Una vez más el debate público se lo toman las medidas represivas que la derecha quiere impulsar contra la juventud.
No contentos con medidas tales como el "toque de queda", la revisión de mochilas en los colegios o Aula segura con la que buscaron golpear y reprimir al movimiento secundario, ahora la diputada "Pepa Hoffman" busca impulsar una ley de "aula segura" en las universidades a raíz de los últimos enfrentamientos policiales entre carabineros y manifestantes en el campus Juan Gomez Milla de la Universidad de Chile.
El rector de esta universidad , Ennio Vivaldi , en sus declaraciones al diario La Tercera ha sostenido la tesis de la derecha al reconocer la existencia de una violencia desmedida en el campus declarando que "devolveremos la paz al campus Juan Gomez Milla". Si bien se opone a una ley de "aula segura" mantiene la puerta abierta al ingreso de fuerzas especiales de carabineros en caso de "delito flagrante".
Por una vía o por otra, autoridades y diputados de la derecha acuerdan en que es necesario someter a nuevos controles a la comunidad estudiantil en las universidades legitimando el ingreso de la policía a los campus y facultades en caso de "hechos de violencia".
El gran ausente de este debate, que ni las organizaciones estudiantiles ni políticas han siquiera mencionado, es la olvidada "Autonomía Universitaria" que en años anteriores se enarbolaba como bandera para rechazar cualquier ingreso de la policía a la universidad, fuese el contexto que fuese.
El sentido y alcance de la Autonomía Universitaria ha sido largamente debatido así como su historia. Sus antecedentes se remontan al surgimiento de las Universidades al alero del renacimiento de las ciudades en Europa, las que mediante batallas con la nobleza feudal fueron conquistando cartas de autonomía frente a los señores feudales, pudiendo aplicar sus propias leyes y ejercer un control autónomo del territorio urbano.
Las universidades, que surgieron con las ciudades medievales, se fueron configurando como lugares donde el conocimiento debía practicarse de manera crítica e independiente del poder de turno, manteniendo así una autonomía civil y religiosa, lo que las convirtió en el espacio privilegiado para la formación de intelectuales críticos contra el régimen feudal primero y burgués después, donde la juventud se encontraba y reflexionaba de los grandes problemas de la sociedad.
Es así como la Autonomía Universitaria fue rescatada por los movimientos estudiantiles de los años 60 y 70 en todo el mundo, cuando la juventud hizo temblar a Occidente entero al unirse en sus demandas a las de la clase trabajadora, como las heroicas jornadas de combate contra la policía en el Mayo Francés donde las Universidades se convirtieron en el centro de organización de la acción de las masas en las calles contra las fuerzas represivas del estado.
El año 2011 y los que siguieron el movimiento estudiantil utilizó la "Autonomía Universitaria" para resguardar las asambleas y la organización estudiantil frente al asedio permanente de las fuerzas especiales de carabineros, defendiendo incluso el precepto democrático de que las Universidades deben ser independientes del poder civil y mantener su propia jurisdicción para resguardar la Universidad como espacio de deliberación crítico de la sociedad.
No es de extrañar entonces que el concepto de Autonomía Universitaria este estrechamente ligado con la democratización y la reforma de las Universidades. Los estudiantes han demandado siempre que esa "jurisdicción autónoma" no este en manos de una casta de académicos elegidos a dedo, que se olvidan de ella para congraciarse con políticos y empresarios, sino que sea patrimonio de toda la comunidad universitaria: estudiantes, académicos y trabajadores
Esta Autonomía Universitaria permitió a los estudiantes organizar las grandes jornadas de movilización del año 2011 que se enfrentaba a la educación de mercado y el negocio de los empresarios del Chile neoliberal, es ese precedente el que la derecha busca aplastar en esta nueva arremetida contra la juventud quien ha sido el principal opositor a la herencia de la dictadura y al modelo neoliberal defendido por todos los gobiernos de la transición.
Es por esto que cualquier concesión al discurso de la violencia enarbolado por las autoridades y los partidos políticos empresariales termina por remar en favor de quienes quieren desterrar de una vez y para siempre "al fantasma del 2011" |