Después de la ronda de consultas del Rey con todos los partidos políticos con representación parlamentaria, la Casa Real emitió un comunicado este martes anunciando “que no existe un candidato que cuente con los apoyos necesarios” para que el Parlamento “le otorgue su confianza”.
Se ha confirmado lo que todo el mundo sabía: no hubo acuerdo entre el PSOE y Unidas Podemos, Pedro Sánchez no logra los apoyos necesarios para sacar adelante una nueva investidura y se ponen en marcha los mecanismos para convocar nuevas elecciones.
Hay todavía 48 horas de margen para un acuerdo in extremis a última hora antes del plazo final del 23 de septiembre. Pero nada parece hoy más lejano.
El 23 de julio tuvo lugar la primera investidura fallida. En esa oportunidad la negociación entre el PSOE y Unidas Podemos llegó a poner sobre la mesa la opción de un gobierno de coalición, se cruzaron ofertas y peticiones de ministerios, pero todo quedó en un bluf. Entonces empezó la pelea por el relato; ya no importaba tanto lo que se negociaba sino quién quedaría como el culpable de provocar nuevas elecciones. Nada menos que las cuartas elecciones generales desde diciembre de 2015.
Cuando Pedro Sánchez dijo en televisión que el principal escollo para un gobierno de coalición era Pablo Iglesias, pensó que ganaba la partida. Sin embargo, la renuncia de Iglesias a ser parte del gobierno volvió a situar el balón en el campo de los socialistas. Después vinieron las incomprensibles negociaciones sobre ministerios sin presupuesto, vicepresidencias simbólicas y cruces por los medios de comunicación. Así todo el verano, y ya no había muchas posibilidades de que cambiara.
No hay que negar que Unidas Podemos intentó todo para llegar a un acuerdo, renunciando una y otra vez a cualquier atisbo de programa social, aceptando como “cuestión de Estado” la persecución al pueblo catalán, asumiendo que no se iba a tocar la reforma laboral, ni mucho menos afectar los intereses de los bancos, etc. Es decir, que se comprometían a ser “leales” a un gobierno hegemonizado por los social-liberales del PSOE, costase lo que costase.
Pero tanta subordinación y renuncias, incluida la petición de Pablo Iglesias al Rey para que intercediera, no tuvieron el resultado deseado. Para el PSOE vale siempre mil veces más la presión de la banca, de los empresarios y del IBEX 35, que dejaron cada vez más claro que no querían un gobierno del PSOE con Podemos. Que prefieren “jugar seguro” y para que el régimen recupere estabilidad, incluso ir a nuevas elecciones, especulando con que el PSOE y el PP obtengan más votos y, en todo caso, que Ciudadanos se avenga a dar el apoyo o la abstención para que gobierne el PSOE.
El líder de Podemos, Pablo Iglesias, se ha pronunciado rápidamente ante las ya casi inevitables nuevas elecciones. “Pedro Sánchez tenía el mandato de formar gobierno. No quiso. La arrogancia y el desprecio a las reglas básicas de una democracia parlamentaria se han impuesto sobre la sensatez. Seguiremos trabajando para que la política sirva para defender los derechos de la gente”, ha dicho desde su cuenta de Twitter.
Para el líder morado Sánchez “comete un error histórico de enormes dimensiones forzando otras elecciones por una obsesión con acaparar un poder absoluto que los españoles no le han dado. Hace falta un presidente que entienda el multipartidismo. España ha cambiado y no va a retroceder”, ha zanjado.
En su comparecencia desde La Moncloa, Pedro Sánchez ha pedido a los Ciudadanos “que el 10 de noviembre hablen más claro para que se les escuche”. El líder socialista responsabilizó a PP y a Ciudadanos de que no haya Gobierno, pero fue contra Unidas Podemos y su líder, Pablo Iglesias, contra quienes cargó especialmente: “Tiene el récord de haber impedido cuatro veces que haya un Gobierno progresista en España, bloqueándolo con el apoyo de la mayoría conservadora”, dijo.
Sánchez justificó que el PSOE ha buscado todo tipo de fórmula para no ir a elecciones: “Lo hemos intentado todo, pero no lo han hecho imposible”, afirmó sin autocrítica alguna.
Las negociaciones fallidas han abierto un debate importante entre muchos militantes y simpatizantes de Unidos Podemos, así como amplios sectores de votantes de la izquierda. Algunos sostienen que toda la responsabilidad es del PSOE, pero que fue correcto insistir en un gobierno de coalición hasta última hora. Otros (sobre todo entre las filas de IU y Anticapitalistas) promovían la opción de darle un apoyo a Pedro Sánchez, sin entrar al gobierno y en base a un acuerdo programático a la “portuguesa”. Finalmente, algunos comienzan a preguntarse si en realidad toda la estrategia de Podemos no sirvió únicamente para lavarle la cara al PSOE y que este recuperara parte de su electorado desde la izquierda, mientras el partido morado retrocedía cada vez más en caudal electoral en una carrera de entrega de su propio programa. Este es un debate que seguramente se profundizará en los próximos meses, porque el panorama de las elecciones no parece que vaya a cambiar mucho.
El escenario político español vuelve a sumergirse en la incertidumbre. Mientras una recesión económica se vislumbra como cada vez más cercana y el BCE pide contención del gasto y mantenimiento de la presión fiscal al próximo gobierno, el Régimen político no logra estabilidad duradera.
La cuestión catalana sigue siendo una fuente de enormes tensiones, a pocos días de que se conozca la sentencia del Tribunal Supremo sobre los presos políticos catalanes -que el presidente en funciones ya ha anunciado en su comparecencia en Moncloa dando cuenta una vez más de que es un juicio político-, que van a cumplir dos años de prisión preventiva.
No hay investidura y el Estado español se aboca a nuevas elecciones. La población ha ido a votar 4 veces en cinco años. Ahora irá a una quinta que ni siquiera está claro que pueda resolver el entuerto. Pero sea cual sea el resultado, lo que ha quedado claro una vez más es que quienes gobiernan realmente son el IBEX35 y los grandes capitalistas. |