Consternación generó en la población de Valparaíso la noticia de que una vivienda ubicada en la falda del cerro Bellavista había colapsado dejando un número indeterminado de personas atrapadas bajo los escombros.
Con el pasar de las horas se oficializó el rescate de dos menores de edad y el lamentable fallecimiento de 6 personas. Hasta anoche se habían recuperado dos cuerpos, 4 siguen desaparecidos.
Pero mientras el operativo de rescate y despliegue en sector continuan, diversos medios han sacado a la luz una realidad que para cualquier porteño es familiar: En la ciudad hay un sinnúmero de viviendas que se encuentran al borde del colapso o edificios completos que arden en llamas producto de las precarias condiciones en los que se encuentran.
Los afectados con ambos tipos de desastres son siempre los mismos: son las familias pobres, que además últimamente incluyen a inmigrantes, las que pierden todo. Situación similar ocurrió durante los incendios que afectaron a miles de familias durante el 2014.
En este escenario cabe preguntarse ¿por qué ocurren estos terribles acontecimientos en Valparaíso, de forma tan recurrente, y no en otras ciudades?
Valparaíso y el abandono permanente
Lo que ocurre en Valparaíso tiene dos respuestas: uno tiene directa relación con la pobreza estructural que sufre la ciudad. Este factor lleva a que muchas de las viviendas que se construyen estén literalmente “colgando del cerro”, en lugares saturados y muchas veces en peligrosas quebradas. Estas viviendas por lo general están construidas con materiales ligeros e instalaciones artesanales lo que las hace propensas a incendios o accidentes.
A la par de este problema existe la absoluta falta de la planificación urbanística, esto lleva a que puedan construirse casas en lugares no aptos para la edificación, pero como decíamos arriba, son las precarias condiciones de vida de las familias la que las obliga a correr estos riesgos.
El segundo problema es la especulación inmobiliaria y el desinterés en invertir si el proyecto no posee un altísimo nivel de ganancia.
El debate que se abrió a propósito del plan regulador de Valparaíso, impulsado por el municipio de Sharp, no inhabilitaba la posibilidad de edificar en altura en la ciudad, sino que limitaba la cantidad de pisos que podían llegar a tener los edificios.
Esto obligaba a que la edificación guardara una armonía con el eterno y no ocurriera lo que aún se puede observar en el cerro Barón y Polanco donde enormes torres de más de 20 pisos se encuentran al lado de pequeñas viviendas o incluso que la propia edificación de las torres terminó por debilitar los cimientos de las casa aledañas.
Cuando finalmente cambió el plan regulador, muchos inversionistas decidieron no poner recursos si las ganancias no eran lo que deseaban.
En Valparaíso se hace urgente un plan de vivienda para solucionar los padecimientos del pueblo trabajador.
Según un estudio de Uriel Padilla, director de la escuela de construcción civil de la UV, en la ciudad hay por lo bajo 1500 viviendas en riesgo de colapso.
La mayoría de estos edificios se encuentran en los cerros, pero un número no despreciable de ellos también se encuentra en el plan, por lo que el académico explicó en una entrevista a la radio Bio Bio que “sigue siendo un riesgo caminar por el plan de la ciudad puerto”.
La clase trabajadora y sus familias no pueden seguir esperando a que ocurra la próxima catástrofe, por esto debemos decir muy claramente que no queremos más muertes por viviendas precarias. Es urgente un plan de emergencia habitacional, gestionado por trabajadores y sectores populares, financiado por el Estado y apoyado por las universidades públicas de la región.
Hay que ponerle un freno a la especulación inmobiliaria, es necesaria la expropiación de todo edificio que hoy esté en situación de abandono o que corra riesgo de caída. Hay que exigir que el Estado ponga los recursos necesarios para organizar en Valparaíso la recuperación de estos inmuebles con planes de trabajo que combatan la cesantía y permitan cubrir el enorme déficit habitacional de la región. |