El dólar se despertó en la semana y volvió a cotizar por encima de los $ 44. El riesgo país reinició una suba al calor de las alertas de las calificadoras internacionales, situación que se revirtió levemente el viernes.
Los buitres financieros siguen día a día las encuestas sobre las elecciones: el último día de la semana festejaron una que da ganador a Mauricio Macri.
También observan con atención la desvalorización de empresas argentinas: hay grandes fondos de inversión al asecho para adquirir a “precios cuidados” compañías locales.
El ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, los trata de tranquilizar haciendo lo que mejor le sale: vender humo. Les dice que el macrismo gana las elecciones y que los vencimientos de deuda del año próximo son relajados.
El problema es que, para sostener la estabilización de la divisa estadounidense, el Banco Central viene quemando a gran velocidad los dólares que envió el FMI. Son los dólares que se necesitan para hacer frente a los pagos, supuestamente relajados, de deuda del año próximo.
No sólo eso. El Banco Central tuvo que recurrir a elevar la tasa de interés de las Liliq para mantener el encanto de los especuladores, contener una huida al dólar y el retiro del país.
Dólar electoral
El objetivo de sostener el dólar estable persigue un objetivo electoral: se sabe que su suba impacta en la inflación, erosiona el poder de compra del salario y afecta negativamente la actividad económica. Todo eso se traduce en menos votos.
Con una inflación que hasta el momento cedió muy poco (está en 55 % interanual) a pesar de la política monetaria extremista del Banco Central, la estabilidad del dólar, que se desperezó estos días, está engendrando un atraso que puede estallar en cualquier momento como corrida cambiaria, devaluación y nuevo ataque a las condiciones de vida.
El macrismo batalla día a día para evitar que el escenario más convulsivo se desarrolle antes de octubre (o noviembre si hubiera balotaje) porque significaría sepultar sus chances electorales. Pero no depende de sí sólo. Un mal resultado en las PASO del 11 de agosto puede precipitar los movimientos en el dólar.
Para el gobierno sostener la artificialidad del dólar estable no comprende una finalidad genuina de mejorar la situación de las mayorías que sufren la recesión. Por el contrario, de este modo busca ganar capital político para volver al ataque con la reelección en mano. Es lo que promete Dujovne a los lobos de Wall Street para luego de octubre: contrarreformas laboral, previsional y tributaria.
No obstante, Guillermo Calvo, un economista argentino que trabaja en la Universidad de Columbia, descree en la capacidad de Macri para continuar atacando: supone que la fórmula de los Fernández reunirá mejores condiciones para un "ajuste con apoyo popular".
El poncho no aparece
Elevando la vista por encima de las circunstancias coyunturales, las tendencias a la devaluación están explicadas por factores estructurales: los pagos de deuda de los próximos años no sólo no son relajados, sino imposibles de abordar incluso en la lectura de los números argentinos que hace el FMI; la fuga de capitales es incesante, acumula casi U$S 11 mil millones hasta junio y no hay que ser adivino para anticipar que se va a acelerar en todo el período electoral; la “bicicleta financiera” que reactivó el Central no es sostenible en el tiempo; y las grandes empresas multinacionales realizan un envío sistemático de ganancias a sus casas matrices.
De conjunto, estos factores implican una salida permanente de divisas de la economía que contribuye a la escasez de dólares. Mientras tanto, el poncho no aparece: las multinacionales agroexportadoras, las principales proveedoras de dólares de la economía está guardando la cosecha para cuando la divisa cotice más elevado. Los patrones de estancia, que a la vez se consideran patrones de la patria, están viviendo con clima de euforia su exposición anual en la Rural de Palermo. A la cosecha récord de este año, esperan sumarle otro nivel de producción elevado en 2020.
Fiesta de pocos
En mayo, la economía creció en términos interanuales por primera vez en muchos meses. Ese crecimiento tiene una particularidad: si se quita al sector agropecuario de la cuenta -que aumentó 50 % gracias a una cosecha récord que se compara con la sequía del año pasado- el nivel de actividad sigue en zona negativa. Las caídas más notables se observan en el comercio, la intermediación financiera, la industria y, en menor medida, la construcción.
El empleo formal privado sigue en retroceso: en mayo se registraron 217 mil empleos menos que en el mismo mes del año pasado. La mayor cantidad se perdió en el ámbito privado, que supone una mayor calidad relativa de la relación laboral. De nuevo, en el comercio y la industria es donde se exhiben las pérdidas más pronunciadas de puestos de trabajo.
A su vez, el salario real (el poder de compra) de las trabajadoras y trabajadores del sector privado formal muestra un descenso de 8,9 % en mayo en relación al mismo mes de 2018. De este modo, se registran doce meses consecutivos de caída interanual del salario real.
A principios de abril el gobierno anunció una serie de medidas para mejorar el consumo y contener la inflación: precios esenciales; préstamos de la Anses; beneficios con el programa Ahora 12; descuentos en supermercados de los bancos públicos.
Observando el panorama de conjunto, no pareciera que las medidas electorales para favorecer el consumo en el período electoral estén contrarrestando el derrumbe económico causado por el ajuste bajo el régimen del FMI.
En junio, la situación no parece mejorar. La consultora Kantar estimó en 9 % la caída del consumo masivo en el sexto mes del año, con mayor baja en los hogares de menores ingresos. En el acumulado del año hasta junio, el retroceso es del 8%. Kantar prevé una recuperación los últimos meses del año que permita moderar la caída anual. Esperar y ver.
Mirando más allá
La campaña de los Fernández dice que hay esperanza. Macri asegura que si atraviesa está transición dolorosa, con viento a favor, al país le esperan veinte años de crecimiento.
Es claro que los spots de campaña hacen abstracción de las cuestiones más elementales sobre los graves problemas económicos y sociales: inflación por las nubes; una recesión sin fin; desocupación en ascenso; pobreza en alza; una montaña de deuda impagable sin más ajuste; un Banco Central que con la “bicicleta financiera” empapeló del Liliq el sistema bancario; por mencionar sólo los más sobresalientes. Ninguno explica en términos concretos qué hacer.
No sólo eso. Más grave aún es la abstracción de una situación internacional que no favorece la resolución de las graves contradicciones económicas locales. En Estados Unidos, el Departamento del Tesoro anunció una desaceleración económica en el segundo trimestre; la situación de la inversión es directamente lastimosa. Michael Roberts, un economista marxista, alerta que en los datos del segundo trimestre se observa un achicamiento de los márgenes de ganancias de las empresas.
El mundo atraviesa otros problemas que enturbian el panorama: las tensiones geopolíticas entre los Estados Unidos y China; la crisis interminable en Gran Bretaña con el Brexit, entre varios más. En la vecindad Latinoamericana, el FMI empeoró los pronósticos para la economía: en su anterior reporte estimaba un módico crecimiento de 1,4 % para este año, pero pasaron cosas (entre ellas, la grave situación en Brasil) y recortó la previsión a 0,6 %. Es decir, la región está prácticamente estancada en el marco de un lento crecimiento mundial y donde el mainstream económico discute cuando será la próxima recesión. Demasiados datos negativos para vender esperanza.
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