Hoy mientras sentía que mi columna se quebraba, mis ojos se caían de cansancio y los tendones de mis manos se entumecían, agachada retorciendo un trapo de piso viejo, trataba de encontrar ahí mi reflejo. Pero no pude. No pude encontrar algo de mí en el resultado de mi trabajo.
Soy Ana, tengo 22 años y trabajo como empleada de maestranza en un edificio del Estado. Pero no me siento contenta con lo que hago, entregando mi tiempo y mi salud a alguien que ni siquiera sabe quién soy y no le interesa saber qué es lo que en verdad quiero hacer con mi vida.
Yo quisiera usar todo ese tiempo que me toca limpiar mugre ajena, para disfrutar la vida. Algo que parece que muchos y muchas jóvenes no tenemos permitido: disfrutar del arte, de la cultura, de la literatura, del ocio, de la creatividad, para descansar. Me gustaría poder dormir hasta tarde algunas vez, ¿por qué no?
Quiero hacer todo lo que no puedo hacer si estoy condenada a trabajar así, precarizada y tercerizada. Si estoy condenada a vender mi fuerza de trabajo por 17 lucas en cómodas cuotas, que solo me alcanzan para subsistir y volver a laburar al día siguiente, con suerte, porque ya no tengo ni para la Sube.
Con el poco tiempo libre que me deja el laburo, estudio Historia en el Profesorado N° 46 en La Matanza. No quiero trabajar de esto toda la vida, pero la crisis económica crece día a día y estudiar no se hace nada fácil. Ganarse la vida como docente tampoco lo es. Es que “la precarización no se va cuando llega el título”. Así sinteticé lo que nos pasa a los y las jóvenes que queremos dedicarnos a la docencia, en un testimonio que escribí para el libro que acaba de publicar Nicolás del Caño, precandidato a presidente por el Frente de Izquierda Unidad (FITU).
“Rebelde o precarizada: vida y futuro de la juventud en tiempos del FMI”, es el título del libro. Mi historia aparece allí junto a la de otros y otras jóvenes. Lo que une nuestros testimonios es la denuncia a la precarización que sufrimos desde siempre, a lo largo de todos los gobiernos, no solo en el trabajo sino en toda nuestra vida.
Nos cuesta estudiar, no tenemos tiempo para disfrutar la vida social y cultural, muchos no podemos tener independencia ni intimidad porque nos cuesta irnos de la casa de nuestros viejos. Casi no tenemos acceso ni tiempo para cuidar nuestra salud, mientras nos rompen en las fábricas, en los call o en mi caso, trabajando en limpieza precarizada para el Estado, con medio sueldo en negro.
Mi historia fue contada en esas páginas, pero no sólo para denunciar lo que el sistema tiene para ofrecernos, sino para demostrar que no existe solo el camino de la precarización, también está el camino de la rebeldía, aquel que elegimos todos y todas los que plasmamos nuestra vida en este libro: nuestra causa es rebelde y revolucionaria.
En defensa propia
Cambiemos y el kirchnerismo juegan a ambos lados de una supuesta grieta y así nos hacen creer que sólo podemos votar la fórmula de Macri-Pichetto o Fernández-Fernandez. Pero estas dos opciones tienen un mismo plan: ajustarnos hasta que duela para pagarle al Fondo Monetario Internacional. La única fuerza política que dice que la juventud no tiene que resignarse ante lo que nos ofrecen, es el Frente de Izquierda Unidad. La única fuerza política que quiere dar vuelta las prioridades.
Por eso voto a Nico del Caño y el Frente de Izquierda Unidad, porque es la única corriente política que no está del lado de los que nos sacan la sangre a nosotros y a nuestros viejos. En el libro también cuento cuál es la situación de mi papá, que sale a laburar con el taxi y hay digas que no trae un peso. O la de mi vieja, que ya no le da el cuerpo, pero trabaja 9 horas parada en un taller textil.
Somos muchos los y las jóvenes que no nos resignamos a vivir así. No queremos dejar de estudiar para laburar y mucho menos en estos trabajos donde nos revientan el cuerpo y nos pagan dos mangos. Pero también somos muchos quienes nos acercamos a las ideas de la izquierda.
Yo conocí al PTS en 2018, me hice amiga de un compañero que cursaba conmigo en el Profesorado y también militaba. Quise saber más sobre qué es el socialismo y sobre lo que proponía. Desde entonces decidí organizarme en este partido, que estuvo siempre del lado de los estudiantes, en lucha por edificios dignos, por becas para poder estudiar o por boleto estudiantil. Fui parte de la Marea Verde junto a Pan y Rosas.
Ahora estoy en segundo año de la carrera y milito en mi terciario por esta perspectiva, porque no quiero que paguen la deuda externa (esa que es ilegítima) con plata que va a salir de nuestros bolsillos, de nuestros hospitales y escuelas.
Decidí enfrentar esta crisis y lo que se viene, con la fuerza política que siempre bancó a los laburantes y peleó por el pase a planta permanente de tercerizados y tercerizadas como yo. También, el reparto de las horas de trabajo entre todas las manos disponibles, para que no haya desocupación por un lado y personas saturadas con jornadas de 10 o 12 horas por el otro.
Ahora estoy colaborando con la campaña del Frente de Izquierda y con la organización de jóvenes trabajadores y estudiantes como yo en un local del PTS en Ramos Mejía. Queremos que nuestras propuestas lleguen a mucha gente y que más se sumen a ayudarnos a difundir estas ideas. Se las contamos a nuestros amigos y conocidos y ellos a su vez le cuentan a sus amigos, porque no le vamos regalar el voto a los mismos políticos de siempre.
Mi voto y el de muchos jóvenes en estas elecciones es un voto en defensa propia. Es una forma de dejar claro que no queremos pagar una deuda ni una crisis que no generamos, sacrificando nuestro futuro. Nosotros nos preparamos para cambiar la historia. |