La crisis por los incendios de la Amazonia se convirtieron en un ancla al cuello del ultraderechista Bolsonaro, que según las últimas encuestas ha venido cayendo en su nivel de aprobación. Para intentar capear la situación ha empleado un discurso soberanista, cuestionando a cualquiera que hable sobre la crisis en la Amazonia, por entrometerse en los asuntos del país. Sin embargo ese soberanismo está muy lejos de la realidad cuando se ven los negocios habilitados tanto por Bolsonaro como por los Gobiernos precedentes, a las multinacionales de los países imperialistas que lo cuestionan por la crisis actual. Desde las mineras canadienses hasta las petroleras francesas, pasando por las farmacéuticas, las agrocilaganaderas y la industria de los agroquímicos que utiliza los recursos del país y contamina sus tierras.
Ese discurso es el que volvió a emplear este martes Bolsonaro para justificar porqué había decidido no aceptar la "ayuda" que había votado el G7 en la reunión que terminó este lunes en Francia. La negativa no tenía que ver con la miserable ayuda de tan solo 20 millones de dólares, que las siete potencias más importantes del mundo habían discutido aportar para sofocar los incendios. El trasfondo tenía que ver con ese discurso que Bolsonaro llegó a transformar en casi personal contra el presidente Macron, que lo había cuestionado por el manejo de la situación en la Amazonia.
Tras decirle que se preocupe por la catedral incendiada de Notre Dame, antes que de la Amazonia, Bosonaro se burló de la edad y el físico de Brigitte Macron, esposa del presidente francés. Macron dijo que Bolsonaro era un irrespetuoso, pero además aprovechó para escalar el conflicto y decir que Francia saldría del acuerdo entre el Mercosur y la UE, un acuerdo que por cierto nunca había sido del entusiasmo de los franceses y que además es rechazado por los productores agropecuarios galos.
El último capítulo de este intercambio, tuvo lugar este martes cuando Bolsonaro afirmó que Brasil aceptará la ayuda de 20 millones de dólares ofrecida por el G7 sólo si Macron se retracta por haberlo tratado de mentiroso.
Bolsonaro, tuvo que negar que Brasil haya rechazado la ayuda económica ofrecida por los países más poderosos del mundo, pero la condicionó a que Macron se retracte "no sólo por haberlo llamado mentiroso sino también por poner en entredicho la soberanía de Brasil sobre la Amazonía".
"En primer lugar, el señor Macron tiene que retirar los insultos que hizo contra mí. Primero me llamó mentiroso y, después, por las informaciones que obtuve, dijo que nuestra soberanía en la Amazonía era un asunto abierto", afirmó el ultraderechista.
"Para conversar y aceptar cualquier cosa de Francia, que sea con las mejores intenciones posibles, él tendrá que retirar esas palabras y entonces podremos conversar".
Bolsonaro se apoya en el hecho cierto de que Macron lo acusó de mentir sobre sus compromisos en la cumbre de medio ambiente del G20, y también se insinuar que se podría pensar un estatus particular para la Amazonia. Sin embargo es una hipocresía de parte de Bolsonaro querer aparecer como el defensor de la soberanía brasileña.
En primer lugar la deforestación está íntimamente ligada a la actividad ganadera y a la extensión de la frontera de la soja, por la oportunidad que se abrió para la exportación de carne y también de granos a China (y Hong Kong), por la guerra comercial que mantiene con Estados Unidos. Por otra parte algunas de las empresas que más deforestan la selva amazónica son francesas: los bancos Credit Agricole (el mayor banco minorista de Francia) y BNP Paribas, la institución financiera más rica de Francia, están vinculados a la deforestación, según un informe de Amazon Watch.
Esto sin contar la relación de Bolosnaro con Trump que permite la intromisión directa de militares estadounidenses y empresas multinacionales en el control y explotación de los recursos del país. Sin ir más lejos, permitió que una empresa privada estadounidense monitoree la Amazonia en lugar del Instituto Nacional de Investigación Espacial (INPE).
Es evidente que la expansión de la soja y los intereses del agronegocio brasileño -íntimamente vinculados al capital financiero y a los bancos- son una amenaza directa al medio ambiente, es cierto que la voracidad de los gobiernos imperialistas y colonialistas extranjeros no representa un peligro menor. Hablan de la Amazonia porque la quieren íntegramente para sus intereses monopólicos. Es por eso que la lucha contra el principal responsable que es Bolsonaro, no puede estar separada de la de exigir que las grandes potencias capitalistas saquen sus manos de los recursos naturales brasileños.
Es imposible defender la biodiversidad y los recursos naturales amazónicos sin atacar profundamente los intereses de los capitalistas, tanto nacionales como extranjeros, que hacen arder la Amazonia (fundamental, entre otras cosas, para la regulación de la temperatura de la Tierra) entre el agronegocio y la voracidad imperialista.
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