los significados de la palabra según la Real Academia Española es “para declararse dispuesto a declarar los mandatos de otro”. Actualmente se trataría de la abreviación de “mándeme usted” o “mande usted”.
Es tan común el uso del “mande” que parece que ha perdido su significado, sin embargo aparece como un acuerdo tácito que se debe de utilizar siempre cuando uno se dirige a algún superior (de edad, de puesto, de mando, etc.)
¿Realmente es importante el uso de esta palabra?, ¿habría que sustituirla?, quizá parece una exageración plantear estas preguntas; sin embargo el lenguaje es fundamentalmente lo que constituye al sujeto—desde la psicología social-, por lo tanto habría que considerar retomar nuevas formas de relacionarnos y nombrarnos sin requerir de expresiones que hagan alusión a un lugar de sumisión.
Es particularmente difícil desarraigar esta palabra en un sistema de opresión y explotación como el capitalismo que está basado en la división de clases, las explotadoras que viven a costa del trabajo de la mayoría y los explotados a los que nos obligan a naturalizar un lugar de servicio.
En mi generación todavía se acostumbraba a utilizar estas expresiones de “respeto” a los mayores, pero cada vez es menos común que en la familia nuclear obliguen a los niños a decir mande o hablarle a los padres de “usted”; sería importante empezar a cuestionar estas formas de relacionarnos y dejar de asumir un lugar de sumisión que no nos permite cuestionar lo establecido, entre eso el sistema que nos exprime hasta la muerte. |