Durante la mañana de este martes 1 de octubre, 14 niños del Colegio Santa Filomena de Quintero debieron ser trasladados al hospital debido a que presentaron síntomas de intoxicación, con dolor de cabeza, mareos y vómitos. Según señalaron, los niños habrían percibido un mal olor en el ambiente, lo que les habría causado náuseas y dolores abdominales.
Además, el mismo colegio en sus redes sociales señaló, "nuestro establecimiento se encuentra afectado por la emergencia ambiental".
A la nueva emergencia, acudió el Cuerpo de Bomberos de Quintero junto al departamento municipal de Medio Ambiente, quienes monitorearon el lugar en busca de gases tóxicos debido al fuerte olor denunciado por los menores.
Cabe señalar que desde hace algunos días, vecinos y estudiantes acusaron que el "aire estaba pesado", pero según la autoridad competente, las estaciones de monitoreo, no han encontrado ningún tipo de emanación contaminante.
Según denunció Manuel Pizarro, director de Red Infancia Chile ONG, señaló que en Quintero llevan “tres días con un aire totalmente tóxico".
Piñera, el falso ambientalista
Y es que este nuevo incidente de contaminación, que aún mantiene en riesgo a los habitantes de Quintero y Puchuncaví, encendió una vez más las molestias en redes sociales. No debemos olvidar que este episodio se da en el marco de la discusión sobre el cambio climático, donde ha venido quedando de manifiesto una absoluta incongruencia del presidente Piñera.
Recordemos que el pasado 23 de septiembre, el mandatario recibió un premio por su lucha contra el cambio climático, de parte de la Global Citizen Award. Donde aquel organismo lo felicitó por su contribución señalando, "El Atlantic Council felicitará al Presidente Piñera por sus contribuciones ejemplares a la comunidad global y a Chile, demostradas a través de su liderazgo innovador para abordar el cambio climático, y sus enfoques pragmáticos a la revitalización política y económica durante un período de gran incertidumbre regional".
Pero más allá de estas falsas condecoraciones, y tres meses de realizarse la COP25 en nuestro país, Piñera se ha negado a levantar un plan de descarbonización acorde a las demandas que han planteado las comunidades y organizaciones ambientales. Además, con este nuevo episodio vivido por los estudiantes, queda demostrado el fracaso del supuesto plan de descontaminación impulsado por el gobierno hacia la zona de sacrificio de Quintero y Puchuncaví que ha sido cuestionada no sólo por la misma población, sino también por sectores de la comunidad científica, la Defensoría por la Niñez y la defensoría ambiental.
A esto también se suman los dichos del empresario sobre Quintero y Puchuncaví en una pasada entrevista para Mesa Central de Canal 13, donde reconoció que durante décadas se ha abusado de la población y señalando que las empresas que no cumplan la normativa medioambiental tendrán que irse. Esto evidentemente lo expuso sin proponer ninguna solución sería al problema que afecta gravemente a la zona.
Los verdaderos responsables: los grandes empresarios
Como dejan de manifiesto las ambiguas declaraciones del empresario presidente, en ningún momento menciona a los verdaderos responsables de la contaminación, desforestación y sequía en Chile: los grandes empresarios. Los dichos del mandatario evidencian, una vez más para quien gobierna: para los empresarios y ricos del país, y que no está por velar por los intereses de las grandes mayorías.
Tanto el conflicto que se vive por las sequías, como por la contaminación que hace años afecta a los habitantes de Quintero y Puchuncavi, tiene responsables directos: los empresarios, la derecha y los gobiernos de la ex Concertación y la Nueva Mayoria quienes permitieron durante años el negocio a costa de derechos básicos y elementales como el agua y el derecho a vivir en un medio ambiente libre de la contaminación capitalista.
Para dar una respuesta seria a este conflicto y que beneficie al pueblo trabajador y sectores populares es imprescindible poner fin al negocio contaminante de las denominadas “Zonas de Sacrificio” haciendo más que necesario un plan de salud pública que apunte a acabar de raíz con la contaminación, que incluya la reconversión de la industria que intoxica hoy a la quinta región, el cual sea financiado por el Estado pero controlado por los trabajadores, las comunidades y científicos dispuestos a ponerse al servicio de esta causa. Donde finalmente sean los empresarios (que se han enriquecido enormemente a costa de esta crisis) los que paguen los costos de su negocio contaminante.
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