En la mañanera de hoy, con la presencia del secretario de Turismo y empresarios del ramo, se presentaron avances en materia de inversión turística, particularmente en el Caribe.
Cuestionado sobre los problemas de inseguridad que inciden en la caída del turismo en lugares como Acapulco, López Obrador respondió que un signo de que se van a resolver esos problemas son las propias inversiones, pues si no hubiera confianza no se hubieran comprometido esos recursos.
En el caso de Acapulco, dijo que están trabajando junto al gobierno de la entidad no sólo en materia de seguridad, sino en el “renacimiento” de la ciudad, con una inversión de 600 millones de pesos para mejorar las colonias populares, a los que se añadirán 600 millones más.
En el mismo sentido se destinarán a Playa del Carmen, en el municipio de Solidaridad, alrededor de 600 millones.
De esta manera se refleja que uno de los criterios para la inversión en el mejoramiento de las colonias populares tiene que ver con la atracción turística, una especie de gentrificación para la atracción de inversiones y para evitar mostrar al turismo las desigualdades en el país.
Además de que esta política representa -en función de la lógica empresarial- una distribución desigual de recursos, para mejorar las condiciones de vida de los sectores populares con necesidades similares, el problema de fondo tiene que ver con que se preserve en el país la estructura económica de explotación de millones por grandes empresarios, lo que está en la base de la desigualdad, la descomposición social y la inseguridad.
Por otra parte, en este intercambio el Presidente evitó hacer referencia a las tareas de “seguridad” del Ejército y la Guardia Nacional, quizá por el enfrentamiento de ayer entre militares y un grupo armado en Guerrero, en el que resultaron muertos 14 civiles y un soldado.
El tema, sin embargo, afloró más adelante. AMLO se refirió a ello como “inercias” y explicó que, según el informe que le hicieron llegar, los militares se encontraban en un patrullaje de rutina; al llegar al encuentro con la “célula de presuntos delincuentes”, éstos abrieron fuego contra un cabo que, herido –después perdió la vida-, respondió al ataque disparando su metralleta y abatiendo a los agresores.
Más allá de lo cuestionable que suena esta versión, el enfrentamiento en Guerrero, que se suman a la emboscada tendida un día antes a policías federales en Aguililla, Michoacán, muestran que las “inercias” no se van a detener mediante la continuidad de la militarización del país.
Por el contrario, junto a la masacre de Nuevo Laredo en septiembre (que los policías responsables, con ayuda del ejército para armar un montaje, intentaron hacer pasar como un enfrentamiento), estos hechos empiezan a mostrar la posibilidad de que se abra un escenario similar al de la “guerra contra el narco” de Calderón y Peña Nieto, con todas sus nefastas consecuencias y sus “víctimas colaterales”. |