En un video subido a la página oficial del Colegio de Profesores, Mario Aguilar, militante del Partido Humanista y del Frente Amplio, realizó un balance del paro docente luego de publicado el resultado de la última consulta en la que por primera vez se impuso la opción por bajar la movilización. Desde la Agrupación de profesores y trabajadores de la educación Nuestra Clase escribimos un balance propio que publicamos por este medio.
En su balance resaltan 4 ideas claves que quiero problematizar, valiéndome de la aceptación que el mismo Aguilar enfatizó respecto a los debates y diferencias dentro del gremio: la consulta como un mecanismo que aseguró la democracia directa y participativa; logros intangibles y tangibles de la lucha docente incluyendo entre estos últimos los compromisos del gobierno; su reiterada denuncia a quienes actúan “políticamente” dentro del gremio no distinguiéndose de las artimañas que la propia derecha buscó utilizar para devaluar la lucha docente; y, finalmente, la conclusión de que la bajada del paro es sólo un repliegue, que hay que seguir movilizados, pero sin ningún plan de lucha claro para sostener la pelea por nuestras demandas pendientes.
Los alcances de la consulta y la democracia directa
Para Aguilar la consulta consolidó el mecanismo de la democracia directa y participativa contraponiéndola además a la cocina parlamentaria, al telefonazo que protagonizó Jaime Gajardo del Partido Comunista desatando la reconocida Rebelión de las Bases, y a las “órdenes de partido”. Hizo un llamado a fortalecer este mecanismo de decisión.
Efectivamente la consulta fue un paso adelante respecto al método de decisión entre cuatro paredes de la directiva encabezada por el Partido Comunista y la Nueva Mayoría. Sin embargo, este paso adelante fácilmente puede retroceder dos hacia atrás, ¿por qué? ¿cuáles son los límites de la consulta? Mientras para Aguilar la consulta es un principio, muchos profesores y quienes seguían esperanzados la lucha docente acompañando en las calles y a través de los medios, dimos cuenta que sólo podía responder a preguntas acotadas: ¿paro o no paro? ¿aprobamos o rechazamos la propuesta del gobierno? en tanto la directiva estuvo por mantener la paralización en pie no saltó a la vista problema alguno con la consulta, la lucha se desarrollaba por cause propio aún con el límite de que nos encontrábamos luchando solos, sin convocar efectivamente a otros sectores como estudiantes o trabajadores a movilizarse con nosotros salvo en ocasiones acotadas, sin embargo, en la última consulta en la que se ratificó por mayoría la votación en contraposición a parte de la directiva que hizo un llamado a bajar el paro, comenzaron los cuestionamientos.
Los cuestionamientos vinieron del propio oficialismo. Carlos Díaz Marchant, por ejemplo, fue el primero en poner el grito en el cielo acusando a profesores de haber ejercido un voto “poco ético”, “deshonesto” por, supuestamente, haber votado a favor del paro sin estarlo. Con esa ofensiva, desmoralizaron a un sector del profesorado que sintió que “le habían quitado el piso”. La directiva convocó a una nueva consulta sin mediar una nueva propuesta del gobierno y sin idear un nuevo impulso de la movilización tras el resultado favorable al paro. La consulta se convirtió en un renovado mecanismo para bajar la movilización.
La consulta, entendiéndola como principio, está muy lejos de consolidar la democracia directa, lo que requiere más que un voto del profesorado. Si se decide continuar el paro ¿cómo continuar la movilización? Si el paro ya no es el método adecuado para un momento determinado de la lucha ¿entonces cómo seguir? El comunal de Antofagasta llevó mociones discutidas en su asamblea planteando la organización de asambleas de base abiertas a la comunidad y la organización de una jornada de movilización y paralización de todos los sectores por la defensa de la educación púbica para iniciar el segundo semestre con una fuerza renovada que permitiera rearticular y extender la lucha docente. Sin embargo, esas mociones eran invisibilizadas. La decisión del profesorado, acotada al sí o el no, limitó la potencia del movimiento que desde el día uno pudo haber alimentado con sus diversas iniciativas la orientación y fuerza general del conflicto con el gobierno, tomando ideas como la que surgió de los portuarios, quienes se pusieron a disposición de un paro general de los puertos de Chile si es que se requería.
La democracia directa no sólo es la manifestación de una opinión ante temas acotados, sino que la unidad entre la discusión de las asambleas de base y la ejecución de las políticas, métodos y estrategias que surgen. Para lograrlo pueden implementarse múltiples mecanismos como que los distintos comunales lleven mociones que sea votadas en la Asamblea Nacional o que las Asambleas Nacionales sean abiertas otorgándole derecho a voz y voto a delegados de comunales en lucha para definir en conjunto los planes de movilización.
Es verdad, no hay paros eternos, pero la pregunta abierta, que no resolvió la consulta, sobre como continuar movilizados no puede recaer, nuevamente, en las cuatro paredes de los dirigentes del Colegio de Profesores.
Logros intangibles y logros tangibles. La ilusión de confiar en los compromisos del gobierno.
Compartimos con Mario Aguilar que esta movilización obtuvo logros extraordinarios que superan la coyuntura y que pasan por el enorme apoyo del pueblo trabajador y la recuperación del cariño de amplios sectores que alcanzó un apoyo del 70% de nuestras demandas. Al mismo tiempo, la caída de la aprobación de la Ministra Cubillos fue en picada. Las marchas fueron una demostración de fuerza que congregó a más de 80mil profesores en Santiago y emocionó la marcha hacia Valparaíso.
Fue una lucha que logró romper el cerco comunicacional y durante semanas los medios tuvieron que tratar los problemas de los profesores, nuestras demandas y el estado de precariedad que sufre la educación pública.
Pero de estos logros intangibles pudimos haber dado mucho más. En un momento determinado, en el video en el que Aguilar llama a bajar la movilización junto a parte del directorio, afirma que nuestras fuerzas estaban agotadas. Es que si hay algo que hemos aprendido de enormes luchas como la del movimiento estudiantil el 2011 es que nadie puede ganar si es que se encuentra solo. En el caso de los profesores si bien teníamos la aprobación de la gente, la directiva se negó una y otra vez a buscar vías para transformar ese apoyo pasivo en un apoyo activo llegando, a lo más a los cacerolazos y a un desganado para nacional con la CONFECH y estudiantes secundarios de un día. Podíamos ir por más, podíamos sumar a portuarios que se propusieron para apoyar nuestra lucha o, como en Antofagasta, luchar junto a los mineros que también estaban en huelga al tiempo del paro docente y elevar esa acción que unificó a los profesores del Liceo Cariola y mineros de Conveyor como un ejemplo a replicar en cada región del país.
Como logros tangibles destaca la titularidad de horas de extensión y los compromisos en temas como la deuda histórica y la doble evaluación docente. Pero, ¿son esos compromisos logros tangibles? ¿podemos confiar la palabra del gobierno? ¿Podemos avanzar en la conquista de nuestras demandas sin movilización del profesorado que obligue al gobierno a ceder? Aguilar plantea que “no nos vamos a desmovilizar”, aquí de abre un tercer debate.
Un repliegue sin plan de lucha
Ya en notas anteriores debatimos con esta idea de “repliegue” que Mario Aguilar y el Frente Amplio han difundido ampliamente al interior del gremio y como discurso central al momento de llamar a bajar la movilización. Pero, ¿qué significa realmente? El repliegue es la oposición a una disposición ofensiva en la lucha y se convoca en momentos complejos, cuando se teme la pérdida de la cohesión o el desgaste. Lejos del abandono de la lucha, el repliegue implica tomar una posición defensiva que permita, por ejemplo, rearticular las fuerzas, tomar nuevo aliento, idear nuevas estrategias. El repliegue entonces requiere de un plan de movilización defensivo.
Desde la quinta semana se comenzó a difundir este discurso, desde la quinta semana denunciamos, primero, que no era el momento y que se podía fortalecer la movilización a través de la unidad con otros sectores. Sin embargo, el llamado a bajar el paro por parte de la directiva se convirtió en un duro golpe para la movilización.
Luego, debatimos que el repliegue del que hablaba Aguilar significaba en realidad un abandono de la lucha ¿por qué? Porque no fue acompañado con un plan de movilización que pudiera revitalizar nuestras fuerzas. En este último punto, en la necesidad de construir ese plan, se basó la discusión que realizamos la última Asamblea Nacional desde Nuestra Clase pues, más allá de la votación por paro o no paro, había que reorganizar y rearticular nuestras fuerzas en unidad con otros sectores y con discusiones y mociones de las asambleas comunales de base.
Decíamos que “el hecho de que se haya votado por la opción de mantener el paro indefinido no resuelve por sí mismo el problema más importante: ¿cuáles son los siguientes pasos que necesitamos dar en la lucha? ¿cuál es el “plan” para que predomine la voluntad de los profesores y no la del gobierno?” Estas preguntas cobran una mayor vigencia hoy, tras el resultado de la última consulta que determinó la bajada del paro: ¿Cómo seguir?
Políticos y profesores ¿una contradicción?
Llaman la atención los dichos de Mario Aguilar en debate con sectores del profesorado que harían política según sus partidos o, más aún, según “intereses políticos”. Llama la atención pues el propio Mario Aguilar es militante de un partido y sabemos muy bien que más que “intereses de partido” lo que se pone en debate son las estrategias políticas para que un conflicto triunfe. Y ese debate, junto con la fraterna confrontación de ideas y un mecanismo democrático para resolverlas, es la que asegura la democracia interna.
Pero, más allá de las diferencias políticas que existen en todo gremio, sindicato, federación, confederación, organización estudiantil, de mujeres, entre profesores que son parte de partidos y profesores que no, la idea de que el Colegio de Profesores y que la organización sindical sólo responde a intereses “gremiales” ajenos a la política no solo es una falacia, sino que ha sido la vía para impedir que los trabajadores cumplamos un rol de cuestionamiento superior en la sociedad y nos convirtamos en sujetos políticos, con opinión y capacidad de transformación.
Es una falacia, una ilusión, un imposible porque sabemos que el problema que aqueja a los profesores es un problema político, del conjunto de la educación pública que también han denunciado los estudiantes con movimientos disruptivos que sacudieron el país y se convirtieron en referentes en el mundo. Y en tanto nuestro problema sea el mismo que el que sufre la educación pública entonces nuestra lucha es una pelea política que tiene, además, que ser tomada por toda la sociedad. El Colegio de Profesores no puede avocarse a regular únicamente las relaciones laborales entre nosotros y el gobierno, de hecho, ya hemos superado con creces este lugar en el que el gobierno nos ha querido situar acusándonos de levantar un conflicto “político”. Como si fuera malo, como si debiéramos avergonzarnos de ello.
Cada demanda hace a una realidad generalizada: la demanda por la mención a las educadoras de párvulo y diferenciales que se convirtió en uno de los más importantes motores de nuestro movimiento, es también la lucha contra la discriminación por género y las brechas salariales entre hombres y mujeres por el mismo trabajo haciendo eco de la lucha internacional que levanta al movimiento de mujeres en todo el mundo. O la deuda histórica, emblema de la lucha contra el legado de Pinochet en la educación.
En conclusión, el balance de Mario Aguilar carece de fundamentales puntos de apoyo necesarios para continuar movilizados y conquistar nuestras demandas, es un balance autocomplaciente que comprime, en puntos específicos, la enorme fuerza desatada las últimas semanas, entre ellos: que la consulta es un mecanismo totalmente insuficiente para el desarrollo democrático del gremio más allá del binomio “paro o no paro”; que los logros intangibles que son la fuerza demostrada pudieron haber ido mucho más allá de haber unificado nuestra lucha a la de otros sectores proponiéndonos, por ejemplo, levantar un gran movimiento por la educación; que no podemos considerar los compromisos del gobierno como logros tangibles; que requerimos de un plan de movilización para, disculpando la obviedad, seguir movilizados y que no sólo hacemos política, sino que debemos seguir levantando una pelea que supere, como lo ha venido haciendo, nuestros propios intereses gremiales y abrace la lucha por echar abajo la educación de mercado al servicio de los empresarios y capitalistas y conquistemos una sistema nacional de educación pública robusta, con financiamiento integral por parte del Estado, controlado por apoderados, estudiantes, profesores y trabajadores de la educación. |