En dos días Mauricio Macri pasó de echarle la culpa de la escalada del dólar, de los precios y de la incertidumbre sobre la economía a quienes no votaron por él en las PASO a afirmar que los únicos responsables de esta situación son él y su “equipo” de funcionarios.
El lunes, ante la devaluación del peso un 25 % en pocas horas y al borde de la alienación, el presidente dio una conferencia de prensa en la que dijo que “ante el resultado adverso al Gobierno y favorable al kirchnerismo, hemos tenido un día muy malo, el dólar volvió a subir y estamos más pobres los argentinos”. El rechazo a semejante explicación le llegó hasta de sus propios aduladores mediáticos e intelectuales.
Este miércoles por la mañana el discurso de Macri cambió bastante. Tanto que acompañó el anuncio de un paquete de medidas económicas de emergencia (en sí, paliativos miserables para el bolsillo popular) con una “autocrítica” sobre sus definiciones del lunes. Y al mismo tiempo le mandó un mensaje de WhatsApp a Alberto Fernández invitándolo a charlar.
A la tarde, tanto Macri como Fernández confirmaron que finalmente hablaron por teléfono y que es voluntad de ambos mantener un “diálogo” que ayude a preservar la “gobernabilidad” y la “institucionalidad” en este momento complejo.
El Presidente destacó por Twitter “la vocación” de Fernández “de intentar llevar tranquilidad a los mercados respecto a los riesgos de una eventual alternancia en el poder”. Horas después su interlocutor atendió a periodistas en su oficina y confirmó que tuvieron “una buena charla” y que los dos están “preocupados para que esta realidad no siga golpeando a los argentinos”. “Quiero llevar tranquilidad al país y a los mercados”, agregó el candidato del Frente de Todos casi copiando las palabras de Macri.
Medidas “riesgosas”
Desde las primeras horas del lunes cada palabra de Alberto Fernández adquiere un valor mucho mayor del que tenía antes de ganar las PASO. En ese marco, a muchos y muchas llamó la atención una definición suya respecto a las medidas que tomó el presidente Macri.
“Promueven el consumo, pero en el contexto en que se toman pueden ser muy riesgosas”, dijo el candidato kirchnerista. Se refería al bono de $ 5.000 para trabajadores estatales, de $ 2.000 para privados, de dos pagos extras de la Asignación Universal por Hijo, del aumento del mínimo no imponible del Impuesto a las Ganancias, del aumento de las becas Progresar, entre otras medidas.
Para Fernández las medidas de Macri serían algo así como un peligro para las finanzas estatales. Pero vale decir que la aplicación de las mismas tendría un costo de $ 40.000 millones, algo así como U$S 635 millones (a la cotización de este miércoles). El paliativo que propone Macri y que a Fernández le parece riesgoso no es más caro que lo que pierde el Banco Central cada semana por pago de intereses de las Leliq.
Al menos hasta el momento, sin embargo, el candidato del Frente de Todos no mencionó una sola medida que considere urgente para que el saqueo al bolsillo popular en curso se frene de una vez y las mayorías populares dejen de perder poder adquisitivo.
Por el contrario, en la línea de “tranquilizar a los mercados” y respetar la “institucionalidad” y la “gobernabilidad”, el probable futuro presidente dejó en claro que no hará nada para intentar interferir en las decisiones de Macri durante los largos meses que quedan de acá al 10 de diciembre. ¿Y mientras tanto?
Todo hace pensar que desde el Frente de Todos, pese a la masiva votación que obtuvo con un claro mensaje contra las políticas oficiales, no estarían demasiado procupados por parar la sangría de los salarios, de las asignaciones por hijo, de las jubilaciones y de los diversos planes sociales.
No hay analista que deje de afirmar que la inflación crecerá mucho más de lo esperado con la devaluación de esta semana. Y ninguno de esos analistas puede afirmar que la escalada del dólar se detendrá en los $ 63 en los que terminó este miércoles.
¿No es momento de plantear un freno contundente al proceso en curso, que provoca incertidumbre y profundiza las penurias en la economía de las familias trabajadoras?
Un debate abierto para medidas de fondo
Consultado sobre qué propondría para frenar este (nuevo) ataque a los ingresos de populares, Fernández se negó a declarar. No mencionó una sola idea sobre qué debería hacer el Gobierno en función de los intereses de las mayorías trabajadoras. Incluso planteó que su silencio es necesario para no intranquilizar aún más a los “mercados”.
Contrariamente a esa visión, desde la izquierda se plantea una necesidad y un plan de acción que busque en serio ponerle un coto al saqueo que vienen protagonizando los bancos, las empresas energéticas, los grandes exportadores agrarios y demás capitalistas que vienen haciendo enormes ganancias desde hace rato y que con esta suba del dólar redoblan sus ingresos.
Ante el llamado de Mauricio Macri para abrir un supuesto “diálogo” con el resto de los candidatos presidenciales, Nicolás del Caño respondió que “no tiene sentido”. El candidato del Frente de Izquierda Unidad afirmó que, por el contrario, lo que hay que hacer es “debatir de cara al pueblo en el Congreso, con transmisión televisada del debate. Nuestro planteo es que sesione el Congreso, la oposición tiene los números para sesionar. Hay que tomar medidas de emergencia”, sentenció.
Entre otras medidas, Del Caño plantea “que el salario aumente con la inflación, que por cada punto de suba de precios haya un punto de suba en los sueldos. Ningún trabajador, jubilado o pensionado tiene que cobrar menos de lo que cuesta la canasta familiar actualizada”.
También plantea que “las tarifas tienen que volver a sus valores de 2016, terminando con el robo al bolsillo popular con el que se benefician los grandes empresarios amigos del poder, como Mindlin o Caputo”.
“Prohibir los despidos por 24 meses”, propone Del Caño, y agrega que “no se puede perder ningún puesto de trabajo, que los trabajadores y trabajadoras tienen que tomar toda empresa que cierre o despida”.
A lo que suma la necesaria “nacionalización del sistema bancario y la creación de un banco estatal único para evitar que los especuladores se fuguen las reservas y proteger a los pequeños ahorristas que siempre son estafados”.
Contrariamente a lo que plantea la oposición kirchnerista y sus aliados de la CGT, la CTA y el moyanismo (que no piensan por el momento movilizar a los grandes batallones del movimiento obrero en alianza con los sectores populares, los movimientos de desocupados, el movimiento estudiantil y el movimiento de mujeres), la izquierda exige a esas mismas las centrales sindicales un “paro nacional de 36 horas y un plan de lucha para que esta crisis no la sigan pagando las mayorías populares”.
Un Congreso abierto, debatiendo y resolviendo cómo salir de la crisis producida por las políticas de Macri (y avaladas por gran parte de la oposición durante estos casi cuatro años), con una gran movilización obrera y popular en las calles que plantee las demandas urgentes de millones de trabajadoras y trabajadores, a esta altura de los acontecimientos resulta más que imperioso.
Pese a la voluntad de un electorado que se manifestó abiertamente el domingo por terminar cuanto antes con las políticas hambreadoras de Macri, no parece estar en la perspectiva del Frente de Todos un planteo como el de la izquierda. La gran pregunta es qué país terminará recibiendo esa fuerza política el 10 de diciembre si no se implementan medidas urgentes que frenen la avanzada de los “mercados”. Tendrán que hacerse cargo. |