Se acabaron las vacaciones y la Diada 2019 dió el pistoletazo de salida a otro otoño de incertidumbre en Catalunya, que tiene ante sí la inminente sentencia del juicio farsa a los líderes políticos y sociales del procés, que se espera para antes del 16 de octubre.
La jornada de este 11 de septiembre contó con la participación, solo en el acto central, de cerca de 600.000 personas según datos de la Guardia Urbana. Si bien supone una rebaja respecto al millón de personas que participaron en la Diada del año pasado, siempre según datos de la Guardia Urbana, lo cierto es que la calle vuelve a demostrar que mantiene el pulso con una movilización masiva.
La propia Elisenda Paluzie, presidenta de la Assemblea (ANC) ha proclamado desde el escenario del acto central, situado en Plaza España, que este año se celebraba la “Diada más difícil”. Paluzie aludía a la división mostrada en los últimos meses entre ERC y PDCat y la “deslegitimación del 1 de octubre”, al no haberse llevado adelante el mandato popular.
Por su parte el president Quim Torra ha apelado “iniciar una nueva etapa” y a “responder ya a las sentencias poniendo el objetivo de la independencia en el centro de la acción política”.
Más comedido en su discurso se ha mostrado el número tres de ERC y vicepresident del govern, Pere Aragonès, que antes de la movilización ha insistido en que los “ciudadanos catalanes deben poder decidir su futuro” y ha instado al PSOE a una “desjudicialización del independentismo”. Aragonès ha aprovechado su intervención para advertir tanto a los socialistas como a Unidas Podemos (UP) del “fracaso” que supondría una repetición electoral en noviembre. Toda una declaración de intenciones por parte de ERC.
Más allá del diferente tono más o menos agitativo de Torra y Aragonès, lo cierto es que ninguno de las dos formaciones que han dirigido el procés desde que despuntara en 2012, (teniendo presente el papel de Convergencia antes de su disolución), ha mostrado una voluntad de hacer efectivo el mandato de la histórica jornada del 1Oct del 2017. Pero no porque ahora hayan abandonado la meta de la independencia, sino porque nunca la han tenido, tal y como aseguraron algunos imputados durante el juicio farsa al procés en el Tribunal Supremo (TS).
La Diada, que más allá del baile de números ha vuelto a ser masiva, es una nueva muestra de que sigue estando viva la voluntad del pueblo de Catalunya de romper con el Régimen del 78 y su monarquía. Una convicción y determinación en las calles lejos de la actitud de claudicación adoptada tanto por ERC como por PDCat en la Generalitat.
El fortalecimiento nuevamente del procés no pasa por la demanda de unidad entre ERC y PDCat, sino por ser capaces de levantar una alternativa política que peleé desde una perspectiva anticapitalista y de independencia de clase por el derecho a decidir, dando la primera batalla por la libertad de los presos políticos.
La sentencia del TS será un antes y un después del avance represivo del Régimen del 78 contra la disidencia política y social. Una sentencia que busca ser ejemplarizante contra aquel que no acate la sagrada constitución y al bendecido monarca.
Frente a este avance judicial por parte de los sectores más reaccionarios, la izquierda reformista del Estado español, como Podemos e Izquierda Unida, ha mantenido una posición equidistante en el mejor de los casos, sino rozando la complicidad con quienes aplican la represión. Así ha sido en las últimas semanas en las que desde Unidas Podemos se llegó a aceptar el liderazgo del PSOE en la política hacia Catalunya, nada menos que uno de los partidos del 155 y que es parte de la acusación en el juicio del procés, a cambio de un asiento en el Consejo de Ministros.
Así lo denunciaba en un video Lucia Nistral, recordando que UP “dejó claro durante las negociaciones que en materia de la cuestión catalana iba a dejar el liderazgo Pedro Sánchez, es decir , al partido que firmó el 155 y al gobierno que se sienta en el lado de la acusación”.
Por su parte la burocracia sindical ha sido nuevamente un sostén del Régimen del 78 para que este aplicara sus medidas represivas con mayor impunidad. Al silencio más absoluto sobre la oleada judicial contra el independentismo, ha sumado la inactividad más criminal en las diferentes jornadas de movilización de los últimos años, algo que sigue haciendo hasta hoy mismo.
Mantiene de este modo al movimiento obrero alejado de la pelea por el democrático derecho a decidir del pueblo catalán y de la pelea contra este Régimen que precariza y empobrece cada día más la vida de la clase obrera y sectores populares.
Es el momento de levantar una alternativa anticapitalista y de independencia de clase, tal y como analizaba desde la manifestación Santiago Lupe, dirigente de la CRT, que “retome la movilización por el derecho a decidir vinculándola también a las movilizaciones y las luchas por las resoluciones de los grandes problemas sociales levantando un programa anticapitalista que permita incorporar a la clase trabajadora”.
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