Entrevista con la referente rap y hip hop a poco del show más importante de su carrera: este sábado presentará su nuevo disco “Politicalpari” en el estadio Atenas de La Plata.
Sara Hebe vive en Caballito, cerca de Parque Rivadavia pero a escondidas del núcleo histórico del cacerolismodemócrata-globulista de Acoyte. Recibe a la dupla de La Izquierda Diario en la puerta de su edificio, sube con intensa velocidad las altas escaleras de los tres pisos y entra de trompa a sudepartamento. La semana va por su mitad, el día pisa la tarde y el sol avanza desde el balcón mientras la cámara se monta sobre el living. Un silencio empieza a dominar el ambiente: Sara se va a la cocina para aprovechar el tiempo entre un encendedor que chispea, un gas que se vuelve fuego y, casi al instante, el penacho de un cigarrillo humeando. Así llegan los primeros mates y las gargantas buscan amigarse con una charla que enarbolará su último disco y el recital más importante de su carrera: aquel que dará este sábado en el estadio Atenas de La Plata.
“Estaba buscando el nombre para mi disco y lo terminé encontrando en un viejo hangar de la Segunda Guerra Mundial cercano a Berlín, donde desde hace 20 años se hace un hermoso festival organizado por colectivos independientes y anarquistas que se manejan autogestivamente, sin multinacionales ni policías”, dice Sara, que estuvo allí pocos meses atrás en el marco de una gira trimestral por Europa. “Mi inglés es malo, pero escuché una conversación entre dos personas en donde una le decía a la otra: ‘¡Politicalpari!’. Y ahí dije: ‘¡Buenísimo! ¡Ahí encontré el nombre!’”.
Politicalpari es el cuarto disco de estudio de Sara y el primero desde Colectivo vacío, de 2015. “El título es en inglés, pero también significa la ironía de cómo se latinoamericaniza el idioma del imperialismo, y de cómo se nos mete en lo cotidiano. Tiene que ver con ritmos como el reggaetón, y de cómo tantas lenguas son cortadas o calladas, como la de los pueblos originarios”. Todo surgió en esa conversación que Sara -nacida el 9 de julio de 1983 en Trelew-escuchó en Lärz, pequeño pueblo a dos horas de Berlín que cobija el multitudinario Fusion Festival. “¡Ese evento es el sentido de mi vida! Cien mil personas haciendo mil cosas, pero cuidándose entre sí. Fui cuatro veces y lo entendí recién ahora: tenés desde una banda punk tocando en un cuartito hasta un loco colgado de un árbol, pasando por los máximos DJs del tecno. En el festi se sostiene la idea del consumo responsable y el cuidado sin control policial, pero al mismo tiempo se arma una fiesta con contenido político, muchos reclamos y cantos de la calle que la gente grita porque son necesarios”.
“Ya no nos podemos hacer las boludas, porque todo está politizado y no podría ser de otra manera”, sigue Sara. “Mucha producción de fiestas autogestivas se enfrentan en este momento de afectación triste con el que nos quiere oprimir los gobiernos de extrema derecha. El baile, la danza, los textos y la producción de sentido se manifiestan mucho en las movilizaciones sociales”.
LID - ¿Te sorprende que tu público reproduzca banderas o proclamas que vos no necesariamente representas?
SH - Recién con el tiempo fui tomando conciencia de eso, sobre qué decir. Para mí es un ejercicio de libertad que tenemos que hacer y construir. ¡Que digan lo que quieran, por supuesto! Aunque a veces me meto a modificar alguna palabra, porque cada una puede cambiar muchas cosas. Creo que tiene que ver con un ida y vuelta que hay entre las letras y lo que estas producen en toda la gente, mas todo lo que nos atraviesa. Ahí se arma la cosa: se grita de todo, se canta y ahí queda todo re picante. Eso sí: después, cuando termina el recital… ¡ya no soy responsable! Lo importante es que todo el mundo vuelva bien a su casa.
¿Por qué te tomaste cuatro años para sacar un disco con canciones nuevas? ¿Ya no es un formato interesante?
Me cuesta mucho escribir canciones que medianamente me gusten. Primero porque soy vaga. Pero, además,porque tocamos mucho. Todos los shows son como un recital de rock. Yo grito un montón, salto, tocamos mucho siempre. Y se va mucha energía. Hice Politicalpari como pude, así salió. Pero me cuesta escribir. Igualmente ahora quisiera tocar un poco menos y ponerme a hacer canciones nuevas. Y también tomar un poco de algo del estilo del momento, que tiene que ver mucho con el ritmo del capitalismo, que es sacar temas rápido. Las chicas y chicos jóvenes que producen ahora sacan temas rápido. A mí, en cambio, me cuesta un huevo, pero quiero ver si puedo tomar algo de este ritmo que me aplasta. Quiero escribir algo que me guste y me parezca coherente. Ya tengo una letra que me gustaría grabar con un beat de Ramiro Jota, mi socio y gran productor. También hay productores y productoras que me gusta indagar y pedirles cosas.
¿Las letras de Politicalpari también te generaron esfuerzo?
Mayormente fueron frases que salieron de a poco: las anoté y luego me las reencontré. Viajando bastante me pasa, porque es un tiempo raro en el que se produce una especie de irrealidad:ahí se me ocurren algunas cosas.
Esta rutina de trabajar con la música es un privilegio que tengo y agradezco todos los días, aunque a veces estás medio en una burbujita. Como mis compañeros Ramiro Jota y Edu Morote somos obreros de la música. En mi caso escribo en miles de libretas que después voy reencontrando, entonces me pongo en la compu y escucho el beat. Me pasa mucho en los viajes. Y sola en los bares… ¡cómo cantaba Hilda Lizarazu! “No era hombre ni mujer: se transformaba” ¡Qué temazo!
Nuevamente saliste a girar por Europa varios meses. ¿Cómo te llevas con eso de estar tan lejos de tu casa?
La posibilidad de conocer tantos lugares y poder zafar la guita es buena, aunque también se extraña bastante y se me hace largo en un punto. Pero siempre quise viajar, me encanta. De chiquita recuerdo que me disfrazaba y jugaba a estar de gira: “Vengo de Gainman y me voy a Miami”, decía, jajaja. En un punto siento que hago lo que soñaba en ese entonces, aunque también se hizo cansador: se sienten los diez años de laburo, ya no tenemos veinti…
¿Haber nacido y criado en la Patagonia no te dio cierta gimnasia con las distancias?
Estoy acostumbrada y la tengo incorporada. En 2001 me vine a estudiar Derecho a Buenos Aires,aunque iba a Trelew seguido pese a que estaba a 20 horas de bondi. Me metí en el CBC,pero no lo terminé, porque me fui a Córdoba a estudiar lo mismo. Fue un año y pico de algunas materias, aunque no tantas, ya que al mismo tiempo entré a un taller de teatro. Ahí volví a Buenos Aires y empecé en otras escuelas como las de Norman Brisku o Mirta Bogdasarian. Los dos me impulsaron a escribir para escenas y además escuchaba mucho rap, hip hop y dancehall. Ahí fue cuando dejé teatro para dedicarme a la música.
Sin embargo la actuación siempre te orbitó y de hecho en breve saldrá la primera película con tu participación…
¡Sí! Se llamará Expansivas y creo que será muy buena y divertida, más allá de que Ramiro García Bogliano, su director, puso como protagonistas a dos mujeres en roles que no suelen verse: violentas y asesinas. Y eso es interesante, porque por lo general las mujeres siempre somos más y peores juzgadas que los hombres. Además da una nueva opinión de la violencia, una de tipo liberadora que para mí es interesante. Fue una peli con cierto presupuesto, aunque chico. Estuvimos filmando durante tres semanas durante once horas diarias, en un momento se volvió cansador y estaba odiada, jaja. Ahora lo recuerdo con cariño y agradecimiento, aunque estuve casi que queriendo morirme del cagazo por el miedo de verme.
¿Podría pensarse que el rap te cautivó también por su expresión corporal propia del teatro?
Puede ser: en todos los casos se trata de estar en la escena. Es cierto que el rap pegó en Argentina mucho después que en lados como Chile, Colombia o Venezuela, aunque el trap ahora es un boom mundial y nuestro país tiene exponentes súper espectaculares que se escuchan en todos lados. Pero es algo más de ahora y no tanto de hace diez años, más allá de que hubo entonces grandes referentes como Actitud María Marta, por ejemplo, o cosas súper unders como Mustafá Yoda. Yo soy admiradora del hip hop, el rap y sus derivados, y en ese sentido creo que tienen cosas que el rock no, aunque el punk tal vez sí. Algo que esta más al alcance del autodidacta y que no tiene que ver únicamente con el hecho intelectual de saber tocar.Podemos servirnos de estos géneros para poner el discurso ahí y escribir nuestros textos desde esos estilos:no nos olvidemos que rap significa “ritmo y poesía”.