Parece extraído de una película de los Monty Python, una ciudad sueca exige el pago de una licencia para pedir limosna en las calles. Pocas cosas son peores que robar de la lata de un mendigo.
Se trata de Eskilstuna, que ha decidido implantar la medida con el objetivo de acabar con la indigencia en sus calles. La ciudad sueca de poco más de 100,000 habitantes, está ubicada al oeste de Estocolmo, se ha convertido en pionera al exigir dicho pago de una licencia para poder pedir dinero en sus calles. Se estima que hay alrededor de 50 mendigos en las calles, una amenaza para el alcalde, el socialdemócrata Jimmy Jansson.
Si la medida ya parece un chiste de mal gusto, lo es aún más el requisito para iniciar el trámite de dicha licencia. Deben solicitar por internet o en una comisaría el permiso, que cuesta 250 coronas suecas (1200 pesos) y será válido por tres meses, además de mostrar un documento de identidad. Incluso está la posibilidad de que esta “licencia” fuera de tan solo 24 horas. La ONG local de beneficencia, Stadsmission, advirtió sobre la falta de sentido de estas condiciones, porque la mayoría de las personas en situación de calle son analfabetas, o provienen de otros países sin manejar el idioma.
Además, quien pida dinero sin el permiso en las zonas de la ciudad habilitadas en la normativa -centro, áreas de compra y exterior de instalaciones deportivas, entre otras- será castigado con multas.
"No se trata de perseguir a personas, sino de invocar la gran pregunta: ¿Pensamos que hay que normalizar la mendicidad en la sociedad de bienestar sueca? No veo la misma energía en criticar el hecho de que haya gente que se ve obligada a pedir que en criticar nuestros intentos de poner reglas", dijo cínicamente el alcalde Jansson.
Si bien la normativa fue votada el año pasado por el Partido Socialdemócrata, los Moderados y el Partido del Centro, con apoyo de Demócratas de Suecia, de tinte xenófobo, no habían logrado obtener el apoyo judicial hasta ahora. Jimmy Jansson está ansioso por aplicarla.
Esta medida resulta un ensayo, ya que el gobierno sueco podría aplicarlo al resto del territorio, e incluso, en medio de crecientes gobiernos xenófobos y racistas, podrían replicarlo en toda la Unión Europea.
Una medida como esta no hace más que criminalizar la pobreza, una muestra más de la barbarie capitalista. | 
