Vacaciones
Su mujer le sugirió buscar casa en la web
—pero las fotos mienten—
alquiló una casa para su familia por Airbnb,
casa para cuatro personas totalmente equipada habitación principal cama Queen
más dos camas individuales
Tv lcd en living
más blanquería completa toallones sábanas no tienen que traer nada
—si falta algo, espero que el dueño responda—.
—¿y si me roban los datos de la tarjeta?—
Su mujer le decía que lo hacen todos
—bueno, yo te avisé—
No bien abrieron el portón de la casa vio
una moto Transalp en el jardín
—¿cómo puede dejar su moto aquí
con desconocidos?—
pero eso que le pareció extraño
se convirtió en admiración cuando vio
en el comedor
camperas de cuero de motociclista
cinco
las tocó agarró una se la probó
los nenes fueron a su pieza volvieron con canastos repletos de juguetes.
Su mujer le señaló fotos del dueño
también con
dos nenes.
El dueño en la Transalp y los nenes en una Honda 80
otra de su mujer
en un jet ski.
Transcurría la semana y cuando volvían de pasear
se quedaban en la casa
él revisaba los cajones y placares porque siempre había algo
que lo exaltaba incluso
las cremas en el baño
llamaba a su mujer
se las daba en mano
una por una probalas.
El día anterior de terminar las vacaciones
el dueño le pidió que devolviera la llave
en la casa de un vecino.
—¿Casa de vecino?, ¿no va a venir a inspeccionar?—
Hasta que llegó el último día de la semana
subió todo al auto
subieron todos al auto y quedó solo en el comedor
se volvió a probar la campera de cuero
se miró al espejo
salió caminando contento
hacia el auto
su mujer le dijo que no
no está bien.
Entró y dejó la campera colgada otra vez.
Y fue al baño
agarró los cuatro toallones que habían usado esa semana
los apretó bajo su brazo
su mujer lo vio venir al auto
y prefirió no discutir.
Antropomorfo
Camina por la viga del techo
se cuida.
Ella le teme a la luz y a ellos,
los luminosos. Llega por esa viga hasta la ventana
y mira
hacia abajo,
afuera.
No escucha las luces de la calle
ni semáforos reflejos. No huele
las marcas luminosas
ni el terror de esos tamaños.
Pero desde adentro
mira todo.
Se hacen las siete y la carne cocida invade.
Extasiada baja por el modular
se recuesta en el calor del televisor y espera.
Dejo caer huesos y migas en el sillón. En el piso.
Me duermo.
Cruza por la viga de madera.
Camina, huele, corre, come, no mira, mira, sube, escucha.
Notaré por la mañana sus desechos
en un rinconcito del sillón
y de tan prolijos y ordenados
no haré.
Dos cosas
Me acabo de enterar
dos cosas.
El coeficiente intelectual de una persona
se forma
hasta los siete años y no cambia más.
Y la otra,
es posible hacer un almuerzo de casamiento
en el patio de comidas de un Coto.
Ellos están vestidos para la ocasión
pollera negra y negro el pantalón
blusa blanca y camisa blanca.
—Gracias por venir estamos muy felices
de que nos acompañen
en este momento
ahora pueden ir al local que quieran
y comprar su almuerzo
¡cada uno come lo que quiere!—
Combos piden los mayores
cajitas felices los nenes
ensaladas las chicas
los solteros vienen con porrones
la novia le dice al novio —a mí pedime uno con bacon— y no se mueve
de la mesa larga (son una, dos… veintidós mesas).
Mi hijo me pide kétchup, le digo que vaya él y pida
le da vergüenza
pero va.
Vuelvo a ojear Instagram
—Un niño con siete años y un C.I. de ciento treinta tiene
nueve años
de edad mental—.
El novio hace cola en Burger y mi hijo
se para atrás
llega el amigo confianzudo del novio
abraza al novio
saca una selfie y dice otra
y a mi hijo
que sale en la foto
le hago señas
—por el costado
no no
no hagas cola—.
Mi hijo se queda en la cola
y cuando le toca
no se mueve
le pasa por el costado la suegra del novio
y pide.
Él me mira, le hago señas
—dale—.
Me acerco
quiero el auto azul me dice y…
—ay no lo vi es que
con todo este alboroto— la suegra
mientras habla, paga.
Volvemos a la mesa
y me pide
que le abra el kétchup
—Vos podés sos grande— pero
lo abro yo.
Come las papas con kétchup.
Poca gente en el Coto, claro,
es martes, qué inteligentes
en hacer el almuerzo
de casamiento
un martes.
Sobre el autor
Matías Rosas tiene 43 años, es de Ituzaingó, Provincia de Buenos Aires y estudia la carrera de Artes de la escritura en la Universidad Nacional de las Artes. |