Su feroz dictadura asesinó a cientos de luchadores sociales en particular a Julio Antonio Mella. En 1933, el gobierno de Gerardo Machado estaba en franca crisis: perdió, entre otras cosas, el apoyo que tenía de los estudiantes que luchaban desde el frente del Directorio Estudiantil Universitario (DEU) de Eduardo Chibás y Pío Alvaréz, así como del Ala Izquierda Estudiantil de Raúl Roa y Pablo de la Torriente Braú.
Su gobierno también desaprovechó el apoyo de un ala de los partidos tradicionales agrupados en la Unión Nacionalista de Carlos Mendieta y Mario García Menocal. En las fábricas y empresas la Confederación Nación Obrera de Cuba, la Federación Obrera de la Habana, comunistas y trotskistas se robustecían y luchaban cada vez más decididamente contra la dictadura. Organizaciones armadas antimachadistas crecían como hongos bajo la lluvia: surgió el derechista ABC de Julio Mañach y nació otro grupo armado con Antonio Guiteras a la cabeza.
A Machado sólo le quedaba el apoyo de los Estados Unidos, pero lo perdió. Ese año, el embajador norteamericano, Summer Welles, propuso una mediación, debido a que la situación comenzaba a preocupar a su gobierno. Para éste era más conveniente gobernar Cuba sin Machado, debido a que las protestas eran una amenaza real a los intereses de las empresas imperialistas. Era mejor que el gobierno se fuera de forma ordenada: sin revolución y negociando con las fuerzas de oposición. A este periodo de la historia de Cuba se le conoce como “la mediación”; la intervención política imperialista buscaba la salida de Machado y logró la simpatía de la oposición burguesa y del ABC.
Las fuerzas de izquierda se dividieron en dos: mediacionistas y anti-mediacionistas. En el primer bando se encontraba la Junta Revolucionaria de New York (viejos líderes nacionalistas) y el ABC; la mediación significaba una tregua de armas y de acciones de protesta contra Machado. Del otro lado, anti-mediacionista, se ubicaba el PCC (mayoría y minoría), el ABC Radical (desprendimiento por izquierda del primero), la organización de Guiteras, el DEU y el AIE. Aunque se había declarado la tregua el 17 de junio, el ABC realizó una concentración pública masiva que terminó en un choque con la policía, en el cual hubo muertos.
El DEU denuncia, públicamente, la injerencia de Summer Welles en la política de Cuba; además, condena que la embajada de los Estados Unidos intervenga, de forma imperialista, en la elección del próximo gobierno. Afirma que:
[...] entendemos los estudiantes que la mediación propuesta por el Sr. Embajador de los EUA supone tácitamente una intervención y está respaldada por la fuerza coercitiva del gobierno americano, pues lo en este caso dicha mediación sería virtualmente eficaz para conseguir el fin que se propone. Esta mediación, pues menoscaba el derecho que tiene el pueblo cubano a determinarse por sí propio y tiende a inculcar en el pueblo, una vez más, que nuestras dificultades internas sólo pueden resolverse con la colaboración del extranjero. (Vilaseca, 1933)
Según el informe de la Foreign Policy Association de los Estados Unidos, el movimiento de agosto de 1933 inició con una huelga espontánea de los trabajadores del ómnibus de La Habana. Al inicio, esta huelga era de carácter económico, pero al quinto día ya se había convertido en una poderosa ofensiva política contra la dictadura. Los pequeños comerciantes y los trabajadores de la industria unieron sus fuerzas con los obreros del ómnibus, cerraron fábricas, talleres, tiendas, teatros y cines. Se dejaron de entregar alimentos. Los mozos del café, cantineros y empleados de hoteles se sumaron a la huelga; también los ferrocarriles, los tranvías y los autos de alquiler. Según este informe, La Habana parecía una ciudad sitiada. La huelga inició 4 de julio y para el 1 de agosto la embajada sugiere no realizar actos públicos para no alentar provocaciones. La FOH llama a la huelga general indefinida hasta que caiga la dictadura. Para el día 7, la huelga seguía creciendo y ya estaba instalada en toda la capital. El gobierno, a la defensiva, instaló la ley marcial.
El estalinismo: contra la huelga que derribó a Machado
Al cuarto día se reunió el secretariado del Partido Comunista de Cuba para evaluar el momento político y aprobó un resolutivo donde se caracteriza que la huelga es un paso hacia la revolución, pero no la revolución misma. Según Caridad Masson, el PCC reunió a Joaquín Ordoquí, José Felipe Chelala, Isidro Figueroa, Jorge Vivó y Rubén Martínez Villena. Antes, el 2 de agosto, con el CC reunido, discutieron la política para la huelga. Jorge Vivó, secretario general, y Felipe González, consideraron que el movimiento huelguístico no estaba tan desarrollado para la caída de Machado. En otra reunión, el PCC accede a que un grupo de sus dirigentes se reúna con Machado para negociar la huelga aunque el partido no la dirige. Esa reunión, a pesar de la mística que la envuelve, sí existió. Si el PCC no consideraba que la huelga terminaría con la dictadura si accedió a una entrevista con Machado cuyos resultados son confusos y problemáticos para la historia del partido hasta hoy día. El 7 de agosto, bajo la información aun falsa de que Machado había renunciado a la presidencia, una gran masa de gente que festejaba en La Habana fue masacrada por el gobierno que estaba tambaleando.
Entre los días 7 y 9, Martínez Villena recomienda al CC del PCC acordar la política de “volver al trabajo paulatinamente y el Buró del Caribe de la IC insistió en un cable “demoren venta decisiva”. (Masson, 2013). Los participantes de la huelga se niegan a seguir lo propuesto por el PCC y entre la FOH, los empleados y las organizaciones anarquistas comienzan a discutirse la “traición del PCC”. En el pleno del CC del PCC, por la recomendación de Rubén Martínez Villena, el partido estalinista y la CNOC llamó a la vuelta al trabajo de forma escalonada. Efectivamente el PCC sostiene una reunión con Machado con el objetivo de legalizar al partido. El PCC recibió un telegrama del Buró del Caribe que los invitaba a “demorar la venta final”. (Blanquier, 2015). Según Angelina Rojas Blanquier (la más importante historiadora del PCC de esos años), la FOH llamaba a la insurrección de forma “oportunista”. Para el PCC la huelga no era llamada a derribar al régimen ni, mucho menos, el medio para la revolución, si acaso la huelga permitiría ensayar fuerzas y desarrollar la conciencia de clase. Dos días después, finalmente cae Machado como presidente de la república. Rita Vilar, hija del dirigente obrero César Vilar, explica, a la distancia, sobre las diversas posiciones dentro del PCC:
La huelga contra Machado comienza el 28 de julio de 1933. Se creyó al principio que era un movimiento de los trabajadores del ómnibus sin mayores trascendencia. Después se pudo constatar que no era así. El 30 de julio mi padre convocó a un acto público al que asistieron alrededor de mil obreros, y precisó que la huelga de transportistas había asumido un carácter político. Sin embargo, dentro del propio partido existían opiniones sobre la huelga, unas a favor, otras en contra. Machado quería salvar la situación o mejor dicho el poder. Prescindiendo de su acostumbrada soberbia, asumió una nueva y hábil actitud: pidió entrevistarse con una delegación de la CNOC y está va al Palacio. Entre los que integraron la delegación no estaba mi padre. Machado les propone conceder el grueso de las reivindicaciones económicas: la legalización de la CNOC y de los sindicatos en general, las libertades democráticas para las organizaciones políticas, incluyendo al Partido Comunista. La delegación de la CNOC hace un informe sobre la propuesta y la somete a la consideración del PCC. Su Buró Político en funciones a propuesta de Rubén Martínez Villena, decide aceptar las concesiones propuestas por Machado. El PCC orienta realizar una consulta de esta decisión con las masas obreras, de tal manera que, en caso de aceptarse, se volviera al trabajo escalonadamente en la medida en que se concedieran las reivindicaciones por sectores o del carácter general. (Briones, 2011).
Nadie, ningún gremio, afortunadamente, acató la orden del PCC. Como decía Fabio Grobart en una sesión de noviembre del mismo año, dos meses después de los “errores”: “el Partido ha luchado durante toda la dictadura de Machado y terminó por no luchar cuanto estaba por caer”. (Grobart, 2005). Las concesiones de Machado al PCC fueron la legalización de la CNOC, derechos democráticos para el PCC y otras entidades políticas. Según Lionel Soto, Rubén Martínez Villena consideraba que era mejor combatir a un Machado debilitado que a un gobierno de derechas, burgués, latifundista, y por ello convocan, de conjunto, a la vuelta al trabajo. (Soto, 1973). Después de esta reunión no hay un nuevo encuentro del máximo órgano del PCC.
El trotskismo en la huelga de 1933
En Guantánamo, la OCI avanzaba en el sector azucarero y concentraba, por lo menos, a 400 militantes afines a su tendencia que pronto se convertiría en el Partido Bolchevique Leninista donde, según el historiador Rafael Soler, agruparían a más de 40 mil azucareros armados con palos y machetes en la huelga de agosto. (Soler, 2001). Según un informe del propio PCC, éste no agrupaba mucho en Guantánamo y los trotskistas dominaban y dirigían el Comité de Huelga que se construyó durante en agosto de 1933. Desde el principio, éstos no dudaron de que la huelga era un movimiento político y se pusieron al frente de la misma ahí donde tenían militantes. Según el informe del PCC en Guantánamo, los trotskistas estuvieron al frente del Comité de Huelga y fueron sus dirigentes en toda la provincia:
El sindicato Regional Azucarero y los panaderos. Además teníamos oposiciones sindicales revolucionarias en la Delegación 11 de la H. Ferroviaria (ferrocarril Guantánamo y occidente) y en el gremio de portuarios de Caimanera. La huelga general se desarrolló aquí a impulsos de la huelga del resto del país y ningún sector obrero fue al paro por demandas inmediatas. El P no tuvo gran influencia en la huelga y ni siquiera estuvo representado en el Comité de huelga que existió, aunque es verdad que dicho comité se formó, porque 4 o 5 tipejos de la Oposición conjuntamente con el presidente de los choferes, que era concejal en el ayuntamiento, lo quisieron formar; y a pesar de eso, nuestros cc, con algunos obreros honrados, especialmente el presidente de los torcedores, no se ocuparon de formar otro comité a base de las masas. La huelga fue general aquí parando todo el mundo sus labores. (AIHC, 1933).
Pese a que Machado cae, el conflicto sigue y se extiende. El 12 de agosto, los obreros se apoderaron del central Punta Alegre, en Camagüey, y le siguieron más. El Partido Bolchevique Leninista hacía su primera aparición pública como partido independiente del PCC (15 días después de la caída del dictador) acusando a los estalinistas y a los miembros de la CNOC de atacar a los miembros de la FOH en su local asesinando a un grupo de obreros el día 27, producto de la denuncia que anarquistas y trotskistas hacían de la negociación de los líderes del PCC con el gobierno.
La entrevista de militantes del PCC con Machado, en medio de una poderosa huelga general, se veía por diversas organizaciones como una traición contra los trabajadores. Más aún, por los expulsados del PCC y los propios anarquistas habaneros. Según el documento del recién nacido Partido Bolchevique Leninista de 1933:
El día 8 de agosto último, los directores del PC de la CNOC subieron al Palacio y recibieron fuertes sumas de dinero para frenar la huelga general y publicaron manifiestos pidiendo a los obreros que volvieran al trabajo. Esta nueva traición castigada por los obreros que continuaron con la huelga siguiendo la indicación de la FOH y desde entonces la directiva sectaria del PC ordena a sus ingenuos militantes que impiden las reuniones de la FOH porque todos los obreros conscientes se están afiliado a ella, convencidos de la traición de la CNOC. El 27 de agosto los hampones pagados por la directiva traidora del PC y de la CNOC atacaron a tiros a los obreros puros reunidos en el local de la Federación, asesinandolos con las mismas armas que usaban los porristas de la Habana en días de Machado. (AICH 1933)
La ola de agitación huelguistica llegó hasta la industria minera de la Bethlehem Steel en Oriente. Según Newton Briones Montoto, la casa en Miramar de Carlos Miguel de Céspedes es saqueada, todo su mobiliario destruido menos los restos de Maine, su bote incendiado, un oso es descuerado y su carne vendida. Mientras cae Machado, Guiteras se encuentra en Oriente. En el caso de Sergio Carbó, vuelve de su exilio en Estados Unidos el día 17 de agosto, el viejo líder de la expedición de Gibara durante la insurrección de agosto de 1931 sabe que la caída de Machado abre las posibilidades de un nuevo gobierno. Después de la caída de la dictadura, según el mismo Newton Briones, el primer número de La semana, publicado el 26 de agosto, mostraba un gran impacto en la ciudadanía. Las figuras de un obrero, un estudiante, junto a una mujer que simbolizaba la república encabezaban el explosivo título de la editorial: ¿A qué se espera para empezar la revolución?
Contra toda la evidencia, en la información del pleno del PCC en sus Líneas para la lucha en Cuba, se sostiene que las luchas siguen siendo económicas. Aunque el gobierno de Machado ya había caído, el descontento obrero se extendía a todo el país con una rapidez sin precedentes. En La Habana los pateros, despalilladores, camiseras, panaderos, dependientes de comercio, textileros, tabaqueros, choferes, obreros de la construcción, seguían en huelga. En Cabañas, cuatro centrales azucareras en huelga (mil obreros agrícolas), en Guineas, zapateros y panaderos (estos últimos de la FOH, según el propio reporte del PCC), en Matanzas el informe detalla 1000 obreros azucareros, ampliando a 3000 quienes sostienen una huelga en la central Hershey, Julia y Carolina. En Pedro Betancourt estaba la Central Cuba con 500 hombres en huelga, en Matanzas 800 trabajadores del henequén en huelga y los panaderos de la FOH también están en huelga, en Bolondrón 5000 en el Central Cuba. En Cienfuegos 500 tabacaleros, en Camajuaní 3 200 escogedores, en el Central Nazabal un conteo de 2000 obreros en huelga. En el mismo lugar, una marcha de hambre reunió a 6000 desempleados y se extendió en las centrales Parque Alto, Zaza, Soledad, Narcisa, Reforma (esta última con 3000 azucareros en huelga). En el Central Morón de Camagüey 5000 azucareros en huelga, en la Central Adelaida 7000 huelguistas. En el Central Punta Alegre los más de 13 000 azucareros se mantuvieron en huelga y aquí “se tomó el central”. (AIHC, 1933). En el central Patria los 2000 se fueron a huelga de los cuales según el PCC 400 son haitianos y fueron “armados” (como posible autodefensa obrera y el PCC admite que ninguno es del partido). Hay centrales en donde no pueden determinar el número de huelguistas. En Oriente: en Manzanillo los portuarios, en Santiago, los pescadores (700) tranviarios, mineros, portuarios, alpargateros, los obreros de la Bacardí, en Mabay. En Bayamo hay más de 100 mil obreros cafetaleros, principalmente, jamaiquinos y haitianos. Incluso en Vaquitas, 48 obreros tomaron la tierra y trataron de cultivarla de forma colectiva hasta que llegó el ejército. En las centrales San Ramón, San Gerardo, Merceditas, Orosco en Cabañas son 8 mil huelguistas. El resumen del PCC termina en 53 718 huelguistas “suma incompleta pues hay lugares en donde el informe no es completo.” (AIHC, 1933)
Por esos días de agosto, entre el 29 y 30, reunido en un V Pleno con dirigentes de todo el país y con delegados del Buró del Caribe de la IC, el PCC rediscutió la cuestión. Villena sostenía que la huelga no había tenido el objetivo de derribar a Machado. Según Caridad Masson:
Villena planteaba que la inexistencia de una fracción comunista dentro del Comité de Huelga, la falta de coordinación del CC y el CC de la Huelga, el envío de los miembros del secretariado a los centros de trabajo, la convocatoria sólo una vez al CC mientras se reunían en formas extraoficiales en otros lugares, el escaso trabajo en las células de base, la poca propaganda escrita y la actitud caprichosa de Jorge Vivó fueron los aspectos organizativos que golpearon el paro. (AIHC, 1933).
A pesar de la inexistencia de documentos se sabe que, en esa reunión, el Buró del Caribe sugirió al PCC la puesta en pie de soviets a lo que Villena se negó, pues “no era una medida bastante eficaz si no se tiene el poder, era mejor rodear, piquetear las empresas que tomarlas.” (AIHC, 1933). Y en otra recomendación increíble del Buró del Caribe, donde se debía eludir cualquier confrontación con el imperialismo norteamericano, el indignado Villena sostuvo que “era equivocada esta propuesta pues aquí cada huelga era un movimiento anti-imperialista pues casi todo el capital era norteamericano.” (Masson, 1999) Éste es el momento más controversial de las relaciones de Villena con el Buró del Caribe de la IC.
Finalmente, después de una gresca en dicha reunión se acordó, a diferencia de lo que opinaba Villena, la lucha por la construcción de “soviets”.
Según el informe del PCC esto sólo se haría donde estuviera planteada la guerra civil, al mismo tiempo el que el propio informe detallaba que las demandas eran económicas gremiales y el movimiento no sostenía demandas políticas. Las resoluciones del V Pleno del CC del PCC fechadas el 30 de agosto de 1933 contiene, como caracterización, que la caída de Machado fue una maniobra del gobierno de Roosevelt y que el gobierno de Welles “junto con el ABC hicieron la revolución” (AIHC, 1933) manejando los hilos desde la cancillería yanqui. Frente a esa situación, la estrategia principal del movimiento revolucionario y del Partido consiste en desarrollar la lucha por las demandas inmediatas, económicas y políticas de las masas. Sostienen que el Partido cometió errores serios y tiene faltas graves que aún lo mantienen en retraso frente al ascenso revolucionario de las masas. Tales errores y fallas se han puesto al descubierto, con mayor agudeza, en el curso de la huelga y por el análisis de estos. Según las resoluciones, el Partido fue incapaz de ponerse a la cabeza por todo el movimiento huelguístico y menos, mucho menos, en la Habana. (AIHC, 1933) Es ahí, en La Habana, donde la FOH y el SGECC se pusieron al frente de la huelga como movimiento político contra Machado. Las resoluciones culminan en declarar que, además de la lucha económica, hay que combatir a los renegados de Junco, Villarreal, Varela y sus porros como parte del terror del gobierno. (AIHC, 1933).
Resumiendo, el PCC en los momentos más álgidos de la huelga llamó a la vuelta escalonada del trabajo, pues el objetivo de la lucha no era la caída de Machado, y se reunió con el gobierno para obtener algunas concesiones un día después de una masacre callejera. Caído Machado, el CC siguió pensando que la huelga no tenía grandes posibilidades de avanzar en el desarrollo de organismos de poder y la IC exigió, en un giro desesperado y ante la ausencia de gobierno, la constitución de “soviets” sin enfrentamiento directo con el imperialismo.
Además, como en el caso de otras experiencias, las consignas por los soviets fueron realizadas de forma mecánica, sin adaptarse a la experiencia real del movimiento existente en las masas trabajadoras. La editorial de los trotskistas juveniles del PBL, en enero de 1934, planteaban que éste era un zigzag político. Si el PCC no había considerado que agosto era el momento para la toma del poder por el proletariado, considerarla en septiembre era muestra del zigzag de la IC en las cuestiones más candentes de la lucha de clases. Según la editorial nombrada:
Después de esta traición el PC oficial, trató de buscar reivinidicarse lanzando inopinadamente la consigna de la toma del poder. Este error táctico en el momento en el que era necesario la lucha por la conquista de las masas provocó el alejamiento de los trabajadores de la línea revolucionaria perdiendo así una oportunidad que ahora tardará mucho tiempo en volverse a presentar. (Revista Frente, 1933).
En estos días turbulentos, Villena cae enfermo por tuberculosis y sus compañeros lo encuentran más irascible de lo normal. Sus días, debido a la enfermedad, están contados.
13 de septiembre: “Soviets” y tomas de ingenios en Mabay
La fracción comunista del buró nacional de SNOIA informaba al comité distrital 5 del PCC que, en la provincia de Camagüey, en la central Jaronú y Cunagua, se encuentran en huelga 7 mil obreros bajo la dirección de la CNOC y el SNOIA y, con la bandera roja en lo alto del central, “tienen planteado construir un soviet si no se cumplen las demandas y hasta están dispuestos a moler por cuenta de los obreros y por encima de lo que haya que pasar”, (ANC, 1933) en la central Stewar y Violeta, en particular, hay huelgas junto a las centrales Estrella, Céspedes, Lugareño, Sibiney, Moron (ANC, 1933). Mientras, en muchos otros lugares de trabajo se volvía a la producción; algunos de los centrales azucareros fueron tomados por sus trabajadores, pues, al prolongar la puesta en pie de la zafra, los patrones pensaban que se propiciaba la intervención norteamericana. Para el 21 de agosto, Punta Alegre estaba tomado en la provincia de Camagüey. En Mabay, en agosto, el Comité de Huelga exigía el reconocimiento del SNOIA, la reposición de los compañeros despedidos, un salario mínimo, el pago en efectivo (no en vales), el establecimiento de la jornada de 8 horas, un campo deportivo para los jóvenes trabajadores y el establecimiento de una casa de socorros. (IHMCRSC, 1933).
Para el 12 de septiembre, 15 ingenios estaban en poder de los obreros y, a finales del mismo mes, eran 36 con un aproximado de 200 mil trabajadores en huelga. A estas tomas el PCC las llamó “soviets”. Según Ulises Estrada, recordando el soviet de Mabay, fue el 13 de septiembre de 1933 cuando las masas trabajadoras de la central declararon:
[...]propiedad colectiva el territorio de Mabay, su comarca, el ingenio azucarero, la refinería, las colonias de cañas, las fincas ganaderas de los propietarios del central: Marcelino García y el opulento colono ganadero Manuel Arcas. Las medidas puestas en pie por estas centrales tomadas por sus trabajadores fueron: confiscación de los azúcares crudos y refinados, el ganado, el reparto de las tierras, organización de autodefensas, reparto de solares gratuitos. (IHMCRSC, 1933).
Rogelio Recio Ramírez, fundador del PCC en la central, recuerda que el salario era de 40 centavos por 12 horas de trabajo y que:
[...]terminada la zafra de 1932, la compañía adeudaba a su personal más de 8 meses de salario, tanta era la indignación, que el partido organizó una nueva huelga, casi a gritos, que ni los dueños ni el ejército pudieron impedir (...) para 1933 la agitación obrera era casi incontrolable.” (Recio, 1933).
A nueve días del alzamiento de los soldados y un día antes de la fundación del PBL, en Mabay se fundaba un llamado Soviet. Según Recio Ramírez: “el 13 de septiembre de 1933 quedó instaurado el soviet y comenzaba un nuevo capítulo de un gran acto de masas en que se proclamó mientras era izada una bandera roja en la torre más alta del central” (Recio, 1933) Una de las medidas, además del reparto de tierras, consistió en la venta del azúcar incautado y, según Rodríguez, esto sirvió para que se compraran víveres, ropa, zapatos a los trabajadores. En el órgano del PCC, El Trabajador, se informa de los soviets como política y se definen como:
[...]un consejo de obreros y campesinos compuesto por la dirección y hegemonía del proletariado, con delegados elegidos para el mismo y es un órgano deliberativo y ejecutivo, que señala toda la línea de este nuevo poder municipal en sus sesiones plenarias, el consejo elegirá un ejecutivo encargada de llevar a la práctica la línea que señala el Consejo que es el órgano dirigente en el intervalo de dos reuniones de este último”. (Hemerotec, AIHC).
El día 13, el secretario de Gobernación, Guerra y Marina, Tony Guiteras, a través de un telegrama sugería a los obreros de Mabay que:
[...]iniciada con representantes de Compañía Mabay, aceptada jornada de 8 horas. Otros puntos discútense. Espero solución satisfaga a los obreros. No deben estos trabajar por su cuenta. Azúcares propiedad de Chase Bank los tienen pignorados. Es patriótico en estos momentos conservar ecuanimidad y respetar propiedad privada. Espero rápida solución del problema. ( IHMCRSC, 1982).
La realidad es que el soviet de Mabay era una expresión legítima de los obreros y mostraba el rol real del proletariado azucarero en la revolución. Esta toma duró dos meses (fue disuelta en noviembre) por la guardia rural y por un nuevo sindicato amarillo al servicio de los patrones. Las huelgas resultantes con incautación y expropiaciones florecieron como una muestra de la potencialidad del poder obrero. No llegaron a ponerse a producir bajo el control de sus trabajadores, pero se convirtieron en un hito de lucha del proletariado cubano. En términos más precisos fueron, más bien, grandes tomas de centrales con huelga e incautaciones de propiedades que no llegaron al control obrero en donde, por ejemplo, podría ponerse en pie la consigna del reparto de horas entre empleados y desempleados; problema acuciante para el período producto del estancierismo del proletariado agrícola. En septiembre de 1933, la FOH planteaba que, ante la amenaza de lock-out, los trabajadores debían imponer el control obrero de la producción: poner la industria en manos de los trabajadores y, así, romper con la política del lock-out patronal. Aunque la FOH y el PBL no se pronunciaron concretamente sobre el de Mabay es una realidad que sugerían que los soviets funcionaran como órganos de poder obrero al plantear la consigna de control obrero de la producción durante septiembre. La mesa ejecutiva de la Federación sugería:
El desarrollo ascendente de la lucha revolucionaria de las masas produjo el 4 de agosto la sublevación de las clases y soldados del Ejército que han puesto al gobierno, a las fuerzas pequeño burguesas del Directorio Estudiantil de Carbó y Batista. (...) El lock-out que prepara la clase patronal, no es más que una fase del proceso contrarrevolucionario que amenaza con liquidar el ritmo de la revolución, e instaurar como fórmula de gobierno, el viejo sistema de asesinatos y felonías de explotaciones descaradas e inicuas. La respuesta de la clase obrera a esa determinación de los patronos, tiene que ser clara y determinante. La FOH al combatir el proyecto de cierre de los patronos, llama a todos los Sindicatos y Gremios Obreros, a todos los trabajadores en general, a que se restablezca el funcionamiento de la industria por manos obreras. Si los patronos por medio del lock-out, nos lanzan al hambre y a la miseria, los trabajadores tomaremos por nuestra propia cuenta y riesgo el control de la industria. La paralización de la vida nacional representa en estos instantes, automáticamente decretar la intervención imperialista yanqui. Frente al peligro de la intervención la FOH invita a todos los trabajadores a dirigir la industria por ellos mismos. La fábrica administrada por la clase obrera, a través de sus Comités de Control, evitará que la reacción y contrarrevolución intervencionista nos lancen a la mayor hambre y miseria. La palabra de orden en tales circunstancias, no puede ser otra, que la del control obrero de la industria. (ANC, 1993).
Este es el periodo cuando León Trotsky sugiere a los militantes del recién fundado PBL algunas cuestiones políticas a través del enlace de la Liga Comunista Internacionalista (LCI). En el intercambio de 1933, Trotsky recomendaba que “no podemos emprender nosotros mismos la conquista del poder como una tarea inmediata si la mayoría de la pequeña burguesía rural y urbana no nos sigue” (Trotsky, 1928). Como demostramos en estas páginas, en la revolución de 1933 se mostraron estrategias políticas contrapuestas, y, durante la huelga de agosto, los trotskistas jugaron un importante rol; a diferencia de la IC que se opuso, contundentemente, a la lucha contra Machado.
FUENTES
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Artículos
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Archivos y fondos.
Archivo Nacional de Cuba. Fondo Especial. (ANC)
Archivo del Instituto de Historia de Cuba. Fondo Vilaseca y Fondo del Primer Partido Comunista de Cuba (AIHC) |