Beatriz Gutiérrez Müller, esposa de López Obrador y presidenta honoraria del Consejo Asesor de la nueva Coordinacion Nacional de Memoria Histórica se declaró en contra de las pintas realizadas por mujeres en la marcha contra la violencia policial.
Esto sucedió en el marco de la inauguración de la muestra “Memoria de Milagros". Declaró que pintar el patrimonio como forma de protesta de ninguna manera es válido.
No pienso que haya derecho de una protesta a dañar un inmueble histórico, por más razón que tenga quien protesta. Beatriz Müller.
Habló de la “inconciencia" de los mexicanos en torno al patrimonio histórico, pero que afortunadamente el INAH “resguarda el patrimonio", y la pregunta ante los defensores del patrimonio es ¿quién resguarda la vida de las mujeres?
Müller declara que nada justifica las pintas, pero olvida que las paredes pueden restaurarse o limpiarse, sin embargo nada hace que las mujeres que fueron asesinadas vuelvan. Lo cierto es que es cómodo hablar de la violencia desde el pedestal de Palacio Nacional. De nuevo queda claro que el género nos une, pero la clase nos divide.
A propósito de las pintas el grupo de restauradores con glite han salido a declarar que no pueden borrarse las pintas hasta que se solucione la situación de violencia hacia las mujeres, pues forman parte de la memoria colectiva.
De cierta manera, nos han dicho que los monumentos históricos son recordatorio de esa memoria colectiva de hechos que forman la historia del país.
Desde esa perspectiva, la intervención en los monumentos con la rabia de las mujeres contra la violencia deberían formar también de esa forma colectiva.
Sin embargo, parece que historiadores como Beatriz Müller no quieren que se cuente una parte de nuestra historia, la historia de las de abajo, de las que ya no están. Se habla de nosotras como cifras, pero declaramos que somos más que eso, tenemos historias, somos vidas que importan.
Más allá de los métodos de protesta, lo que queda de telón de fondo es que este tipo de declaraciones abonan a la criminalización de la protesta iniciada por Sheinbaum y Ernestina Godoy. Todas mujeres sin embargo, todas lejanas a nuestra realidad como estudiantes, precarizadas, trabajadoras, indígenas.
No olvidemos que las paredes se restauran, las mujeres asesinadas no. Y mientras dicen que nada justifica las pintas, nosotras creemos que la vida de las mujeres justifica que lo transformamos todo.
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