Como siempre, en un tuit lo dijo todo. Trump, sin advertencia previa, anunció por esa red social “Informé a John Bolton anoche de que ya no necesitamos sus servicios en la Casa Blanca. Discrepaba en gran medida de muchas sugerencias, igual que otros en la Administración, así que le pedí su dimisión y me la dio esta mañana. Agradezco mucho a John su servicio, nombraré a un nuevo consejero de Seguridad Nacional la próxima semana”.
El secretario de Seguridad Nacional dio otra versión, también a través de su cuenta de Twitter. Afirmó que él mismo había ofrecido su renuncia en la noche del lunes 9 de septiembre y que el mandatario estadounidense le solicitó que lo hablaran. Y Bolton entregó la renuncia este día 10.
Se trata del tercer funcionario en ese puesto que deja el gobierno, luego de obstaculizar las conversaciones con el régimen talibán en Camp Davis. Como señala un artículo del New York Times, “Bolton hizo una campaña de último minuto para impedir que el presidente firmara un acuerdo de paz en Camp David con líderes del grupo radical talibán. Ganó la batalla política cuando Trump desechó el acuerdo pero perdió la guerra más grande cuando el presidente se enfadó por la forma en que se desarrolló el asunto.”
Parte de la trayectoria del ex asesor presidencial incluye haber sido artífice de que el ex magnate devenido en presidente volteara a ver a América Latina, considerado por el imperialismo estadounidense como su patio trasero.
Fue Bolton quien diseñó la ofensiva imperialista de la Casa Blanca contra los gobiernos de Venezuela, Cuba y Nicaragua, países que atraviesan profundas crisis sociales, económicas y políticas.
Con la restricción de viajes y remesas a Cuba, el ex funcionario de Trump hizo retroceder en parte los acercamientos del demócrata Barack Obama al régimen castrista en pleno proceso de restauración capitalista en la isla.
Ante la crisis venezolana, fue el campeón de las sanciones económicas contra el gobierno de Nicolás Maduro y la petrolera PDVSA, medidas que sólo abonaron a profundizar la catástrofe económica que pesa sobre el pueblo venezolano. Asimismo, convocó infructuosamente a los militares venezolanos a apoyar al derechista Juan Guaidó, a quien en enero pasado el mandatario estadounidense reconoció como presidente interino.
Pero la apuesta de Bolton por la derecha venezolana parece haber sido uno de los factores que impulsó su caída de la gracia de Trump. Según se había quejado éste, tiñó de facilismo la caída de Maduro y su reemplazo por Guaidó.
Dos son los factores determinantes para poder analizar si cambiará en algo la política de Trump hacia América Latina: quién será su sucesor y si sale o no el equipo del Consejo de Seguridad Nacional que está encargado de los asuntos regionales.
Entre los candidatos a reemplazar a Bolton se cuentan Fred Fleitz, ex jefe de personal de Bolton; Keith Kellogg, teniente general retirado y ex asesor de seguridad nacional en funciones; Jack Keane, vicepresidente retirado del Ejército que actualmente asesora al vicepresidente sobre seguridad nacional; Robert Blair, asesor de Mick Mulvaney, jefe de personal en funciones; y Robert C. O’Brien, diplomático que participó en la negociación de toma de rehenes.
Más allá de quien obtenga el cargo, lo cierto es que otros altos funcionarios estadounidenses son impulsores de la política injerencista estadounidense en países latinoamericanos, una forma de poder competir con China y la Unión Europea por los vastos recursos naturales y la superexplotación de la clase trabajadora del continente.
Es el caso del secretario del Tesoro, Steven Mnuchin, quien consultado respecto al tema reivindicó que su oficina y el Departamento de Estado "han estado increíblemente activos en las sanciones" a Venezuela. |