A pesar de estar prohibidas las manifestaciones, miles de hongkoneses volvieron a formar una marea humana en las calles de la isla este domingo. Los combates con la policía fueron muy duros. Nuevamente se vivieron horas de batallas campales en el centro comercial de Hong Kong. Corridas, nubes de gases y policías antidisturbios persiguiendo a manifestantes en las calles hasta dentro de shopping y estaciones de subte y trenes. La manifestación se mostró indomable. La represión dejó 49 detenidos, a quienes que podrían darles hasta 3 años de cárcel, y 16 heridos.
Durante la tarde, se había organizado un acto autorizado que luego derivó en la enorme protesta en la noche desafiando el “toque de queda”. Además, uno de los puntos que comenzaron a levantar es la denuncia a la violencia policial y la actuación de mafias afines al gobierno, que dejaron hospitalizadas 45 personas, entre ellas una embarazada.
El gobierno hongkonés, considera “peligrosa” a las manifestaciones justificando la represión. Mientras Beijing respaldó este lunes a la jefa ejecutiva de Hong Kong, Carrie Lam, exigiendo un "rápido castigo" a los manifestantes.
La vocera de la Oficina de Enlace de Hong Kong y de Macao de China, Xu Luying, el órgano chino encargado de las relaciones con la metrópolis del sur del país, pidió "restablecer el orden rápidamente y mantener un ambiente propicio para los negocios". En una declaración que demuestra la injerencia del gobierno central en la isla, le dice al Ejecutivo que "la tarea más urgente es acabar con esas manifestaciones violentas". Además de reafirmar su apoyo a pesar de que miles exigen su renuncia.
Mientras que el miércoles pasado, el portavoz del Ministerio de Defensa de China, Wu Qian, dijo que el Ejército Popular de Liberación podría ser desplegado en Hong Kong, si el gobierno local lo solicita con el fin de mantener el orden público en la región. Una declaración peligrosa a dos meses de que el el Ministro de Defensa, Wei Fenghe, dijera en relación a la Masacre de la Plaza Tiananmen en 1989 en un foro regional que “detener los disturbios" es la política "correcta". El Gobierno central ve un peligro creciente debido a que las manifestaciones estarían cuestionando la relación con el gobierno central.
Desde el 9 de junio, Hong Kong es el escenario de las manifestaciones más grandes de su historia, protagonizando duros combates entre la policía y manifestantes, incluso tomando el parlamento haciendo que el gobierno central contenga la respiración. El movimiento empezó con el rechazo del proyecto de ley que autorizaba las extradiciones a China continental. La jefa de Gobierno Carrie Lam se vio obligada a descartar el proyecto por la persistente marea humana que veía en esa ley el peligro de perder las pequeñas cuotas de autonomía.
Las protestas se fueron ampliando para proteger las libertades democráticas que tiene Hong Kong en relación al gobierno del gigante asiático, en particular la "libertad de expresión" y "la independencia de la justicia", bajo la ley de “un país, dos sistemas”. La iniciativa de la Jefa Ejecutiva Carrie Lam cavó su propia tumba, derivando las protestas en el pedido de su renuncia.
Hong Kong atraviesa la crisis política más grave desde que China recuperase la soberanía a manos del Reino Unido en 1997. Esta situación se enmarca en las crecientes tensiones geopolíticas entre EE.UU. y China. La desestabilización de Hong Kong debilitan la posición de China en el tablero geopolítico, mientras que EE.UU. cínicamente utiliza un discurso de derechos humanos apoyando a los sectores burgueses que se benefician del sistema financiero hongkones y su posición estratégica comercial, que le permitió al gigante asiático establecer un puente con la economía mundial. Esta crisis política aún está lejos de cerrarse. |