Podríamos quitar nombres y locaciones, edades, circunstancias, pero la trama se repite una y otra vez, cada 21 horas en Argentina. En la región tenemos varios casos en los que podemos ver los mismos elementos: el policía Héctor Méndez, asesino de Matías Casas, estaba de licencia y después de matar se fue plácidamente a dormir. El policía Claudio Salas, asesino de Braian Hernández, quiso alterar pruebas para presentar el caso como legítima defensa, hipótesis que igualmente sostuvo hasta el final. Los policías Pablo Escudero, Lucas Medina, Romualdo Mardones y Juan Rubilar casi mataron a golpes a Facundo Agüero y luego difundieron la versión del robo de un perfume. En Fiske Menuko el policía Jorge Villegas -asesino de Pablo Vera- montó una escena muy similar a este nuevo crimen, que los medios replicaron hasta cansarse para intentar zafar de la condena y contar con el apoyo de quienes se creyeron que eso es “seguridad”.
El asesinato fue el viernes alrededor de las dos de la mañana. Pablo Pallero estaba de franco, pero con su arma reglamentaria disparó a Facundo Guiñez, de 29 años, y lo mató. Lo dejó tirado a dos cuadras del lugar y se fue a dormir.
Cinco horas permaneció el cuerpo en el medio de la calle. Al lado estaba el frente del estéreo del auto de Pallero y eso pretende ser prueba de que el joven asesinado estaba robando; parece muy verosímil que corriendo por su vida no lo soltara.
Una bala del Estado enfrentó la espalda de Facundo Guiñez. Vecinxs que habrían visto algo de lo sucedido, declararon que el joven luego de ser atacado corrió unas dos cuadras intentando escapar de la muerte que ya lo había alcanzado. El policía asesino se fue a dormir.
Pablo Pallero mató a Facundo Guiñez y se fue a su casa. Unas horas más tarde, se presentó en la Comisaría 22 de Zapala, donde cumple sus funciones de represor, como si nada hubiera sucedido, sin hablar de su crimen con nadie. Como si no se hubiera robado una vida a las dos de la mañana. Como si Facundo Guiñez no pasara a engrosar la lista de asesinados por la policía con vía libre para matar. Allí quedó detenido, después de que una vecina declarara que lo vio entrar a su hogar tras el estruendo del disparo y una mancha de la sangre de su víctima quedara evidenciando el homicidio en su calzado.
Las versiones de sus compañeros de institución, reproducidas por los medios que hablan del “policía que mató al ladrón”, concluyen que el joven estaba robando el frente del estéreo del auto del policía y este, al descubrirlo, sacó su arma reglamentaria y lo fusiló. No parece una versión creíble, como no la parecieron ninguna de las que rondan casos de asesinatos policiales, aunque tampoco serían justificativas; el circuito siempre es el mismo cuando el Estado mata: la corporación se encubre, los medios reproducen y la justicia valida.
Pallero quedó detenido y este sábado se determinó que permanecerá con prisión preventiva por cuatro meses y acusado de “homicidio simple agravado por el uso de arma de fuego”. No por ser policía. No por matar con la pistola reglamentaria. No por abusar de “su función”.
El cuerpo sin vida de Facundo Guiñez se desplomó en la calle, a dos cuadras del supuesto lugar de los hechos, para terminar de desangrarse. Con el frente de un estéreo al costado y una bala del Estado adentro. |