La película comienza cuando a Tomás lo manda su madre de Veracruz al Distrito Federal y llega al departamento de su hermano, Sombra, que comparte con su amigo Santos.
Ambos son estudiantes de la UNAM y “la huelga les cambio la vida”, tras enterarse del grave estado de salud de Epigmenio Cruz, un ídolo del padre de Tomás y Sombra, deciden buscarlo por la Ciudad de México, y durante su búsqueda llegan a Ciudad Universitaria, donde Sombra encuentra a Ana, una chica de la cual está enamorado.
Ana deja sus “obligaciones con la huelga” para acompañarlos en su búsqueda. Los protagonistas se cruzan con diversas situaciones y problemas durante la trama.
Más allá de la historia romántica entre Ana y Sombra, las situaciones emotivas entre los hermanos, y las discusiones entre amigos, impera una visión particular del contexto, que expone subjetivamente qué hacían esos jóvenes en la universidad durante la huelga, con una actitud curiosa aunque indiferente al proceso de lucha.
Se muestran escenas de discusiones dentro de las asambleas, donde prima una versión caótica de un movimiento “irracional” y “violento” con escenas que muestran el carácter “intolerante” y “salvaje” de la llamada ultra.
Esta visión coincide con la versión que históricamente expone al sector llamado moderado, que participó en la huelga en su mayoría como parte del Consejo Estudiantil Universitario (CEU).
Entre las escenas más controvertidas hay una donde un grupo de estudiantes supuestamente apoyados por la “ultra” transforman el mural Las fechas históricas de México de Siqueiros, donde muestran a un grupo de gente que apoya al líder de la ultra, Furia, mientras modifica el mural, dando una versión distorsionada de cómo ocurrió este hecho.
Esta idea corona la visión de una ultra insensata, que actúa por impulso y no por criterios políticos, como en realidad fue dentro del Consejo General de Huelga (CGH), donde un amplio sector independiente de estudiantes, cansado de las maniobras y negociaciones a espaldas de asamblea por parte del PRD durante las luchas previas, en esta ocasión se negó a aceptar al CEU como la dirección política del movimiento estudiantil y con ello negó la subordinación a este partido y a su política de flexibilización para aceptar el ofrecimiento de suspensión de cuotas de rectoría.
Por otro lado, hay una escena en la que Santos acude a ver el adelanto de su investigación a la facultad de Ciencias y se da cuenta que todo su trabajo se perdió, debido a que las plantas que utilizaba para su tesis se secaron.
No sorprenden las visiones demarcadas de este proceso de lucha por parte de Ruizpalacios, dado que como afirmamos, en una de las proyecciones de su película en la cual fue interpelado por Malú Huacuja, no pudo estudiar en la UNAM “por culpa de la huelga” y que tuvo que irse a estudiar al extranjero.
Un criterio individualista, que no puede tener más peso en la historia, que los cientos de miles de jóvenes que gracias al CGH pudieron entrar a la universidad durante los últimos 15 años, gracias al frenó el alza de cuotas que logró y a pesar de la entrada de la Policía Federal y la aprehensión de un millar de estudiantes.
Se esperaría que este largometraje, al ser desarrollado en un contexto de lucha, fuera una muestra más real de lo que fue la huelga, pero termina siendo la misma versión que sostuvieron las televisoras y la prensa vendida en aquellos días y que hoy sostiene el PRD en foros, tesis y libros.
Los mismos que actualmente deslegitiman cualquier tipo de lucha. La visión que nos ofrece “Güeros” es la visión de aquellos que sostienen desde entonces y hasta la fecha que la vida de muchos estudiantes cambio para mal, por culpa de unos cuantos que tomaron las instalaciones de la universidad. Una visión de los moderados que eran “buenos” y fueron afectados por los ultras “malos”.
Es necesario hacer frente a este tipo de visiones que se tienen del proceso de lucha de la UNAM, más allá de hacer un fetiche de la huelga, hay que aprender a sacar las mejores lecciones de este proceso para las luchas por venir.
Lo que si fue la huelga de la UNAM
Entre las cosas a destacar están las formas de organización logradas en la huelga dado que fueron de suma importancia para que el movimiento funcionara democráticamente y siguiera fortalecido.
El CGH por sus dinámicas de rotatividad de sus delegados y mandato de asamblea impidió que el proceso cayera por culpa de quienes querían a toda costa que la huelga se levantara, sin que se resolvieran los 6 puntos del pliego petitorio y pactando con las autoridades a espaldas del movimiento, y este funcionamiento permitió la politización de miles de jóvenes. Desde poder explicar en brigadeos las causas de la lucha, que pasaba dentro de la universidad, hasta poder analizar y prever la mejor política a seguir.
Otra cuestión importante fue la independencia política del movimiento, aunque de inicio existían en el CGH corrientes ligadas al PRD, debido al aumento de la represión por parte del gobierno, los pactos por las alturas que hacían esos sectores con las autoridades, así como la desconfianza ganada en las luchas de años anteriores, el CGH logró demarcarse de esos sectores y no confiar ni en las negociaciones con las autoridades, ni en salidas institucionales.
Por otro lado, destacó la preocupación por lograr el apoyo de la sociedad y de ligar la lucha estudiantil con los sectores populares y de trabajadores: muestra de ello fueron las miles de brigadas a metros, zonas fabriles y barrios en toda la ciudad y varios estados del país, que lograron ganar la simpatía de amplios sectores.
A pesar de estos esfuerzos, el movimiento no logró concretar un vínculo con otros sectores más allá de la universidad, principalmente por la responsabilidad de las direcciones sindicales en México que se negaron a hacer efectiva la solidaridad mostrada incipientemente por los trabajadores, en el apoyo económico o con víveres y algunos pronunciamientos. Pero también porque algunos dirigentes sindicales avalaron la política del PRD o directamente de rectoría.
Esto debilitó al movimiento, dado que, a pesar del heroísmo y disposición a la lucha del movimiento estudiantil, éste -para lograr imponer sus demandas y avanzar en una perspectiva estratégica superior contra el régimen de la transición pactada- necesitaba ligarse a los trabajadores que con su estrategia y sus métodos de lucha pudieran hacer frente de conjunto a este régimen. Al no lograr esto, y sobre la represión del 6 de febrero, el régimen político derrotó al CGH, que en ese momento era el principal obstáculo para sus planes, y avanzó hacia las elecciones federales del 2000 mediante las que llegó el PAN a la presidencia.
Aunque pareciera hacia afuera que la huelga de la UNAM luchaba exclusivamente contra la imposición de las cuotas, en realidad, era la muestra de que miles de jóvenes estaban cansados del ataque a la educación en general, que se hacía carne en medidas y reformas implementadas por la rectoría de la universidad, que en realidad atendían a planes y políticas del gobierno. El CGH no sólo luchó por que hoy la UNAM pueda estar abierta para miles de jóvenes que no podrían estudiar de no ser porque detuvieron el reglamento general de pagos, luchó e intentó cambiar radicalmente la toma de decisiones en la universidad.
“Güeros” termina siendo una sátira sobre la huelga, una mala broma y una burla para aquellos que entregaron sus días y sus noches para que la Universidad estuviera abierta para todos y al servicio del pueblo pobre y trabajador. |