Viajo desde Ecatepec casi todos los días a uno de esos institutos que preparan para dar el examen del Comipens. El estrés del hacinamiento en el transporte, el alerta constante ante una agresión en el camino –por el solo hecho de ser mujer– son mis compañeros.
Gano una miseria, apenas 100 pesos por dos horas y media de clases, no tengo horario fijo, pero los gastos sólo de transporte –mínimo 25 pesos por día– hacen naufragar mi economía cada quincena.
Como mi vecina Adriana, le entré a las ventas por catálogo. Elegí Natura porque tiene una onda pro medio ambiente, aunque sea en la publicidad. A veces ayudo a mi madrina Elsa, que vende zapatos Priceshoes. En mi bolsa no faltan los catálogos, siempre se puede dar una oportunidad, y el dinero me hace falta para completar los gastos, como comprar el tanque de gas o el garrafón de agua.
Hoy en un momento libre entre una clase y otra vi en Twitter que Avón era tendencia. ¿Por qué? Y así me enteré de que ahora, si se aprueba en el congreso la propuesta de Hacienda de implementar el pago de Impuesto sobre la Renta (ISR) para las personas que vendemos por catálogo.
No soy crédito a mis ojos. ¿En serio? ¿No que primero los pobres? ¿Así quieren aumentar la recaudación López Obrador y su funcionarios? ¿Para qué, para más dinero para la Guardia Nacional? ¿Para los uniformados que reprimen a los migrantes y violentan a las mujeres?
“El esquema propuesto sería obligatorio para todas las empresas que realizan ventas por catálogo… Realizarán la determinación, retención y entero del impuesto calculado sobre la diferencia entre el precio de venta sugerido y el precio de compra, aplicando la tarifa del ISR que corresponda a cada persona física”, dice el documento.
Para quienes no excedamos de 300,000 pesos la retención se considerará como pago definitivo y quienes superen ese monto o percibamos otro tipo de ingresos, tendremos la obligación de presentar declaración provisional o bimestral definitiva y acreditar el impuesto retenido. ¿Por qué no les aumentan los impuestos a los ricos? ¿A los empresarios, a los dueños de los institutos como donde yo trabajo?
Con esto, López Obrador me vuelve a demostrar que su discurso de “gobernar para ricos y pobres” no es más que una pantalla para tratar de ocultar que en realidad gobierna para los que más tienen. Y la gente trabajadora, en especial las mujeres, tenemos que seguir rompiéndonos el alma para que los ricachones la pasen bien en sus autos de lujo y sus mansiones. |