Mas allá de las creencias religiosas, tengamos o no, la realidad es la realidad y aquella no se mide ni valora por oraciones, sino por la vida concreta en la que nos desarrollamos. Piñera en pleno 18 de septiembre, en el Te Deum, pidió "a Dios una vida feliz y plena para todos"
"Ni en una iglesia se sonroja este para mentir", dice mi abuela mientras mira por la televisión las palabras de Piñera en el Te Deum. Por mi parte, no necesito escuchar esa frase en la misa para corroborar que contrastan con la realidad y que son una farsa, cuando Piñera es el presidente de los empresarios chilenos, y amigo de Bolsonaro y Macri.
Cuando, con uñas y dientes, busca que estemos todos bajo el alero de la herencia de la dictadura militar de Pinochet y el saqueo imperialista permanente.
La real plegaria al cielo
Ni el más grande ejercicio exculpatorio por parte de Piñera podrá esconder sus reales intereses, es cosa de ver cómo hoy en Chile vivimos los y las trabajadoras, donde sus empresarios y políticos se niegan incluso a reducir las horas de trabajo, donde la flexibilidad es sinónimo de precariedad laboral, donde más de 1 millón de personas hoy trabajan bajo el rostro del subcontrato -modalidad impuesta por lo demás en el gobierno de Bachelet el 2007- y donde en su mayoría somos mujeres.
Donde los salarios son, incluso, llamados "mini salario mínimo" por la misma OIT, y más del 50% de los y las trabajadoras ganamos menos de 400.000 mil pesos al mes, mientras el resto no supera los 550.000 mil pesos, según estudios realizados por la Fundación Sol.
A menos que entendamos por una vida "feliz y plena" el no poder llegar a fin de mes, tener sueldos paupérrimos y que vivamos endeudados y con jornadas extenuantes de trabajo, sobrecarga y flexibilidad laboral, lejos estamos las y los trabajadores de la visión de vida que tiene Piñera. Y es que su hipocresía es enorme, pues la vida plena y feliz de los empresarios y sus políticos solo se sustenta en base a la precarización y sobrecarga laboral que vivimos miles de familias en Chile. |