Increíble, ¿no? Avenida de Los Incas y Cramer – detalla quien registra la secuencia con su celular.
La imagen impacta. Pero también genera mucho odio. Esa mujer no está loca. Esa mujer está trabajando en condiciones absolutamente precarias. Seguramente contratada por los dueños del altamente cotizado departamento o por quienes administran el edificio, la mujer dejará los vidrios limpios procurando al mismo tiempo sobrevivir a la tarea. Parece una locura, pero es la pura “racionalidad” de los patrones para quienes la vida asalariada vale menos que una ventana limpia.
Como se informó en un artículo del pasado 3 de abril, en el marco de la conmemoración del Día del Personal de Casas Particulares, las trabajadoras domésticas en Argentina son las que menos ganan en el mercado laboral. Y según datos de la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP), al menos hasta 2018 el 57 % de ellas no estaba registrada.
Traducido a personas, eso quiere decir que al menos 680 mil mujeres se encuentran en una situación de precariedad a la hora de limpiar, lavar, cocinar y cuidar a niños ajenos en casas ajenas. Obviamente ese número puede ser más elevado, ya que la estimación de la AFIP se realiza en base a los gastos e ingresos que se conocen de los contribuyentes. Las empleadas de quienes evaden impuestos, generalmetne ricos y famosos, no entran en el cálculo.
Pero además, por más registradas que estén las trabajadoras, lo cierto es que la gran mayoría de ellas hace sus labores de forma precaria. Ni el Estado ni (mucho menos) la dirigencia de Upacp (el sindicato del sector) controlan bajo qué condiciones, ni si se respetan las horas de descanso y alimento, o el pago de aguinaldo y vacaciones.
la imagen impacta, sí. Pero mucho más debería impactar que esas trabajadoras son explotadas y discriminadas por ser mujeres, por ser pobres y, en una enorme proporción, también por inmigrantes.