Empezó con el cabildo de Santa Cruz a comienzos de octubre, en el cual ante una verdadera multitud concentrada en el Cristo de la ciudad, se desempolvaron la agenda federalista y los discursos racistas y xenófobos. Días antes del mismo y con motivo de los incendios en la Chiquitanía, se había producido agresiones a militantes del partido de gobierno y ataques a algunas sedes electorales, esgrimiendo entre otros argumentos la "defensa del medio ambiente".
Horas antes del cierre de campaña del MAS también en Santa Cruz, se produjo la detención de más de una decena de militantes de la Unión Juvenil Cruceñista a quienes se les habría encontrado escudos e instrumentos para sabotear el acto del MAS, junto con panfletería racista y regionalista.
Acto de cierre de campaña de Carlos Mesa
Días después se realizó el Cabildo de la ciudad de La Paz, convocado también por los comités cívicos y especialmente por la Coordinadora Nacional de Defensa de la Democracia “CONADE”, organismo formado por DD.HH., la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA) y otras instituciones y organizaciones políticas y sociales de oposición.
Este cabildo también alertó y denunció el posible fraude que se estaría preparando desde el poder ejecutivo con la complicidad del Órgano Electoral Plurinacional (OEP), y que de producirse un nuevo triunfo de Evo Morales y García Linera, desconocerían el resultado llamando a la desobediencia civil.
Las organizaciones que días antes se negaban a aceptar la participación electoral luego de la reforma constitucional que habilitó a Evo Morales a repostular por una cuarta gestión, durante el cabildo cambiaron y convocaron a votar por la fórmula encabezada por Carlos Mesa de Comunidad Ciudadana.
Carlos Mesa (izq.) y Gustavo Pedraza (der.) en su acto de cierre
Lejos de tratarse de cabildos "sin banderías políticas" y democráticamente organizados, como intentaron presentarlos, se trató de actos proselitistas de la oposición como se evidenció en la violencia expuesta a sectores populares que se encontraban en las proximidades de los cabildos.
Posteriormente se realizó el cabildo de la ciudad de Potosí, convocado por el Comité Cívico de Potosí, quienes se encontraban en paro general indefinido con bloqueo de caminos, exigiendo fundamentalmente el pago de regalías mineras por la explotación del litio en el departamento. La reivindicación de las legítimas demandas regionales sin embargo no pudo ocultar las contradicciones internas donde también afloraron expresiones racistas y anti campesinas.
La radicalidad del movimiento cívico potosino obligó al partido de gobierno a suspender el cierre de campaña que tenían programado en dicho departamento y a una retirada acelerada del presidente Evo Morales y García Linera quienes huyeron de las tierras potosinas en moto y luego en helicóptero para evitar los enfrentamientos callejeros.
La imagen del binomio presidencial escapando de Potosí fue festejada por vastos sectores de la oposición, quienes creen ver en este incidente un repudio generalizado a la gestión de Morales–García, olvidándose que lo único que se ha expresado es la desigual dinámica y expectativas entre el mundo rural que apoya a Evo incluso en Potosí y el mundo urbano protagonista de los cabildos, no pudiéndose inferir de esta imagen un seguro triunfo opositor como se pretende.
Los cabildos de Cochabamba y Tarija, también reafirmaron su vocación opositora y llamaron a fortalecer a la fórmula de Comunidad Ciudadana, como única alternativa posible de derrotar al MAS en una eventual segunda vuelta.
Las fortalezas de Evo: estabilidad macroeconómica y crecimiento
Desde Evo Morales y diversos personeros del actual gobierno dan por sentado un triunfo del binomio presidencial este domingo 20 de octubre sin necesidad de llegar a una segunda vuelta. Basan estas expectativas en una inigualable situación económica que ha permitido impulsar el crecimiento sostenido por más de una década, situación que ha sido resaltada no solo por el oficialismo sino incluso por representantes de la derecha regional quienes mantienen un trato diferenciado a Evo Morales respecto del resto de los “progresismos” latinoamericanos hoy en retirada o en crisis.
Acto de cierre de campaña de Evo Morales
El diario estadounidense The Washington Post se ha referido en términos muy amigables a la gestión económica de Evo Morales de la misma manera que los informes publicados por la BBC británica que dan cuenta de esta cómoda situación boliviana que contrasta con la crisis crónica y convulsiva que caracterizó la historia del país.
La administración por parte de Evo Morales del capitalismo nacional en clave neodesarrollista, impulsando una mayor participación estatal en la economía que hoy bordea el 30% del aparato productivo, pero evitando las nacionalizaciones –que no sobrepasaron las 30- y priorizando la inversión estatal directa, muestra la diferencia con lo sucedido por ejemplo en Venezuela donde las nacionalizaciones superaron las mil.
La valorización de la moneda –la llamada bolivianización de la economía- sobre la base de un tipo de cambio fijo, ha permitido aumentar el consumo de amplias franjas de la población, desarrollando la visión de que los índices de inclusión social están dados por los índices de consumo, que reforzados por una política de distribución de la renta nacional sobre la base de bonos han permitido crear una base social deseosa de mantener la estabilidad y el crecimiento que hoy es presentado como un logro del actual gobierno.
El sector empresarial y agroindustrial, lejos de lo que podría pensarse y a diferencia de lo sucedido en la década pasada, hoy son pilares de sostén del actual gobierno que ha implementado una serie de medidas económicas, financieras y políticas que benefician de manera significativa a estos sectores. Podemos mencionar los decretos orientados a expandir la frontera agrícola y que tuvieron efecto directo en los brutales incendios que arrasaron la flora y fauna de la Chiquitanía, con el objetivo de garantizar la exportación de carne a China pero también la producción de biocombustibles a partir de la aprobación de la Ley de Etanol.
Estas medidas combinadas con el aliento a la capitalización de microempresarios o lo que se conoce como la “economía popular” y la emergencia de una “burguesía chola” como la define la prensa internacional, alientan el voto conservador de amplias y heterogéneas franjas de la población para elegir una vez más al actual binomio presidencial.
Las fortalezas de la oposición: el desgaste de Evo y el respeto a la institucionalidad “democrática”
En los últimos años del gobierno de Evo Morales y García Linera, particularmente desde el 2010, año que para muchos es considerado un punto de inflexión en la gestión del MAS producto del ataque al TIPNIS (Territorio Indígenas Parque Nacional Isiboro Sécure) y el posterior fallido gasolinazo, el gobierno ha profundizado un giro autoritario y semi bonapartista que lo llevó a desconocer los resultados del referéndum del 21 de febrero de 2016 que impedía la nueva postulación del binomio presidencial y a una instrumentalización de la justicia ampliamente rechazada.
Este rumbo autoritario se ha traducido en la judicialización de la protesta social con el encarcelamiento de diversos luchadores sociales y cientos de procesados. Este rasgo autoritario pone en evidencia el desgate de los mecanismos de cooptación social y la necesidad creciente de recurrir cada vez más a mecanismos autoritarios y de coacción estatal para mantener el orden y la “paz social”.
La oposición política y particularmente Carlos Mesa, quien fue vicepresidente del odiado Gonzalo Sánchez de Lozada echado por la movilización popular en 2003, han sabido aprovechar esta veta “democrática” para golpear al actual gobierno el cual es presentado como el inicio de un gobierno crecientemente dictatorial. Intentan por esta vía no cuestionar el modelo económico impulsado por Evo y su ministro de Economía Arce Catacora, sino más bien presentarse como una mejora democrática e institucional del mismo.
Sin embargo, la fragmentación política de la oposición, las dificultades que tienen para cuestionar el modelo económico vigente y el pasado de los candidatos, hacen difícil prever si esta fortaleza “institucional democrática” de la oposición será suficiente para derribar las murallas del proyecto evista.
Lo que viene sucediendo en Ecuador y Chile estos días así como la persistente crisis económica argentina le hacen un flaco favor a la oposición al sembrar la idea de inestabilidad política si Evo es derrotado.
¿Qué escenario se abre en Bolivia luego de las elecciones?
Aunque los resultados electorales del domingo son difíciles de prever, y donde prima la incertidumbre fundamentalmente por lo contradictorio de las encuestas así como por los multitudinarios cabildos opositores y actos de cierre de campaña del oficialismo, podemos afirmar que ninguno de los actores políticos hoy en contienda tienen intenciones, por lo menos en lo inmediato, de alterar las variables que han permitido el crecimiento económico de los últimos años.
Sin embargo, el avance de la recesión regional cuyos pronósticos parecieran agravarse en el plano internacional, a partir del año que viene, tenderán a manifestarse más temprano que tarde en la economía boliviana. Este escenario plantea para el posible ganador una situación en la que eventualmente tendrá que implementar medidas para reducir el déficit fiscal, el consumo y de conjunto, avanzar paulatinamente en ajustes cada vez mayores que pongan a Bolivia en la actual dinámica de crisis continental hoy expresada particularmente en las economías de Argentina, Ecuador y Chile.
Los trabajadores, los sectores indígenas y campesinos, las mujeres y todos los sectores populares deberán avanzar en su organización y movilización independiente para prepararse, más allá de quién gane las elecciones, para situaciones de mayor lucha de clases como lo vino mostrando recién Ecuador y hoy Chile.
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