La Secretaría de Hacienda y Crédito Público ordenó a la Secretaría de Educación Pública “la SEP puede ajustarse el cinturón en este rubro [libros de texto gratuitos] antes de que inicien las clases”.
Lo que siguió fue la SEP instruyó a la Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuitos (Conaliteg) que cancelara la impresión del 18.1 % de los libros escolares, de los 220 millones programados para el ciclo escolar 2019-2020.
Por su parte, legisladores de las comisiones de educación de la Cámara de Diputados y de la de Senadores ratificaron que Hacienda explicó que, “por austeridad”, la producción bajó de 220 a 178 millones, aunque sólo se distribuirán 176 millones y los dos restantes se quedan como “reserva”. Esto aunque en el ciclo lectivo 2018-2019 se imprimieron 211 millones 305 mil 647 libros.
Sólo en el nivel de educación básica –preescolar, primaria y secundaria- hasta 2017 según las estadísticas oficiales había 25,780,693 alumnos –que cursan distinta cantidad de materias según el nivel educativo y el año- y 1,217,191 maestros. Seguramente para este nuevo ciclo escolar 2029-2020 la matrícula aumentó. Los libros de texto gratuitos son para los niños, pero también para los maestros y para las familias.
Con esto se niega el derecho a la cultura de amplios sectores de la clase trabajadora y los sectores populares, que en muchos casos sólo acceden a los libros a través de la escuela y las bibliotecas escolares, aún con los límites y los problemas que tengan de contenido y de forma.
Mientras tanto, el gobierno de López Obrador destinó 70 mil millones de pesos para la Guardia Nacional, brazo de la Border Patrol en México, alistada para perseguir migrantes según las órdenes de Donald Trump y cuyo sueldo mínimo es de 19 mil pesos.
Es claro que la apuesta del gobierno, que llegó al poder por las ilusiones de millones en un cambio, es reforzar las fuerzas represivas, con fondos para sueldos de privilegio para los altos mandos, instalaciones, uniformes, vehículos y armas. |