Este lunes fue divulgado el resultado de la encuesta CNT/MDA, que comparada con la misma realizada en febrero de este año, muestra una importante alza en la desaprobación personal desde un 28,2% en febrero a un 53,7% en agosto y una disminución de su aprobación de un 57,5% a un 41% en el mismo periodo.
El gobierno también disminuyó su calificación positiva desde 38,9% en febrero a un 29,4% en agosto y aumentó su calificación negativa desde un 19% a un 39,5% en el mismo periodo.
Además saltan a la vista algunos motivos del no muy imprevisible resultado. En cuanto al desempeño del gobierno, la encuesta refleja un pobre porcentaje de aprobación en Salud (30,6%), en Educación (24,5%) y en Medio Ambiente (26,5%).
La encuesta fue realizada entre los días 22 y 25 de agosto en 137 municipios y a 2.002 personas, por lo que también refleja los cuestionamientos del desempeño del gobierno frente a los incendios en la Amazonia, pero no solo eso, sino que también muestran la insuficiencia del sistema de salud pública brasileña, los recortes propuestos para la educación o el Future-se, un proyecto de abierta entrega de las universidades públicas a disposición de intereses de privados.
Además, respecto a la reforma previsional, la encuesta arrojó que 52,7% de las personas encuestadas se declaran contrarias al proyecto y 36,6% a favor, 10,7% no saben o no responden.
Cuando les preguntaron acerca de quién saldría beneficiado con la reforma previsional, 45,4% dijo que la reforma va a beneficiar a los más ricos, 14,5% que nadie saldría beneficiado, 6% que la reforma beneficiará a los más pobres y 25,4% que ambas clases saldrán igualmente beneficiadas.
En síntesis, en medio año, tanto Bolsonaro como su gobierno aumentaron significativamente su desaprobación y redujeron su aprobación, criticados aquella semana principalmente por los incendios en la Amazonia, la reforma previsional, educación y salud.
Aún queda por ver si, el pueblo trabajador, las mujeres y la juventud logran sobrepasar los obstáculos que significan las direcciones burocráticas de las centrales sindicales y la Unión Nacional de Estudiantes de Brasil, y así transformar esa desaprobación en un enfrentamiento en conjunto contra el gobierno y sus planes de ataque a la población en favor de los capitalistas.
El gobierno se muestra más débil y este se muestra como uno de esos momentos de la historia en los que dirigir las centrales sindicales nacionales y no planificar la lucha contra el gobierno, es criminal. |
