Inmigrantes: de recurso explotable a carga intolerable en la crisis del 29}}
En la locura de los años 20 los índices de migrantes mexicanos en EE.UU aumentaron considerablemente, no existían en este entonces políticas duras anti-inmigratorias ya que se necesitaba bastante mano de obra barata para cubrir todos los puestos laborales que ofrecía una economía en crecimiento, pero con la caída de la bolsa, quiebre de fábricas y otra empresas se transformó en un problema para el Estado tener una gran masa de inmigrantes desocupados de los que se tenía que hacer cargo. Fue entonces la primera vez que se persigue a los "consumidores", y casualmente donde había marihuana, había mexicanos ilegales listos para ser expulsados del país. La criminalización social del consumo fue promovida rápidamente por los medios de comunicación, que sin bases materiales, ligaban el uso de la planta con aumento de los crímenes violentos por lo que de conjunto fue una política vista con buenos ojos por parte de una sociedad además asentada sobre las bases del progresismo que castiga el ocio y por tanto el consumo.
{{La ilegalidad del Cannabis y la emergencia de DuPont}}
La necesidad del estado y la burguesía de abrir nuevos nichos de inversión para el fortalecimiento económico y acumulación capitalista, ligado a la necesidad de dar trabajo y ayuda social a cientos de miles de desocupados que significaban un foco de inestabilidad para el gobierno por las protestas que levantaban, sentaron las bases para que Roosevelt llevara adelante su plan intervencionista conocido como New Deal.
Por estos años, DuPont, una de las multinacionales más grandes de la industria química en el mundo, tenía las patentes para obtener plástico a partir del petróleo y papel a partir de la madera e invertía millones de dólares en la industria de la celulosa buscando nuevos procesos que permitieran su obtención a partir de materias primas que no fueran el cáñamo además era el proveedor principal de los componentes necesarios para la fabricación de celulosa. Por otro lado la empresa era dueña de dos bancos uno de los cuales tenía por presidente a quien fuera ministro de tesorería de Estados Unidos, Andrew Mellon. Pero Dupont que como describimos tenía inversiones en madereras, industria química, plantas de celulosa, algodón y sector financiero, competía con la industria del cáñamo -que ofrecía menores costos de producción, pero también menor diversificación de inversiones- y no podía prohibir el cannabis porque al ser un competidor económico iría en contra de los ideales liberales, por lo que DuPont y otros sectores de la burguesía amparados por los medios de comunicación impulsan una nueva campaña mediática demonizando la marihuana, esta vez tomando además el aspecto médico, así en 1937 se asesta el golpe final, el Estado declara ilegal el cannabis y comienza un nuevo período en la historia de la marihuana.
{{Nixon y “la guerra contra el narcotráfico”}}
La guerra contra las drogas parte de uno de los slogan en la campaña por la presidencia de los EE.UU de Nixon en el 68', que con motivo de sustentar el negocio carcelario, contener las protestas del pueblo negro que fueron al alza luego del asesinato de Martín Luther King y acabar con los opositores a la guerra de Vietnam, que en su mayoría pertenecían a movimientos “por la paz”, se levanta una campaña mediática para asociar a los negros con el consumo de cocaína y a los “hippies” con la marihuana, en paralelo con la criminalización de ambas sustancias, lo que permitía arrestar con facilidad a quienes eran los dirigentes de estos movimientos, redar sus casas y disgregar sus reuniones, tal como expone Dan Baum, según una conversación que sostuvo con John Ehrlichman, el asesor político de Nixon en esos años y que publica en un artículo de Harper s Magazine.
La persecución a los consumidores de Cannabis y la decisión de poner a la droga en la misma clasificación de peligrosidad que la heroína, fue a pesar de tener en sus manos un informe de Raymond. P.Shafer, antiguo gobernador de Pensylvania, el cual concluía que el cannabis no es adictivo físicamente, que tampoco es una puerta de entrada a otras drogas ni su uso resulta perjudicial física o psicológicamente.
Marihuana ilegal y la realidad chilena: una juventud combativa y una agenda represiva
Hoy se criminaliza a la juventud que autocultiva y consume, pero esto no se puede pensar por fuera de las lecciones que nos deja la historia. La demonización del cannabis ha estado siempre pensada desde necesidades políticas y económicas, ya sea para perseguir a los inmigrantes, cuando significaron un peso para el estado; para acabar con un sector productivo que significaba un freno para la emergencia de otro más rentable; para el encarcelamiento de la población negra que sustenta el negocio carcelario, desarmar organizaciones por medio del arresto de líderes negros que se manifestaba por las demandas de la negritud o para perseguir a los hippies que se manifestaban contra la guerra de Vietnam, política central de los Estados Unidos en los 70.
La juventud ha cumplido un factor fundamental en hacer temblar las bases de la estabilidad del régimen, poniendo en cuestionamiento el modelo educativo desde 1998, pasando por jornadas de movilización pingüina en 2006 y 2008 y poniendo en jaque al gobierno de Piñera el 2011 cuando avanzó a exigir la educación gratuita, demanda que cuestionó en un inicio las ganancias de los empresarios a costa de un derecho democrático mínimo pero que avanzó a cuestionar la legitimidad de los partidos políticos de la burguesía, a la Iglesia y las condiciones laborales de las y los trabajadores conquistando en su mejor momento el apoyo del 85% de la población con cientos de colegios y universidades en paro y/o toma, y con marchas que sobrepasaban las 100.000 personas, jornadas con la participación más masiva luego de la derrota de la transición pactada.
¡Esta es la juventud a la que hoy se criminaliza por ejercer su derecho al ocio! Pero no solo se le penaliza por el cultivo y consumo, durante este año hubo un giro en la agenda política a un mayor punitivismo. Piñera, teniendo en cuenta su baja en las encuestas, la imposibilidad de pasar reformas estructurales como la laboral y previsional -fundamentales para las grandes fortunas, en un escenario internacional de estancamiento y la necesidad de la burguesía de cuidar sus ganancias- lo que además no tiene contentos a los sectores de la burguesía como la SOFOFA y CPC, plantea leyes que van en línea con evitar que se levante nuevamente un movimiento estudiantil que sea desde las calles, su talón de aquiles.
El gobierno al esgrimir sus argumentos en contra del consumo del cannabis en adolescentes no hace más que demagogia, si la realidad es que miles de niños, niñas y adolescentes mueren anualmente en los recintos del SENAME por el abandono del Estado a la infancia. Su preocupación por el desarrollo neurológico y cognitivo en fetos de mujeres gestantes y de adolescentes es falso cuando vemos los niveles de contaminación por arsénico en zonas mineras o si vemos la realidad de miles de colegios donde sus estudiantes claman por mejores condiciones de estudio o cuando quitan del currículum la obligatoriedad de educación física, cuando sabemos que la actividad física es fundamental para una salud mental saludable.
Dicen preocuparse porque la marihuana puede inducir estados depresivos cuando no existe política estatal frente a que los niños chilenos son los con la peor salud mental en el mundo.
Basta de demagogia, lo que quieren es una juventud callada, pasiva, que estudie y en lo posible trabaje, que no tenga espacios de esparcimiento y que no signifique un factor en levantar procesos de mayor lucha.
Que el cultivo y libre consumo de marihuana sea legal, tanto para uso medicinal, bajo supervisión médica como para esparcimiento. Que las farmacéuticas dejen de ser un límite para quienes usan los beneficios de la planta para aliviar dolencias y tratar enfermedades que no encuentran tratamiento 100% efectivo dentro de la medicina convencional y que se ponga a disposición toda la información disponible para que jóvenes y adultos consumidores tengan la libertad de tomar su decisión en cuanto al consumo. |